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CAPÍTULO 22

—¿Qué ha sido eso? —inquiero agarrándome al sofá mientras el suelo tiembla bruscamente debajo de nosotros.

Faddie se levanta como si no hubiese ningún peligro y me tiende la mano. Después, mira a Luna y Roxy con seriedad.

—No salgan de aquí a menos que la habitación se caiga a pedazos, ¿entendido?

—Sí. —responden al unísono.

No me da tiempo a despedirme de ellas porque Faddie ya me está arrastrando hacia fuera de sus aposentos. Cuando me da la mano, siento que puedo estabilizarme un poco más, pero al soltarme tropiezo con todo el movimiento. Empiezo a ver las grietas que se forman en las paredes y algunos trozos que caen al suelo.

—Faddie—lo llamo, pero no responde—¿Qué ocurre?

—Viene de la sala del trono—dice caminando con rapidez. Agradezco estar descalza porque así avanzo con más rapidez—Y puedo imaginarme qué puede ser.

Abro la boca para decirle que más bien creo que viene de las mazmorras y tenemos que bajar a por Alister lo más rápido posible. Sin embargo, cuando llegamos a la puerta de la sala del trono, está totalmente derrumbada. Hay un par de guardias sobre un gran charco de sangre y doy por hecho que están muertos.

—¿Qué demonios...?

No termino de formular mi pregunta porque he levantado la mirada y me he encontrado el peor escenario posible.

Alister está colgado de una soga al cuello en la campana justo detrás del trono. Quiero pensar que no es verdad. En cuanto las lágrimas se acumulan en mis ojos y veo su cuello roto y su piel pálida, sé que no es solo una ilusión.

Frente a mí, en mitad de la sala, Dalia sonríe como una desquiciada. Lleva días encerrada en una de las mazmorras por orden de Zigor, no sé cómo demonios ha conseguido salir si estaba protegida con magia.

—¿¡Qué demonios has hecho!? —grito, haciendo que resuene por toda la sala.

Mis mejillas se llenan de lágrimas y el corazón se me hunde en el pecho.

Dalia se ríe a carcajadas. Faddie tiene que sujetarme por la cintura para impedir que me acerque a ella. Logro ver por qué cuando un niño al que conozco sale de detrás de ella con una expresión llena de terror y un cuchillo pegado a su cuello.

—¿Te ha gustado la sorpresa? —sonríe.

Está totalmente despeinada, con un solo vestido blanco y llena de suciedad y mugre. Jamás imaginé verla así, en ese estado tan deplorable y con tanta desesperación encima. Pero es justo lo que merece y más. Ahora que no ha tenido piedad con mi hermano y tiene a Ciro amenazado, no dudaré ni un segundo en asesinarla.

—Eres una maldita malnacida—gruño entre dientes.

La voz y el cuerpo me tiemblan. Quiero correr hacia mi hermano y descolgarlo para intentar que vuelva a respirar. Será en vano, pero no quiero que se vaya. No quiero que me deje así. No puedo seguir sin él ni Ciro.

No quiero.

—Te ha dejado una carta—señala el trono de Zigor—. Al menos, le di tiempo para que la escribiera.

La hoja del cuchillo se acerca más a la piel de Ciro, haciéndole sangrar.

—¿Qué es lo que quieres? —sueno tan desesperada que me doy asco—. Dime qué quieres y te lo daré. Pero déjale. Él no tiene nada que ver.

Su expresión cambia de repente a una más sombría.

—Ya he matado a uno de ellos—fija sus ojos en los míos—. No me importaría derramar sangre de alguien más.

El pirata oscuro {Libro 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora