Calor.Eso era todo lo que su cuerpo sentía, calor.
El aroma del alfa se encontraba impregnado en cada parte de la habitación, era tanto que incluso podía ocultar su aroma, tenia que concentrarse con fuerza si quería sentirlo pero en ese momento, lo único que pasaba por su cabeza es que estaba a total disposición del mayor.
Chilló cuando sintió la mano ajena acariciar la piel de su cintura mientras la fusta subía entre sus piernas, haciéndole dar un respingo cuando recibió un azote en su glúteo derecho.
—No pensé que aceptarías probar esto...—murmuró.
El aliento caliente del mayor chocando con su oreja le hizo erizar todos los vellos de su piel, mordió su labio cuando sintió la nariz del alfa olisquear su cuello, haciendo que por naturaleza ladee su cabeza dándole más cabida a que sienta aquella sensible zona.
—Tienes una palabra de seguridad...—su voz se escuchó lejana, el animal dentro de él gimoteando porque no sintió en qué momento su alfa se apartó—. ¿La recuerdas?
Aquel aroma a pinos con un deje de petricor empezaba a marearlo, era como una droga para él así que las palabras apenas y tenían forma en su cabeza. Asintió.
—Pregunté algo.
La voz fue más severa, un poco más oscura y pesada, jadeó cuando sintió la fusta acariciando nuevamente su piel y un chillido escapó de sus labios cuando otro azote fue dejado en su tersa piel.
—Responde Han...—un gruñido suave pero demandante resonó en sus oídos—. ¿Recuerdas la palabra de seguridad?
¿Cómo mierda quería qué su cerebro funcione si su aroma cada vez se intensificaba más? Era una mezcla de enojo y excitación que empezaba a volverle loco. Mordió su labio cuando volvió a sentir la fusta sobre su piel, pero esta vez sobre su abdomen, hizo el intento de moverse pero el tirón que sintió en sus muñecas le recordó que estaba atado.
—Han–ah...—llamó—. Es importante que la recuerdes —regañó. No podía verlo pero sabía que su ceño estaba fruncido, conocía a Lee cuando se molestaba—. La palabra es sencilla, vamos pequeño...—murmuró—. Recuérdala.
Empezaba a desesperarse y los ligeros golpeteos que Minho empezaba a dejar sobre su piel no ayudaban. Maldita sea ¿Cuál era la palabra? Sintió la fusta alejarse y apretó los ojos, como una chispa iluminando su cerebro, la palabra hizo acto de presencia.
—¡L–La recuerdo! —exclamó—. ¡La r–recuerdo!
Sintió una suave caricia siendo propinada por la mano del mayor en su cadera y no pudo evitar gemir.
—Dila.
Mordió sus labios un poco y asintió.
—S–Si...—barboteó—. ¡Capuchino!
La risa suave que el alfa liberó le hizo saber que era la respuesta correcta, gimió bajito cuando sintió la fusta acariciar las zonas que habían sido azotadas.
—Capuchino con un dejo de miel...—murmuró—. A eso hueles Han.
Sus mejillas se tiñeron aún más de rojo ¿Cómo había olvidado su propio aroma? Joder, su mente estaba jodidamente ida y no sabía si era porque el aroma de Minho lo calmaba o porque empezaba a disfrutar de esto.
—M–Minho...
Un chillido brotó de sus labios cuando la fusta golpeó su muslo izquierdo a la par que el mayor liberaba un gruñido de advertencia.
—¿Qué dije de mi nombre? —bramó.
Sintió como su mentón era levantado por la mano ajena, suponía que quería darle a entender que estaba frente a él, tener los ojos vendados no ayudaba. Negó suavemente, no lo recordaba.
—Aquí no soy Minho, Jisung —habló suave—. Soy tu amo.
Asintió efusivamente.
—Además...—acarició el rostro del menor delicadamente—. No puedes hablar sin mi permiso ¿queda claro?
Volvió a asentir pero lo único que consiguió fue que las caricias parasen y se forme un agarre fuerte en su rostro.
—Pregunté algo, Han —relamió sus labios, la imagen que el pequeño omega en su poder le entregaba le ponía demasiado—. ¿Queda claro?
—S–Sí...
—¿Sí qué? —el agarre se suavizó un poco pero no lo suficiente.
—S–Sí amo.
Una sonrisa lobuna se formó en los labios contrarios ante la repuesta del menor y aunque moría por tomarlo en aquel cuarto y en esa posición, no lo haría. Jisung solo quería una probada de lo que era su mundo y él se la había ofrecido.
—Di la palabra Jisung.
—Capuchino...—barboteó el menor.
Un jadeo escapó de sus labios cuando sintió sus muñecas ser liberadas, sus piernas estaban débiles y ni siquiera hubo penetración alguna, solo fueron las feromonas del mayor haciendo su magia y unos cuantos azotes pero aún así fue suficiente para hacerlo desplomarse en el suelo.
—Mierda...
La voz de Minho sonó cerca y calmada, era diferente a la que había tenido hace unos momentos, en un movimiento delicado sintió la venda de sus ojos caer haciéndole pestañear lentamente para acoplarse a la tenue luz de aquella habitación.
—Debí agarrarte, me disculpo —murmuró.
Miro aquellos ojos celestes, sus pupilas estaban totalmente dilatadas y un pequeño atisbo rojizo se mezclaba con su color natural, el alfa seguía excitado; intentó tocarlo pero este se alejó, su lobo gimoteando por el rechazo que recibió, sin embargo, sintiendo consuelo cuando este depositó un beso en el dorso de su mano.
—Jisung, este es mi mundo —sonrió lascivo—. Te lo he mostrado porque confío en ti pero no te voy a obligar a nada que no quieres.
Las palabras no salían de la boca del rubio, parece que las feromonas ajenas aún causaban estragos en el.
—Tienes hasta el viernes de esta semana para darme una respuesta —aclaró—. Esto solo fue una probada, no seré tan suave las siguientes veces...—sus miradas chocaron, Lee notando los ojos grises bañados de un dorado con las pupilas ligeramente dilatadas, su lobo chillando extasiado—. Piénsalo bien.
El menor simplemente asintió en silencio, sus piernas no parecían funcionar aún, así que simplemente se dejó cargar por el mayor, quien antes le había cubierto con una sábana de seda que estaba en la habitación.
—Debes dormir cachorro —murmuró—. Vamos.
Jisung solo asintió levemente, dejándose llenar por el aroma tan exquisito del mayor que le invadía y que le hizo caer en segundos a los brazos de Morfeo.
Tenía días para pensar sobre esto.
Claro, lo pensaría.
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𝗦𝗨𝗕𝗠𝗜𝗦𝗦𝗜𝗩𝗘 - 𝗠𝗜𝗡𝗦𝗨𝗡𝗚
FanfictionHan Jisung entra en el concepto de omega perfecto, siempre lo ha sido o, al menos, es lo que siempre creció escuchando. Su cuerpo volviéndose en el deseo de todo alfa pues al estar tan bien proporcionado es imposible no querer arremeter contra él, a...