Han Jisung entra en el concepto de omega perfecto, siempre lo ha sido o, al menos, es lo que siempre creció escuchando. Su cuerpo volviéndose en el deseo de todo alfa pues al estar tan bien proporcionado es imposible no querer arremeter contra él, a...
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Las piernas le fallaron al segundo paso, el ruido del cuerpo cayendo sobre el frío piso retumbaba en sus oídos, había crispado cada vello que le cubría, antes de que sus rodillas impactasen contra la madera fue sujetado con fuerza por la cintura, logrando que se mantenga aún en pie.
Su aroma era la mezcla perfecta entre miedo y pánico, aunque quería voltear no podía, la mirada seguía puesta sobre quien yacía en el suelo hasta que una figura se interpuso en el camino, su lobo se alertó al ver sangra manchando la camisa celeste que cargaba puesta obligándolo a que lo revise torpemente, sentía sus ojos picar y apenas podía controlar el temblor en sus manos.
—No es mía —susurró—. Estoy bien...
La mirada gris chocó con la ajena, un suspiro tembloroso pero aliviado escapando de sus labios cuando vio a Minho en perfecto estado.
—Y–Yo...—sollozó.
Quiso mirar hacia atrás pero Minho no se lo permitió, dejando solo un brazo rodeando la cintura del omega llevó la mano al rostro de este, limpiando las lágrimas que caían desmesuradamente por sus mejillas.
—No veas...—susurró—. Mírame solo a mí ¿sí? —acarició suave la mejilla de este—. Estas bien, estas a salvo...—su voz tembló—. Están a salvo.
Jisung soltó un sollozo fuerte cuando escuchó aquella frase, escondió como pudo su rostro en el pecho de este y se permitió llorar, Minho seguía aún alerta pues la alfa podía estar simplemente inconsciente por el impacto aunque su poco conocimiento en anatomía le decía que ella no iba a despertar más.
Sintió a su lobo alterarse cuando el cuerpo ajeno empezó a perder fuerza, el omega empezaba a desvanecerse entre sus brazos y no sabía qué hacer.
—No, no...—repitió—. No cierres los ojos —rogó.
Minho recién notaba la herida en la cabeza del menor, era un poco más arriba de la sien y la sangre no parecía querer dejar de salir.
—Jisung, no cierres los ojos ¿sí?
Podía sentir como el mayor trataba de mantenerlo en pie, sin embargo, no funcionaba así que empezaba a dejarse con él.
—M–Me siento cansado —susurró.
El cambio en el aroma del alfa no pasó desapercibido para él, había miedo en este.
—N–No te duermas...—barboteó—. Vendrán pronto por nosotros —murmuró—. Hay una ambulancia en camino y...—sintió las lágrimas aglomerarse en sus ojos cuando la respiración del menor se hacía más lenta—. Vamos amor, abre tus ojos —ordenó.
Con mucha fuerza Jisung hizo lo que se le pidió, notó los ojos azules mirándole con temor y su lobo, que se encontraba agitado, sollozó.
