𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟯𝟱

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La noche después de aquella conversación fue amena, el alfa durmió bajo el cálido abrazo de su omega, a quien la mente parecía estárselo comiendo, pero que prefirió fingir que nada pasaba. El trinar de los pájaros fue lo que les levantó, Jisung ronroneando al sentirse bañado bajo el aroma ajeno, ninguno signo de su celo haciendo estragos en su cuerpo, por fin era libre.

—Buenos días...

Voz ronca, cabellos despeinados, rostro ligeramente hinchado pero aun así, algo hermoso que ver. Minho era una obra de arte recién levantado.

—Buenos días —murmuró.

Se escondió más entre los brazos del mayor haciendo que una risa ronca escape de sus labios, un beso delicado depositado sobre sus mechones peliazules mientras pequeñas caricias sobre la cintura se hacían presentes.

—Eres muy lindo cuando recién te levantas...—el omega le dio un suave golpe haciendo que ría con ganas—. Es en serio.

Y no mentía, el rostro de Jisung se veía mucho más tierno en las mañanas, si en el día a día lucía como una ardilla, en las mañanas era una ardilla bebé.

—Calla —se quejó—. No digas boberías —rio bajo.

El alfa notó aquel sonrojo bañando sus mejillas cuando se apartó de él más prefirió no decir nada, no quería alterar al omega.

—Sung...—llamó cuando notó que se ponía en pie, este volteó y lo miró curioso—. Gracias —sonrío.

Jisung sintió a su lobo dar brincos como un pequeño cachorrito ante la sonrisa que recibía, el ritmo cardíaco acelerándose así como también sentía sus mejillas y orejas calentarse.

—Iré a bañarme...—habló.

Soltó una suave risa cuando vio al menor escabullirse en la puerta del baño, se puso en pie y dejó suaves golpes sobre la puerta cerrada, escuchó un ruido que le confirmaba este le escuchaba y habló: —Iré a hacer algo para desayunar —soltó—. Recuerda que hoy si debemos ir a trabajar —la puerta se abrió de golpe, Jisung estaba sin la camisa de pijama que le había dado y podía apreciar las marcas que le había hecho durante las primeras noches de su celo—. ¿Qué?

—¿Iremos juntos?

—Uh...—arqueó una de sus cejas—. ¿Sí?

—¿Vamos a entrar juntos?

—Sí —le miró confundido—. ¿Qué hay de raro?

—¡Que va a pensar la gente de la oficina!

Minho rodó los ojos antes de tomar en brazos al menor, liberó un poco de su aroma y sonrío al ver como este suspiraba tranquilo, removiéndose un poco en busca de hundir su nariz en el cuello ajeno.

𝗦𝗨𝗕𝗠𝗜𝗦𝗦𝗜𝗩𝗘 - 𝗠𝗜𝗡𝗦𝗨𝗡𝗚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora