La Mejor De Las Pesadillas.

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Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia, así como también algunos personajes, son míos.

Gracias por los comentarios y los votos.

A leer.

Capítulo 7: La Mejor De Las Pesadillas.

En mi imaginación tú estás tumbada sobre tu lado,

con las manos entre tus piernas y sonriendo.

Detente y espera un segundo.

Cuando me miras así, cariño ¿qué esperas de mí?

Probablemente te seguiría adorando con tus manos alrededor de mi cuello

Al menos así fue la última vez

Pero me desmorono por completo cuando lloras

Parece que tendrás que recibirme con un "adiós"

Quité las manos de tus ojos demasiado pronto

OoO

-¿Quién es usted? -Mi mirada viaja de Edward hasta el hombre frente a mí, y de regreso. No hay respuesta.

Entonces Dot irrumpe en el espacio.

-La cena está lista, señores.

-Ahora vamos, Dorotha -Responde Edward con mesura y ella se retira.

-Estoy... esperando una respuesta -tengo que tragar saliva a mitad de la frase. Tengo la boca completamente seca.

-Una disculpa por la grosería, señorita. Mi nombre es Arthur Bareilles -El hombre se inclina y me ofrece su mano, la cual rechazo. Me extiende una sonrisa tranquila y mira por sobre su hombro a Edward -Me temo que no podré quedarme a cenar, señor Cullen. Ha sido un placer, Isabel -No es sino hasta ahora, que puedo notar el breve acento español del tipo.

Arthur me pasa de lado y se dirige hacia la puerta; Edward se apresura para alcanzarle y susurrar:

-Avisa a ese bastardo que su nombre es Isabella. No "Isabel" ¿Entendido?

La puerta se cierra y los ojos verdes se posan en mí una trillonésima parte de segundo antes de que continúen su camino. Tomo un respiro hondo antes de decidir dejar mi orgullo de todos estos días de lado y seguirle hasta el estudio.

Está sentado en su silla, imperturbable ante mi presencia, distanciada sólo por el escritorio. Lo miro fijamente durante más de cinco minutos, apoyo mis manos en la madera y doy un pequeño golpe con las uñas sobre ésta. Él me observa con altivez.

-¿Podrías, por favor, decirme quién era ese hombre? -Hay un esfuerzo casi sobrehumano en esto. Prometí no dirigirle palabra y ahora...

-¿Así que has resuelto hablarme, pequeña Isabella? -se echa hacia atrás en su silla- Ya me había hecho a la idea de no volver a escuchar tu voz.

-Contéstame y te dejaré en paz. Lo prometo.

-Oh, cariño. Tus promesas no valen nada. ¿Recuerdas?

La memoria de Edward obligándome a prometerle no volver a ver a Jacob se estampa contra mi cabeza y la deja dando vueltas, pues con la imagen también llega el recuerdo de él haciéndome el amor.

-Edward... no hagas esto. Necesito que me respondas. Sólo eso.

Odio que mi voz suene como una súplica cada vez que hablo con él. No puedo ayudarme a mí misma cuando lo tengo enfrente: siempre tan avasalladoramente guapo y elegante.

-Yo también necesito muchas cosas -musita.

Suelto una risa desganada que no puedo contener- ¿Qué podrías necesitar tú, cuando lo tienes todo? Además, no estamos hablando de eso.

You Can Be The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora