El Altar De Las Mentiras

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Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.

Gracias por sus reviews.

A leer.

Capítulo 24: El Altar De Las Mentiras.

"Eres el amor de mi vida, la oscuridad y la luz

Esto es un retrato de nuestra tortura".

Narrator's POV.

Bareilles se ajusta el saco y toca la puerta dos veces con golpes contundentes y sonoros.

Katherine le abre la puerta y se queda congelada, con ojos como platos que brillan de terror. Un grito se queda estancado en su tráquea.

–Mamá –es todo lo que atina a decir.

–¿Kat, quién es? –la voz de Renée pregunta desde la habitación.

–Mamá –repite ella.

Bareilles tamborilea los dedos en el marco de la entrada.

–Déjame entrar.

–No.

Él pasa de todas maneras y se sienta en el sofá.

–No nos hagas daño –ruega Katherine con los nervios a flor de piel–. Hemos estado aquí... hemos obedecido.

Bareilles no se inmuta, ni siquiera la mira, y se queda ahí hasta que Renée aparece en la estancia.

–¡¿Qué diablos haces aquí?! ¿Te mandó él?

Él sonríe de lado y apoya un pie sobre su otra rodilla.

–El señor Arnau manda decir que fuiste muy estúpida si creíste que nunca se iba a dar cuenta de tu... indiscreción.

Renée aprieta los dientes y mira a su hija.

–Ve al cuarto y cierra la puerta –ordena.

–No, mamá...

–¡Ahora!

Kat vacila en su sitio, pues teme que ese hombre pueda hacerle daño, pero su madre no parece asustada, más bien furiosa, y entonces hace lo que se le pidió.

Cuando están solos, Renée se cruza de brazos y lo perfora con la mirada azul claro.

–¿De qué indiscreción estás hablando?

–Escribiste una carta, Renée. William lo dijo.

Ella está aterrada por dentro, pero está harta de siempre ser la débil en la historia. Si este hombre va a matarla, al menos va a asegurarse de que esta vez pueda salvar Katherine.

–Lo hice –acepta–. ¿A caso Emmet fue tan estúpido como para creer que en realidad iba a olvidarme de mi Isabella? Tenía que protegerla de algún modo.

Bareilles la detiene levantando la mano.

–No me des explicaciones. No son de mi incumbencia. Solo vengo a cumplir con el encargo del señor.

–¿Vienes a matarme de una vez? De acuerdo. Siempre supe que esto terminaría así... Jamás debí haberme metido con esa escoria.

–Hmm, debo aceptar que es decepcionante. Pensé que lucharías un poco –dice Arthur poniéndose de pie.

–¿Tiene sentido? Solo deja ir a Katherine. Ella no tiene la culpa en esto.

–Ella no es la única inocente aquí. Isabella también ¿cierto? Y sin embargo ella ha llegado a ponérsenos en bandeja de plata.

You Can Be The BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora