—¿Estas escuchándome? — escucho la voz de Lizzy tratando de captar mi atención a mi lado.—Si, solo estaba pensando en algo —respondí tratando de dispersar mis pensamientos, haciendo una mueca mientras miraba la hora en mi celular viendo que ya eran más de las 6 de la tarde — vamos, ya es la hora de irnos.
Ambas recogimos las cosas de nuestra oficina y nos dirigimos al ascensor. Necesitaba dejar de distraerme con mis propios pensamientos, ya llevaba 4 meses trabajando en la famosa empresa Ferrari, pero parecía que a veces no terminaba de asumirlo, este lugar era increíble. La propuesta me llegó vía mail luego de hacer un trabajo reconocido internacionalmente relacionado a la importancia del marketing digital y la segmentación en las redes sociales para terminar mi especialización en Bussiness Intelligence, la cual por cierto con solo 26 años ya había terminado.
Mi presentación fue reconocida en otros países y un mes después fue cuando recibí una propuesta de Ferrari para venir a trabajar para el sector de E-commerce en la sección de marketing, y tengo que admitir que no fue para nada fácil. Fui criada en una familia clase media-alta la cual siempre me dio todo lo que yo quería, pero el problema era que siempre quise más. Fui muy juzgada por mi ambición, en especial por mis parientes y amigos, porque nunca nada fue suficiente para conformarme, siempre deseé más y todo eso fue lo que me llevó a terminar mis estudios mientras trabajaba para luego continuar con mi especialización y poder pagármelo yo misma. Lo cual fue una sabia decisión, tenía que admitir que era muy buena en lo que hacía, en serio.
Luego de viajar hasta aquí para tener una reunión con recursos humanos y luego con el director de la empresa, fue cuando me confirmaron que quedé oficialmente contratada, yo iba ser la encargada de ideas publicitarias para promocionar a Ferrari en cualquier plataforma, y así fue como conocí a Lizzy, una de las pocas mujeres que había en la compañía ya que a decir verdad, éramos casi nula la cantidad comparada con la de los hombres. Ella también trabaja en el sector de marketing, pero yo tenia un rango mas alto.
—Oh vaya pero que agradable sorpresa. — Escuché una voz masculina con un leve acento que interrumpió mis pensamientos.
Me giré levantando mi cabeza para mirarlo a la vez que las puertas del ascensor se abrían para darnos paso, sentí como mi amiga se reía de una forma sumamente baja a mi lado.
— Quisiera decir lo mismo, pero en mi casa me enseñaron a no decir mentiras Nicholas. — dije con mi voz más angelical mientras mi amiga y yo entrabamos en el ascensor a la vez que se cerraban las puertas.
— Realmente no te quedas ni un minuto más en el trabajo, entre esto y que el otro día estabas viendo mil maneras de morir en YouTube durante el horario laboral ¿es acaso alguna forma indirecta tuya de pedir que te despidan? O es solo que no tienes ganas de trabajar. — hizo un intento muy malo de puchero, fingiendo sentirse apenado por mí.
Maldito hijo de p...
—Ya te dije que había terminado mi trabajo y estaba en mi hora de almuerzo, lo que significa que durante ese horario estoy libre ¿o acaso tuviste algún daño en la cabeza que no te permite guardar información en ese pequeño cerebro que tienes? — pronuncié entre dientes.
—Hola Nick. — escuché la voz de mi amiga a mi derecha interrumpiéndolo mientras el abría la boca para contestarme— ¿Cómo estás?
Miré a mi amiga de reojo de forma rápida a la vez que ella me devolvía la mirada arqueando una ceja aparentemente divertida por la situación.
—Hola Lizzy, gracias por preguntar, muy educado de tu parte. — Contestó el a la vez que esbozaba una sonrisa. — se ve que a ti si te educaron bien en tu casa. Me encantaría decir lo mismo de ti, Maia.
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Ambición
RomanceMaia siempre había sido una chica muy ambiciosa, siempre fue criada para hacer lo que le gustara, pero también para hacer todo lo posible para tener un futuro exitoso, por eso mismo decidió irse a sus 26 años a vivir a Manhattan por un importante pu...