Capítulo 20

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Declaro esta cama como la mejor cama del planeta tierra. Si. Definitivamente.

Nicholas y yo habíamos vuelto por fin al hotel y después de una ducha totalmente necesaria en la que había intentado quitarme toda la intensidad restante de la conversación que habíamos mantenido, por fin me encontraba cómoda en mi pijama: una remera que por el tamaño podría parecer que me robé las cortinas del hotel y me las enrollé cuál vestido pero, era cómoda al fin y al cabo.

Mientras miraba el techo en una especie de trance de sueño-relajación, Nicholas estaba hablando por teléfono a mi lado, ya bañado y con lo que suponía que era el pijama que consistía en una remera manga corta negra y un pantalón de algodón negro.

—psss—dije por lo bajo de pronto mirándolo y pinchándolo fuerte con mi dedo—¡ey!

Nicholas se giró y me miró frunciendo el ceño.

Un momento per favore—tapó el micrófono del celular—Sabes que puedes simplemente llamarme por mi nombre, no hace falta que me pinches con el dedo, salvaje.

¿Acababa de llamarme salvaje? Desgraciado.

—Quiero pizza de ananá.

Puso cara de horror ante mi comentario. En serio ¿Qué clase de problema tenía la gente con a pizza de ananá? Era una delicia.

—Ni loco, va a contaminar toda la pizza.

—Eso no es verdad—lo miré mal y vi como ponía los ojos en blanco— Por favor, solo la mitad de la pizza.

—No—espetó—No pediré esa abominación.

—Por favoooor.

—No.

A ver, tenía dos opciones: hacer carita de perro mojado como si tuviera alguna clase de problemita o recurrir a mi mejor opción.

No pude evitar esbozar una sonrisa malvada mientras me daba vuelta apoyándome sobre mis piernas.
Estiré nuevamente mis manos y empecé a pincharlo en el estómago bastante fuerte aunque generando el efecto contrario que buscaba, quería que le doliera pero ¿por qué rayos se estaba riendo?

Mis pinchazos le estaban dando cosquillas.

Empezó a retorcerse mientras se reía y alejaba para que no me acerque a él. Volví a estirarme para seguir pinchándolo en penosos intentos de molestarlo, pero ahí estaba, riéndose como idiota y corriéndose hasta estar en la punta de la cama. Me acerqué más a él y continué, ahora si haciéndole cosquillas y el no contiabuana riéndose y jadeando.

—Para por favor—intentó alejarme con las manos mientras se apoyaba el celular en el hombro ladeando la cabeza para sostenerlo.

—Pídeme lo que yo quiera—insistí.

Quiso intentar hablar pero sus carcajadas no se lo permitían.
Vaya, que bonita risa.

Espera ¿qué?

Saqué esos pensamientos rápidamente de mi cabeza.

—Ahora si que no te voy a pedir nada, déjame hacerle el pedido de una vez— exhaló mirándome mal una vez que paré mientras destapaba el micrófono—Scusate il ritardo, posso ordinare una pizza con l'ananas per favore?

No sabía que había dicho, pero estoy segura que escuché la palabra ananá en esa oración y no pude evitar sonreír en forma de triunfo mientras me sentaba con las piernas cruzadas a la vez que Nicholas terminaba la llamada.

—Se que me pediste mi pizza de ananá—dije orgullosa— Aunque me gustaría aclarar que mi intención no fue jamás hacerte cosquillas sino más bien hacerte doler.

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