Miré mi celular una ultima vez esperando el mensaje de Nicholas.
Habíamos quedado que después del trabajo pasaría a buscarme e iríamos por camisas que podría usar tanto para la fiesta como para el almuerzo, tan solo quedaban quedaban 3 días pero el señorito recién hoy se acordó que necesitaba ir a hacer las compras.
Nicholas Idiota De Luca: estoy afuera.
Una vez que leí el mensaje de texto baje las escaleras y me dirigí a la entrada donde ya lo vi esperándome parado del lado copiloto al lado del auto deportivo más hermoso que había visto en mi vida, casi me quedo en shock, claramente era un Ferrari 812 GTS 2022 si no me equivocaba, y si tampoco me equivocaba ese auto estaba valuado en más de un millón de dolares.
Que envidia.
Obviamente jamás se lo halagaría aunque por lo poco que lo conocía, no era de esas personas que esperaban que las halagues por sus bienes materiales.
—No puedo creer que me hagas acompañarte—suspiré negando cuándo me acerqué a el.
—Hola a ti también, pequeña violenta—me sonrió de forma burlona para abrirme la puerta y esperar a que suba.
Le agradecí, una vez dentro del auto él no tardó ni dos segundos en dar la vuelta para luego meterse y arrancar.
—No me digas pequeña violenta si no quieres que te tire de tu propio auto—dije intentando sonar molesta y mirándolo mal.
Vi como se reía y no pude evitar pensar realmente lo bello que era, tenía una sonrisa preciosa con hoyuelos de ambos lados. Maldito hombre hermoso.
—Si dejaras de insultarme o amenazarme constantemente lo haría, pero como claramente no dejas de hacerlo, no pararé—puse los ojos en blanco ante su respuesta— ¿o prefieres que te diga bellisima?
—Preferirías que te mantuvieras en silencio y que dejes de utilizar palabras en italiano conmigo, ya te dije que no las entiendo—espeté.
Volvió a soltar otra carcajada ¿pero que acaso este hombre se la pasaba riéndose y sonriendo?
—Por si quieres saberlo significa bella— me miró de soslayo mientras conducía por la ciudad—Ponte el cinturón de seguridad por favor, no es seguro que no lo utilices—dijo cambiando el tono de broma a uno más serio.
—Perdón papá—me burlé colocándome el cinto como me pidió
—No es broma, si tuviéramos un accidente podría pasarte algo—continuó.
Bueno es verdad, yo generalmente cuándo conducía siempre lo utilizaba pero a veces me lo olvidaba.
Condujo por al rededor de unos 10 minutos hasta que llegamos al centro comercial y nos dirigimos a un local de Tom Ford.
Voy a pretender estar sorprendida porque haya elegido una de las marcas más caras aunque claramente mi falsa ironía se me notó en la cara porque no tardó en hablar.
—¿Qué? Me gusta vestirme bien—se encogió de hombros.
—No he dicho nada—fingí no entender de lo que hablaba.
Cuándo nos adentramos no tardaron en atendernos y enseñarnos el sector de camisas aunque para ser sincera, el se veía un poco confundido al observarlas.
—¿Que te pasa?—lo miré extrañada.
—No estoy acostumbrado a venir yo por mi ropa la verdad, tengo alguien que se encarga de eso—se sinceró.
A veces olvidaba que estaba frente a un multimillonario.
—Ya veo—murmuré y continué mirando las camisas— ¿y por qué decidiste venir aquí y no que tu empleado se encargue de elegirte tus atuendos?
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Ambición
RomanceMaia siempre había sido una chica muy ambiciosa, siempre fue criada para hacer lo que le gustara, pero también para hacer todo lo posible para tener un futuro exitoso, por eso mismo decidió irse a sus 26 años a vivir a Manhattan por un importante pu...