Capítulo 8

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Sentí el latido de mi corazón frenético contra mi pecho al atravesar el hermoso patio que tenia frente a mis ojos. Había un bello camino que se dirigía hacia la puerta y todos los bordes de este, estaban coronados por todo tipo de flores y plantas. Tuve que controlar mi deseo de dejar la botella en el suelo para tomar una foto del bello paisaje que tenía frente a mí.

Me di cuenta que había parado de caminar cuando escuché como alguien carraspeaba y dirigí mi mirada al lugar donde provenía el sonido.

—¿Te gustan?—Nicholas me observaba desde el umbral de la puerta para luego mirar a mi al rededor como si viera por primera vez lo que tenía en frente a su casa.

Sonreí volviendo nuevamente mi mirada hacia el jardín a mi alrededor también pudiendo identificar ese característico olor de mi flor favorita.

—Es absolutamente precioso—admití— Puedo sentir desde aquí mismo el olor a jazmín, es la flor que más me gusta de todas.

Me obligué a seguir caminando mientras el se mantenía en silencio observándome, una vez que llegué a su encuentro vi como continuaba con su mirada fija en mi para luego hacerme un gesto para que pase.

—Mi padre esta en la cocina esperándote y no te lo había dicho porque lo tome como algo obvio pero mi madre también estará presente en la cena pero no te preocupes—agarró delicadamente el vino de mis manos para sostenerlo mientras cerraba la puerta y caminábamos—es absolutamente encantadora.

Nos dirigimos con pisos de mármol blanco y maderas de roble demasiado sofisticados hasta que llegamos a una sala de estar el cual conectaba con un amplio comedor y cocina. Pude divisar al señor De Luca en la mesa utilizando una computadora demasiado concentrado para notar nuestra presencia.

—Papá, ha llegado Maia.

Al pronunciar esas palabras vi como mi jefe elevaba la vista y me sonreía. Habíamos hablado muy pocas veces pero siempre había sido bastante amable conmigo aunque claramente era un hombre de pocas palabras.

—Que gusto verte Maia, si me aguardas unos minutos nos pondremos al tanto sobre el trabajo pero ahora mismo quiero terminar esto.

—No se preocupe—sonreí sintiendo como mis latidos solo se relajaban un poco, casi a penas imperceptible—tómese el tiempo que necesite señor De Luca.

—Oh por favor, llámame Donato.

Asentí aunque no creí que pudiera hacer lo que se me pidió, mientras observaba a mi al rededor viendo muchas fotos que a lo lejos no podía divisar demasiado bien, hasta que escuché el sonido de una puerta abrirse.

De un lugar que suponía era una habitación salió una preciosa mujer de pelo castaño claro, piel levemente bronceada y unos ojos de color miel bellísimos, definitivamente era la madre de Nicholas, excepto por su pequeña nariz y sus ojos un poco mas grandes, era exactamente su replica.

—Hola querida ¿como estas?—pronunció esbozando una sonrisa cálida—Tu debes ser Maia, mi nombre es Francesca, soy la madre de Nicky.

Se acercó para envolverme con sus brazos y darme un beso en cada mejilla. 

También pude ver como de reojo Nicholas la miraba mal y le hacia una seña que no logré identificar bien ante el apodo con el que lo había llamado.

—Un gusto Francesca—le devolví la misma amplia sonrisa mientras observaba como se alejaba un poco pero apoyaba sus manos en mis hombros—Es un gusto conocerte.

—Nada de Francesca, llámame Fran—chistó con la lengua—Nada de formalidades aquí que ya bastante ambiente laboral hay cada vez que Nicky viene a casa a hablar de trabajo.

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