La música atronaba en mis oídos. El bar se encontraba llenísimo de gente, tanto que resultaba difícil caminar sin chocarse con otras personas. Colores azules y rojos neón hacía que la visibilidad del lujoso lugar sea poca.
Mire a mi alrededor, por encima de las cabezas y las luces de la ciudad de Nueva York se veía a lo lejos.
Nos encontrábamos en UpTown, un bar en el edificio más alto de Manhattan, precisamente en el piso 24. El ingreso al lugar esa sumamente exclusivo y tenías que ser socio para poder entrar, pagando mensualmente unos $3000USD al mes.
Cárter, Lizzy y yo solíamos venir bastante seguido aunque los últimos meses, precisamente antes del viaje las visitas se habían reducido a 0.
Al mirar a mi amiga vestida con un conjunto de Prada de color rosa y dorado no pude evitar sonreír. Se veía preciosa, con su cabello atado en una cola alta y unos zapatos que debían tener unos 10 centímetros de alto. Se veía guapísima.
Cárter llevaba una camisa gris y unos pantalones que le quedaban un poco sueltos—Cart estaba en contra de cualquier tipo de pantalón que fuera skinny. Creía que era un atentado hacia la moda.
Se veía excelente.
Bajé la vista a mi ropa. Tenía un vestido hasta la mitad de los muslos de satén color oliva con unos zapatos de tacón medio alto. Por el trabajo y las convenciones laborales podía estar horas con tacos de 10 centímetros pero lo único que quería esta noche era estar cómoda.
Ya habían pasado unas 4 horas desde que había visto a Nicholas pero mi cabeza era un total desastre. Una cantidad inmensa de sentimientos de todo tipo me invadían como un tsunami.—¿Por qué esa cara?—preguntó Carter levantando la voz para que pudiera escucharla por encima de la música. Sin embargo solo nosotros dos habíamos podido oírlo. Lizzy estaba más adelante, guiándonos hacia nuestra mesa en el sector más privado.
Al alzar la mirada, Carter estaba haciendo un puchero.
—¿Qué te sucede? Estás extraña desde que pasamos a recogerte—insistió y suspiré. Era un excelente amigo, siempre podía notar cuando algo me sucedía.—Es largo luego te cuento, necesito distraerme—volví mi vista hacia al frente al llegar a la mesa—O algún shot de algo.
Cárter se rió y los tres nos sentamos en los sillones de cuero.
Este sector tenía una luz neón violeta y todos los sillones que había al rededor de la mesa estaban pegados al gran vidrio que funcionaba como pared. El lugar era oscuro pero las luces de la ciudad que entraba por ahí nos daba un poco más de iluminación en el sector.
En este lugar había de todo. Parejas besándose apasionadamente. Grupos de amigos tomando, bailando, bebiendo o consumiendo algún estupefaciente. Otras mesas incluso podías ver parejas poliamorosas manoseandose de una forma bastante incómoda de observar, pero la música era buena y los tragos aún mejor, sin hablar de las vistas.
Al pasear mi vista por la mesa de al lado, una chica se agachaba sobre la suya para aspirar una línea fina de un polvo blanco. Ni siquiera hacía falta preguntarse qué era, ya todos los sabíamos. Sin embargo, la vista no me sorprendió nada. Tampoco a ninguno de mis amigos, estábamos acostumbrados a ver ese tipo de cosas, aunque ninguno de nosotros consumiera nada más que alcohol.
La respuesta de Cárter al hablar de cocaína o similares fue: "¿y arriesgarme a perder esta hermosa nariz? No gracias" A diferencia de la de Lizzy que fue simplemente un "Las drogas son para gente sin personalidad"
No se cuánto sentido se suponía que tenia eso, pero no hice más que asentir.Cuando el mozo se acercó a preguntarnos qué queríamos, cada uno pidió lo que solíamos consumir como primer trago. Cárter tomaba media medida de Whiskey con hielo, Liz un Martini y lo mío era un Gin Tonic, aunque esta vez lo pedí con doble Gin.
Apoyaron una bandeja con nuestras bebidas.—¿Vas a decirnos que te sucede?—Habló Carter moviendo el vaso con el hielo en el interior.
Hice una mueca. Ni siquiera sabía que decir porque no tenía nada de lo que quejarme.
—Si Nicholas te hizo algo...—continuó mirándome inquisitivo.
—¿Que? ¡No!—me atajé antes de que continuara. Casi quise reírme ante su miedo porque no había nada más alejado de la realidad que eso. Confiaba—me guste o no— en que estaba bastante alejado de ocasionarme algún daño. Ese no era mi problema—Es que me gusta...
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Ambición
Storie d'amoreMaia siempre había sido una chica muy ambiciosa, siempre fue criada para hacer lo que le gustara, pero también para hacer todo lo posible para tener un futuro exitoso, por eso mismo decidió irse a sus 26 años a vivir a Manhattan por un importante pu...