IV

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~ POV Arianna ~


-¿Me puedes explicar de nuevo por qué no puedo ir a la sesión con la psicóloga si es una terapia de pareja? Arianna, se supone que tenemos que arreglar esto entre los dos.

-Al parecer es mejor que vaya sola aunque sea estas primeras sesiones. No quiero que te enfades, Eric. No es para ponerse así y menos aquí en mi trabajo -miro de soslayo hacia la puerta de la cocina para comprobar que ni mi jefe, ni ningún cliente está cerca de nosotros. Lo que menos quiero es tener problemas con el señor Thomas por culpa de mí marido.

-Pero ya te lo pregunté ayer en casa y no me dijiste un porqué. Sólo que la psicóloga te ha dicho que es mejor que vayas sola. Ya te dejé la privacidad el lunes y ahora quiero estar. ¿No entiendes que estoy preocupado y que no quiero perderme nada? Además, tú no me vas a decir lo que vayáis a hablar ahí dentro.

-Es que por eso es una sesión privada, Eric. Si de verdad me respetas, deja que vaya yo sola hasta que me vea capaz de que nos acompañes -empiezo a deshacer el nudo de mi delantal para quitármelo y colgarlo en su sitio-. Además, estás en mi trabajo y nos puede escuchar mi jefe. Es mejor que te vayas a casa y esperes a que termine.

-Ah, no. Me quedo aquí tomando algo hasta que acabes o espero fuera de la consulta hasta que salgas de ella. No voy a dejarte sola.

Suspiro tratando de resignarme porque da igual que intente convencer a mi marido de que se marche si nunca me termina de hacer caso y además, estoy perdiendo segundos valiosos en los cuales ya deberá estar entrando al edificio de enfrente.

-Eric... Si te quedas, promete que no harás un escándalo o reprocharás a la doctora Persson por pedir que aún no participes. Ella es la profesional y si lo considera así, será porque es lo mejor para los dos.

Escucho la puerta de la cocina abrirse y veo entrar uno de mis compañeros con algo de preocupación porque no nos estaba permitido meter a nadie dentro de la cocina y menos dejar la parte de fuera sola.

-Es tu marido... Menos mal, Arianna. Estaba escuchando la voz de un hombre y me he asustado pensando que se podía haber colado algún cliente.

-Tranquilo, John -sonrío con amabilidad a mi compañero y noto como Eric coloca sus manos en mis hombros para pegar su pecho a mi espalda-. Ya se acaba mi turno y mi esposo ha venido a recogerme. Ahora nos iremos a casa -trato de salir del agarre que tengo pero me es imposible porque sus dedos se clavan en mi clavícula.

-No hay problema, Ari. Nos veremos mañana -el chico de unos años menor que yo acaba saliendo segundos después de despedirse de mi esposo y hago un movimiento brusco para poder salir de su agarre.

-Eric, no me hagas estas cosas delante de mis compañeros. ¿Acaso hace falta que demuestres por todos lados que soy tu mujer? Ya lo sabe y me has hecho daño -acaricio varias veces mis hombros justo en la zona donde me había estado apretando.

-Te mira con otras intenciones y eso no lo puedo pasar por alto, "Ari". Suena tan meloso ese apelativo en sus labios. No me gusta este chico y lo sabes.

-Y tú sabes que me da igual lo que te guste o no. Siempre me estás echando en cara que todos los hombres que se me acercan son porque buscan algo más de mí y no, Eric. Él es sólo mi compañero y no voy a seguir hablando del tema porque se me hace tarde -me alejo para coger mi bolso y el abrigo del ropero que tenemos en el lavabo del personal y salgo de la cocina sin ni siquiera esperar a mi marido. Hago un gesto con la mano para despedirme del jefe antes de salir a la calle y coger aire para relajar mi cuerpo.

-Podrías haberme esperado antes de salir de esa forma. Parece que me esquivas todo el rato y una cosa es que lo hagas en casa y otra que también sea delante de toda la gente -cierro los ojos apretando mis puños tratando de no soltar un comentario que empeore las cosas porque no quiero llegar a la consulta alterada y que la psicóloga se de cuenta de que he estado discutiendo.

Adentrándome en tu vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora