V

39 5 1
                                    


Las horas pasan tan rápido cuando estás ocupada y ya no quieres pensar en los días. Por fin he podido arreglar toda mi agenda porque al haber metido antes a la señora Collins, he tenido que hacer un par de cambios para que ningún paciente se quede desplazado.

Me resultó extraño que ella quisiera una cita tan pronto ya que con un día a la semana suele ser suficiente, incluso hay veces que cito a pacientes dos veces al mes para ir comprobando si siguen las pautas que les indico pero me da la sensación que necesitaba seguir hablando pero no tenía el valor para ello.

No me voy a quejar porque para mí poder verla antes es un alivio, su presencia me agrada y me da más margen para poder conocerla a fondo pero no quiero parecer demasiado incisiva y causar rechazo en ella.

Saber un poco de su pasado me da mucha información relevante. Estoy segura de que extraña esos momentos felices cuando estaba junto a su familia porque si te fijas bien, hay demasiada tristeza en su mirada. Es como si hubiese tenido que abandonar esa vida feliz para adoptar otra totalmente distinta.

–Tierra llamando a Helena, ¿en qué estás pensando?

–¿Eh? –no sé el tiempo que llevo sumida en mis pensamientos pero debe de ser bastante porque noto como Riley me está mirando como cara de pocos amigos–. ¿Qué me estabas contando? No te he prestado demasiada atención.

–Ya he podido darme cuenta, Hele. Te estaba diciendo que antes de que salieras de trabajar he intentado sonsacar un poco de información a tu secretaria y he visto su móvil iluminarse y ¿sabes qué? Tiene una foto con un tío. Un tío, Helena. Me da que no tengo nada que hacer contra eso pero yo no pierdo la esperanza.

Frunzo el ceño sin entender el descaro de mi mejor amiga ante el tema si le he repetido varias veces que Violet tiene pareja y no le interesa nadie más aparte de su novio.

–Riley, te he repetido ya infinidad de veces que dejes en paz a mi secretaria. Como me tenga que llamar la atención por tu culpa, te prohíbo la entrada a mi despacho. Y te aseguro que si tengo que elegir entre ella y tú, no lo dudo un instante.

–No dudas un instante en elegirme a mí, maldita perra. Me necesitas para sobrevivir –niego intentando no reírme para no darle la razón pero de verdad me preocupa que agobie a la castaña con sus insinuaciones.

–Creo que tiene una relación formal desde hace tiempo y no vas a conseguir nada. Puedes intentarlo con la chica esa que trajiste, la del niño. ¿Jean? O la mujer a la que le enseñaste la pulcritud de la barra del bar.

–No me interesan, además les gustabas tú y no soy ningún segundo plato aunque la chica morena estaba muy bien... Pero no, estoy interesada en tu secretaria y a mí no me gana un gafotas con cara de lerdo. Helena, tiene gafas de Harry Potter. Ella merece algo mejor.

Esta vez no puedo evitar la risa y me tapo la boca para no llamar demasiado la atención del restaurante en el que estábamos. Había visto alguna vez a su novio el cual solía venir a recogerla los viernes por la tarde pero apenas había cruzado dos palabras con él. No me parecía un adonis pero el chico tampoco estaba tan mal.

–Eres muy mala persona y el karma te lo va a devolver. Que sepas que somos antenas emisoras de energía y estás atrayendo toda la negativa por tus malas acciones.

–Deja de ponerte mística conmigo y vamos a pedir algo ya de comer que estoy muerta de hambre –afirmo a lo que dice y busco la carta con el código que está sobre la mesa para mirar los típicos platos del día y ver si alguno me convence–. Me apetecen unos macarrones con queso y ya está. Yo no me complico la vida.

–Mmm, no está mal. Quizás los coja yo también aunque no tengo mucha hambre así que creo que voy a cogerme unas bagels con salmón y queso azul.

–¿En serio? Si quieres te doy de mis macarrones y me dejas darle un mordisquito a tu bagel. ¿Qué me dices, mi querida mejor amiga?

Adentrándome en tu vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora