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He estado miles de veces nerviosa por diferentes motivos. Exámenes, citas, exposiciones pero nunca había estado tan nerviosa por ir a casa de una ¿"amiga"?.. No sé ni cómo denominar a la mujer que me ha invitado a visitar su hogar.

Es la primera vez que no sé ni que ponerme para la ocasión y me termino decidiendo por un vaquero oscuro con una camisa blanca que sobrepasa mi cintura para acompañarlo con unas viejas converse.

Quizás no es el look más sexy del mundo pero no voy a una cita como tal o se supone que esa no era la idea.

Termino por recoger mi cabello en una coleta alta para terminar cogiendo mi bolso para abandonar mi casa por unas horas.

Respondí al mensaje de la rubia queriendo saber al menos la hora a la que debía de presentarme en su casa y al final coincidimos que sería mejor llegar a la hora del café. Por ese motivo a las cuatro de la tarde estoy cogiendo un taxi en dirección a la casa que mi paciente comparte con su marido; porque sí, no debo olvidar que es casada.

Manhattan es una ciudad grande pero está todo muy conectado por eso no es raro tardar pocos minutos en llegar de una esquina a otra y más si te mueves por el centro.

Pago el viaje y me despido de la mujer que para mi sorpresa era la taxista y guardo su número para poder coger sus servicios en otras ocasiones ya que no era muy común encontrar a mujeres conduciendo transportes públicos.

-Venga, Helena. Piensa en qué sólo es una visita cordial a uno de tus pacientes para conocer más a fondo su vida -no es común tener relación con los pacientes fuera de la consulta pero hay veces que el destino no te deja otra opción más que convenirme a mí, le puede servir de gran ayuda que pueda introducirla al mundo del arte a través de la ayuda de mi madre.

Con valor me acerco al edificio donde reside la rubia y me fijo que ella también vive en un ático pero se ve mucho más antiguo. Un edificio de cinco plantas con una parte más alta que parecer ser una terraza o boardilla.

Tan sólo me hace esperar unos segundos para abrir la puerta y me adentro en el edificio para subir directamente por las escaleras observando la arquitectura de la estructura. Se nota que debe de tener muchos años por los peldaños de madera que iban crujiendo a medida que subía escalón a escalón.

Me presento frente a la puerta que da lugar a su casa y noto que está ligeramente abierta dando pie a que entrara sin necesidad de llamar. Es lo que hago para poder entrar a un recibidor bastante luminoso con un gran espejo que me deja ver mi reflejo de cuerpo completo. Cierro la puerta y escucho un ruido procedente de la cocina la cual se debe de encontrar tras la puerta abierta que está a mi derecha.

-No tema a seguir pasando, nadie le va a hacer daño -escucho a lo lejos y me muerdo el labio tratando de relajar mi cuerpo. No sé por qué he aceptado esta visita pero ya estoy aquí y tengo que ser valiente para dejar las cosas claras con esta mujer.

Doy varios pasos para adentrarme en una sala que podría ser dos veces mi cocina y observar cómo era un espacio inmenso y muy luminoso. Los muebles de un color blanco roto acompañan a los azulejos con dibujos florales que adornan las paredes.

-Creo que mi casa es tan grande como esta cocina -bromeo observando las ventanas que tienen un tamaño perfecto para dejar entrar la luz libremente.

-Es demasiado grande para lo que hago en ella ya que Lisa se hace cargo de cocinar y recogerla pero alguna vez me gusta disfrutar de ella -escucho su voz y no puedo evitar sonreír como si hubiera visto un ángel. Más bien lo estaba viendo. Vestida con una camisa de un color azul cielo, cubría su cuerpo justo hasta por encima de las rodillas y la acompañaba unas medias blancas que cubrían sutilmente sus gemelos.

Adentrándome en tu vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora