XVIII

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No sé en qué momento he cruzado la línea entre lo profesional y lo personal pero de algo estoy segura y es que ya no hay vuelta atrás.

Giro mi rostro y observo como su cabello luce brillando gracias a los rayos de sol que inciden a través de la ventana provocando que la imagen sea mucho más bella de lo que podía ser. Su cuerpo es bello y lo he podido descifrar esta noche. Ayer no pude resistirme y dejé a un lado mis principios para poder dejar salir mi parte más primaria y animal. Sé que no he debido cruzar esta línea pero no he podido resistirme a besar, adorar, anhelar su cuerpo como es debido.

Me fijo en un pequeño lunar de su cuello y coloco mi índice sobre él recordando cómo horas atrás he besado y acariciado como si fuera un tesoro para mí. Sus pestañas, largas y tan rubias como su cabello que cae en forma de ondas como si fuera un río adecuándose al camino que recorre.

Noto como hace un gesto con su ceño cómo dando a entender que la luz le molesta y me levanto para abrir la ventana unos centímetros y acomodar la cama para que esté bien cobijada.

Bajo a la cocina comprobando que mi madre ha dejado un desayuno preparado para ambas con una nota de que tenemos que estar antes de media tarde en el museo. Cojo la bandeja y preparo chocolate caliente para servir en dos tazas el contenido y subir la comida hacia mi habitación de la cual aún no ha salido mi acompañante.

–Parece que hará un buen día –la encuentro sentada sobre la cama con su torso desnudo y tan blanco como el mármol. Es tan hermosa que no sé con qué palabras describirla.

–Y va a ser un gran día para ti porque estoy segura de que vas a triunfar –dejo la bandeja sobre la mesilla y noto como sus ojos están fijados en los mío. No sé el tiempo que me pasé observándolos ayer porque no podía quitar la mirada de ellos.

Me quedo parada al otro lado de la cama y se mueve para gatear hacia mí y colocar sus manos sobre la tela de mi bata para acercarme a ella. Su cuerpo queda expuesto ante mis ojos y me atrae hacia ella para besar mis labios de una forma lenta y pausada mostrándome una sensualidad que no era consciente de que podía tener.

Me siento en la cama para rodear su cintura y sentarla sobre mi regazo rodeando mi cintura con sus piernas quedando totalmente subida sobre mí.

–Quiero... Mostrarte algún lugar –susurro sobre sus labios queriendo darle a entender que no podemos estar toda la mañana en la cama y quizás rompiendo la magia del momento pero ella continúa dejando besos sobre mi mandíbula que me cuesta cada vez más ignorar.

Quiero que me muestres lo que desees –pronuncia en mi oído en un susurro y cierro los ojos para poder controlarme y no desatar una parte más irracional.

Poco a poco regresan a mi mente imágenes dónde su cuerpo desnudo acariciaba el mío en movimientos rítmicos como si fueran danzas dónde mis manos llevaban todo el control.

–Tienes que comer algo y vestirte... No me lo pongas más difícil –sujeto su rostro para poder mirarla fijamente y sonrío al comprobar que es realmente inocente. Sus ojos brillan y sus gestos son sinceros dejándose llevar de verdad por sus emociones y no por las responsabilidades.

Me levanto y me voy a dar una ducha rápida mientras ella come lo que he dejado en la habitación. No ha llegado a pasar realmente nada porque tan sólo hemos pasado la noche juntas entre caricias y besos pero ha sido más que suficiente para darme cuenta que no deseo tocar otra piel. Vuelvo a la habitación tras quedar aseada y ella sigue desnuda pero esta vez mirando por la ventana de mi cuarto.

Desde mi ventana se ve un lago hermoso el cual tiene justo en el medio un árbol que en esta época del año se encuentra helado y el agua congelada. Me acerco a ella y rodeo su cuerpo para pegarla a mí y poder aspirar el aroma que desprende su cuello.

Adentrándome en tu vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora