XXVIII

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–"Doctora Persson, la señora Becka Griffin está ya aquí. ¿Le hago pasar?"

Giro el rostro en dirección hacia el interfono y salgo de los pensamientos en los que estaba inundada. En estos momentos Ariana se debe de encontrar en la entrevista en el museo y estoy bastante nerviosa porque quiero que le vaya todo bien y por fin tenga algo propio.

–Sí, Campbell. Dile que entre, por favor –suelto el botón del teléfono y me echo hacia atrás para respirar profundo y despejar mi mente.

Hemos pasado un par de días juntas y me siento muy cómoda con ella. Es cierto que seguimos conociéndonos cada día un poco más pero creo que ella va confiando cada vez en lo que vamos creando y estoy deseando que pueda dedicarse a lo que más le gusta para que le cambie la vida.

–¿Doctora, Persson? –una voz fina y delicada suena detrás de la puerta pero en cuestión de segundos aparece la figura de una mujer de baja estatura y cabello corto. Becka Griffin, esposa del señor Griffin, llevamos en tratamiento desde hace cuatro meses pero no parece que haya algún signo de mejora.

–Claro, Becka. Siéntate dónde quieras –le indico a la mujer que tome confianza como siempre hemos hecho y sonrío al ver como ella lo hace con un gesto más alegre de lo normal–. ¿Joel no ha podido al final venir?

Observo como niega varias veces con la cabeza y se sienta justo en el sillón de enfrente para colocar el abrigo sobre sus rodillas. A Becka la conocí en una reunión a la que acudí hace varios meses en la cual un antiguo profesor mío impartía una charla a mujeres que habían sido maltratadas y necesitaban ayuda para poder seguir hacia adelante. La mujer apenas intervino pero la encontré llorando en uno de los servicios y estuve hablando con ella. Desde entonces hemos estado teniendo contacto hasta que decidió por fin ponerse en manos de un especialista y así poder mejorar su vida en el matrimonio.

–Tiene que trabajar y no ha podido salir antes... Pero prefiero hablar con usted a solas.

Frunzo el ceño un instante y saco mi libreta para empezar a tomar notas de lo que me vaya diciendo. Su caso es algo complicado. Tuvo un matrimonio donde aguantó años de maltrato tanto físico como psicológico de un hombre el cual nunca la vio como una esposa, sino como una criada. Tras poder divorciarse, entabló una relación sentimental con Joel Griffin el cual ya conocía de antes y siempre estuvo enamorado de ella. Al igual que pasaba en la relación de Arianna, este matrimonio no mantiene aún relaciones ni gestos cariñosos por culpa del temor a ser de nuevo lastimada.

–¿Por qué, Becka? –miro a la mujer la cual parece menos arreglada que otras veces. Puede que esté empezando a tirar la toalla y eso no sería nada bueno–. ¿Ha pasado algo con tu marido?

–No... Él es bueno conmigo, ya lo sabes. Me respeta y espera lo que sea por mí pero pienso que no puedo hacerle perder más tiempo... ¿Entiende? Creo que... nunca voy a superar mis miedos.

Observo como agacha su cabeza y se abraza a sí misma para darse una sensación de autoprotección. Es una mujer que ha pasado por mucho daño psíquico y cuesta bastante salir de ese bucle de autoengaño en el cual crees que eres la culpable de tu sufrimiento. Un ser vivo sometido a un poder mayor, siempre tendrá cierto temor recreado por el recuerdo y la creencia de poder volver a vivirlo.

–Si dices que Joel es buen hombre, ¿por qué crees que está perdiendo el tiempo contigo?

–Porque yo no supero lo mío... Doctora, no puedo. Muchas mañanas cuando me despierto lo veo dado la vuelta y temo que se gire y me golpee porque no le he preparado el desayuno. O cuando salgo a hacer la compra, me da pavor gastar más dinero del que me ha dicho por si me deja días sin comer... –observo como hace gestos tratando de quitarse peso de encima pero tan sólo me da la sensación de que está entrando en principios de ansiedad–... ¿Y si vuelve a pasar?

Adentrándome en tu vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora