XIII

36 3 0
                                    

~ POV Arianna ~


No puede hacerlo, simplemente no puede.

Por lo que tengo entendido nadie es dueño de la vida de nadie y menos puede tomar decisiones en nombre de otra persona.

¿En qué momento ha cogido él las riendas de mi vida? Es cierto que quizás no estoy siendo el ejemplo a seguir de esposa perfecta pero eso no le da derecho a decidir sobre mi futuro. He tenido que dejar mi trabajo y ahora me dice que también debo de dejar las sesiones. ¿Todo por qué? Por estúpidos celos que matan sin ser consciente lo poco que aún me queda de unión con él.

He intentado cambiar, superar mis miedos y encontrar la manera de aceptar su compañía pero no puedo; nunca he podido porque realmente jamás acepté por mí misma esta relación.

Se pensaba que yendo a las sesiones con la psicóloga podría encontrar la solución a mi problema pero no tiene un remedio en el cual él pueda salir ganando porque estoy empezando a darme cuenta de que quizás jamás deje que un hombre me vuelva a tocar.

La terapia... Necesito ir, no por hablar de mí, no por desahogarme con alguien si no porque necesito volver a ver en sus ojos la preocupación que se refleja cuando me mira. No entiendo que tiene para que no pueda huir, para que no tenga miedo. Es la única persona que me provoca ir detrás y me genera la necesidad de saber que le intereso.

Quizás es sólo interés profesional y casualidad de haber aparecido en su vida pero ha conseguido tocar mi piel sin hacer que tiemble, cruzar mis barreras sin posibilidad de que las vuelca a formar. Eso es algo que no entiendo y no puedo controlar porque en tres años que llevo con Eric, jamás me he sentido tan cómoda como lo he hecho con ella y eso que me atreví hasta a exponerme delante de sus ojos.

–Arianna, ponte algo elegante que vamos a ir a ver a mis padres –la voz procedente de la puerta hace que salga de mis propios pensamientos y dirija mi mirada hacia el foco trasmisor del mensaje.

Henry y Emma Collins, mis queridos suegros. Los conozco desde que soy niña y siempre han sido cordiales con mis padres porque mantienen una relación amigable pero a mí nunca me vieron suficiente para su hijo y ahora me tratan cada vez peor. Son coloquialmente dicho "de clase alta" y una nuera que trabaja en una cafetería no es algo de lo que estén orgullosos.

–No me encuentro bien, Eric. Ve sólo tú. Discúlpame con tus padres –pronuncio buscando que el castaño termine por dejarme en paz pero en vez de eso abre la puerta de mi cuarto para mirarme desde el marco con gesto molesto.

–¿Vas a volver a hacer el feo de nuevo? Sabes que mi madre quiere verte y hablar contigo de cómo estás. Les he dicho que has tenido que dejar el trabajo y quieren que cenemos en su casa ahora que por fin se han mudado más cerca.

–No he tenido que dejarlo, me has obligado a hacerlo. No cambies los hechos, Eric –me giro sobre la cama para dejar el libro que tenía en las manos sobre la mesilla porque al fin y al cabo tampoco le estaba haciendo demasiado caso–. No me encuentro muy bien. Creo que voy a estar en esos días del mes y me dan muchos dolores cuando me pongo así.

–Siempre estás en esos días porque tu humor cada día es más insufrible. Me parece una falta de respeto más que haces hacia mi familia y estoy empezando a cansarme de...

–¿Cansarte de qué? Soy yo al que no ve a sus padres porque viven bastante más lejos que los tuyos. No es necesario que vaya yo a esa cena y menos a escuchar como vosotros habláis de negocios mientras tu madre me repite una y otra vez que tengo que quedarme embarazada pronto porque quiere nietos –aprieto mis puños sin darme cuenta a causa de la tensión que he acumulado en un momento y respiro despacio para tratar de relajarme.

Adentrándome en tu vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora