VII

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–¿Bebiendo para olvidar?

Hay veces que simplemente queremos pasar desapercibidos y sumirnos en nuestros pensamientos pero es complicado cuando irrumpen de golpe en aquello que inunda tu mente regresando de golpe a la realidad.

–Matando el tiempo... –levanté la copa que sostenía entre mis dedos fijando la mirada en el vidrio intentando ver a través de él–. Quizás así pase mucho más deprisa.

–¿Podría unirme a ti? –frunzí mi ceño ante una invitación tan repentina y girando el rostro de golpe ya me encontraba frente a la mirada de una mujer que no esperaba encontrar en un bar de mala muerte perdido por Chicago.

Podría jurar que es de mi altura, una chica de cabello cobrizo con unos ojos verdes que no resaltan más que las pecas que adornan todo su rostro.

–Eh... Sí, claro –con un gesto le indiqué que era libre haciendo entender a mí acompañante que era libre para sentarse junto a mí en la barra.

–¿Podría preguntar por qué una chica tan interesante está sola en este lugar?

Hay veces que no hace falta preguntar lo obvio pero no podía simplemente responder un comentario borde porque en sus ojos se mostraba un velo de amabilidad camuflada con un cierto interés. Quizás no era tan malo aceptar a alguien para matar mejor el tiempo.

–Bueno... Dicen que el alcohol es el néctar que los dioses crearon para alterar el estado de la mente y crear realidades alternativas. Hay veces que necesitamos experimentarlo para que la realidad se distorsione ligeramente.

–¿Quién dice eso? No lo había escuchado nunca.

–Lo he dicho yo, ¿no te parece suficiente? –la miré de forma desafiante provocando una reacción en ella notable, la cual terminó en un pequeño brindis que hizo juntando su copa con la mía.

–Lo ha dicho toda una dramaturga entonces.

Reí ante ese comentario y negué varias veces mordiendo mi labio interior. No sé por qué había acabado bebiendo varias copas en este local pero después de la visita que había recibido ese día, necesita despejar mi mente.

–Sólo tengo mi propio punto de ver las cosas –levanté mi copa de nuevo para señalar al resto de personas que se encuentran en el bar disfrutando de la música–. Para esa gente no soy más que otro ser humano disfrutando de una noche pero sólo son especulaciones, nada más.

–Supuse que eras una persona interesante y no me he equivocado. ¿Puedo saber tu nombre?

–Mejor mantengamos el misterio –no pude evitar fijarme en la cantidad de lunares de diferentes tamaños que adornaban su rostro. Siempre me habían parecido un rasgo muy bonito y exótico en una persona. No es algo común de ver en mi país y nunca había conocido a mucha gente que los tuviera tan resaltados.

–Me gusta como piensas. Me atrae mucho más este momento.

Fui yo la que en ese momento acerqué la copa a la de la mujer misteriosa para chocar el objeto causando que unas gotas del líquido que tenía dentro humedeciesen su mano.

–Por mas noches dispersas dónde sólo el momento es lo que importe, pase lo que pase –con un gesto pícaro, volví a beber del néctar de los dioses para dar paso a lo que pudiera pasar cambiando de golpe el devenir de la noche con un simple gesto.

–Así que tú eres la hija de Elliot... Esto no me lo esperaba...


–¿Pasa algo, Phoebe?

Adentrándome en tu vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora