XXVI

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La muerte, ese momento en que dejamos de respirar y nuestros órganos se van muriendo debido a la falta de riego sanguíneo y oxígeno. Todos tenemos que pasar por ese proceso porque nadie dura para siempre pero no se puede decir que no duela, provoca uno de los peores dolores que existen y que nadie merece experimentar.

Al parecer mi padre falleció unas horas después de que Phoebe me mandara el mensaje. Fallo respiratorio, dónde creen saber que sufrió una parálisis pulmonar a causa de la medicación que estaba tomando.

Debería haber estado a su lado, debería de haberlo visto antes de morir pero no esperaba que pudiera pasar tan pronto. En cuanto Salí del trabajo fui corriendo al hospital pero ya estaban trasladando a mi padre a su casa que es dónde le iban a hacer el velatorio y no tuve más remedio que volver a ese hogar que tanta angustia me provoca.

–Tu padre era un gran hombre. Siempre fue un buen amigo.

Giro el rostro hacia la mujer de cabello cano y vestido negro que me está cogiendo de la mano. Ni siquiera sé quién es y parece que me quiera consolar por un supuesto dolor que debo de estar sintiendo.

–Lo era... –noto mi garganta seca y cojo aire para sonreír como puedo ante la insistencia de la mujer. Me termina de soltar la mano para continuar diciendo lo mismo al resto de personas que formaban parte del círculo más cercano de mi padre ya que apenas mantengo la atención en nadie.

–¿Quién era?

Giro mi rostro saliendo del trance en el que me encuentro desde que he llegado a esta casa y me sorprende al ver a una mujer de cabello alborotado seguido de otra con un aspecto más recatado.

–Ril... Violet... Estáis aquí –sonrío con nostalgia ante la presencia de esas dos mujeres y me tiro a los brazos de mi mejor amiga para rodear su cuerpo con fuerza y esconder mi rostro en su cuello. No esperaba sentir algo así, creía que su muerte me iba a afectar pero no de esta forma tan intensa ya que aunque haya intentado por activa y por pasiva mitigar mis sentimientos hacia él, aunque fueran negativos, seguía generando un vínculo y ha conseguido estallar provocando en mi pecho un torbellino de emociones que no sé controlar.

–Cómo íbamos a dejarte sola ante el dolor –siento la mano cálida de la castaña acariciar mi espalda mientras Riley me aprieta con fuerza.

–Piensa que ya está, se ha acabado y que ahora puedes heredar lo que tenga que para algo eres su hija biológica.

–Riley, no digas eso. No es ni el momento ni el lugar –observo como mi secretaria regaña a mi mejor amiga mientras esta coge un canapé de una de las mesas que hay situadas por la casa. Niego varias veces quitándole importancia para que no se disguste y observo de reojo como mi hermanastra nos mira desde el otro lado de la habitación.

–Así que... Es esa chica... Está bastante buena.

Frunzo el ceño queriendo entender el porqué de ese comentario pero lo comprendo rápido cuando señala hacia la chica que se ha movido de su sitio para empezar a acercarse a nosotras junto a su madre. Kate Lindberg, es la segunda vez que la veo en persona y sigue sin agradarme su presencia pero no puedo evitar que quiera tener contacto conmigo cuando su marido se encuentra de cuerpo presente y yo soy la petición que seguramente le haya hecho en vida.

–Hola, chicas, ¿son amigas de Helena?

–Es un gusto tenerlas aquí, gracias por venir –la voz de Phoebe me sorprende más que la de su madre porque parece quebrada pero bastante entera.

–Riley Edwards y Violet Campbell, lo sentimos mucho, de verdad. Les damos nuestro pésame y espero que esté en un lugar mejor.

–Gracias, hija... Es un gusto que amigas así acompañen a esta señorita en su vida... Espero que puedan venir algún día a comer con Helena a esta casa.

Adentrándome en tu vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora