XXXIV

10 0 0
                                    

–Estoy gratamente sorprendida y me alegro mucho por vosotras, chicas –sonrío con amabilidad a la pareja que tengo sentada frente a mí porque después de meses tratando de ayudar en su relación parece que por fin se comprenden y quieren algo en conjunto de manera sana.

–Estoy tan emocionada, doctora Persson. Que sepa que está invitada a nuestra boda y lo haremos por todo lo grande. Quiero flores, un saxofonista, un cortador de carne que haga piruetas.

Me río ligeramente mientras doy un sorbo a mi botella de agua ya que noto como mi cuerpo sigue algo deshidratado por todo el alcohol que ingerí la noche anterior.

–Annie, no podemos tener a un cortador de carne que esté saltando, puede cortar a algún invitado –observo a la morena como pasa su mano por el hombro de su futura mujer en forma de caricia–. Pero todo lo demás sí, hasta podemos contratar a un humorista para que nos haga reír a todos.

Annie y Emily, dos mujeres que me han dado muchos dolores de cabeza por culpa de su falta de comunicación. Siempre vi amor en sus ojos pero notaba que no se escuchaban la una a la otra y tan sólo han ido tratando de poner parches en las grietas de su relación hasta que todo empezó a salirse de control y las broncas eran diarias, tanto que sus soluciones no eran las más adecuadas para poder salir de ese bucle.

–Bueno, podemos hacer que corte la carne y además nos cante rancheras.

–¿Por qué rancheras?

–Porque quiero que nuestra bosa sea por todo lo alto. Nos ha costado mucho llegar a dónde estamos y por fin me has pedido que me case contigo. Estoy tan emocionada que quiero cumplir todos los clichés que hay en las bodas.

Hago un gesto de redención con mis hombros a la morena al preguntarme si eso era normal. Parece que han tenido que hablar mucho en su casa para que Emily haya querido dar un paso así. Quizás haya sido por presión o su amor a la rubia pero me alegra ver que ambas pacientes están felices con la decisión.

–Y será perfecta, Annie. Tenemos que encontrar el lugar que más nos guste y allí nos casaremos. Por suerte no me van a poner objeciones en el trabajo si me pido unos días de luna de miel.

–¡Es que son tuyos! Entiendo que eres muy importante pero por derecho te los tienen que dar. Quiero que nos casemos en un jardín con cascada y una fuente que tenga carpas dentro. Que los invitados puedan columpiarse en un bonito columpio y que huela a jazmín cada rincón del lugar.

–Veo que tienes en la mente el dibujo de tu boda perfecta, Hall.

–Futura señora de Rodríguez, ahora. Quiero llevar el apellido de mi fantástica esposa –observo su sonrisa y como se gira para rodear la cintura de la morena. Parece que el ánimo de mi paciente ha mejorado gratamente y quizás sus inseguridades empiecen a desvanecerse.

–Seguro que lo lleva preparando desde que es niña, ¿verdad, Annie?

–Sólo desde que te conocí a ti.

Son una imagen realmente hermosa. En las anteriores sesiones no se miraban y muchas veces se sentaban en sillones diferentes para no estar si quiera juntas pero ahora no parecen querer separarse y no sé si he ayudado tanto como para conseguir este gran cambio pero es algo que me hace muy feliz.

–Yo mientras haya salmón, me conformo –le guiño un ojo a la rubia y vuelvo a beber de mi botella de agua. Por culpa de Riley y sus rondas de chupitos, la cabeza me va a estallar pero por suerte me pude tomar algo para el dolor antes de salir de casa de Arianna.

Arianna, el foco de mis pensamientos hasta cuando debo de estar trabajando. Su llamada me dejó bastante incómoda y preocupada pero no podía hacer el feo a Ril y Violet de marcharme para ir a complacer a la rubia. Tan sólo esperé a que terminara la fiesta y fue entonces cuando pude poner rumbo a su departamento ya que el audio que me mandó no me dejó mucho más tranquila.

Adentrándome en tu vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora