Epílogo

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5 años después

Elisabeth se removió en la comodidad de su cama, tuvo una noche de sueño placentero, tan placentero que por un momento olvidó que ese día tenía una presentación super importante en su trabajo por lo que debía salir de la cama y correr si no quería llegar tarde.

Se puso de pie y se miró al espejo, llevaba puesta una bata de seda negra que resaltaba muy bien la forma de su cuerpo. Pero lo que realmente ella se detuvo a mirar, fue su cabello, que ahora usaba corto por los hombros y de color rojizo.

Ya no quedaba en ella nada de la pequeña e inocente rubia que había sido años atrás. Si bien los años le habían añadido algo de voluptuosidad, seguía manteniendo un buen cuerpo, le daba gracias al cielo por haber sido bailarina en su infancia y adolescencia, e igualmente agradecía a la genética, pues al quitarse la bata para ducharse, su cuerpo, apenas vestido con una tanga, quedó expuesto frente a el espejo y a ella le gustó lo que vio.

Se ducho rápidamente, se vistió con unan falda corte A, negra que casi llegaba a su rodilla y salió de su habitación hacia la cocina llevando solo brasier en la parte de arriba mientras que dejó en la cama su camisa blanca de seda favorita.

- Buenos días Maya - le dijo con una sonrisa a la mujer que le había acompañado sus últimos casi 5 años en su nuevo hogar

Maya le devolvió el saludo y le sirvió el desayuno.

- Acompañame a desayunar - pidió Elisabeth en un puchero - por favor

La mujer se sirvió un plato y se sentó junto a ella.

- La niña Sarah estuvo anoche por aquí - comentó - pero como usted llegó tarde, no lo había comentado.

-Maya, Mayita hermosa, vives conmigo hace casi cinco años. Sabes que no me gusta que me trates de 'usted' - recalcó Elisabeth - ¿Sarah dijo que quería? , no me escribió.

Maya negó con la cabeza.

Sarah había sido la primera persona que le había abierto las puertas a Elisabeth, gracias a ella había conseguido su primer trabajo y también gracias a ella había conocido a Maya.
Era una chica alta, de cabello negro y piel blanca completamente pálida. Con unos ojos negros super penetrantes capaces de congelar el mismisimo infierno.

Sarah y Elisabeth se habían convertido en buenas amigas, pero los últimos meses ella había estado saliendo con alguien que no le hacía mucho bien, de esas personas que no parecían detenerse hasta que estabas completamente aislada del mundo, pero Elisabeth no había tenido la oportunidad de comentarlo y ahora que Maya había mencionado lo de la visita inesperada, debía tomarlo en cuenta a la brevedad posible.

- Ya hablaré con ella luego - comentó Elisabeth mientras terminaba su pan

Elisabeth se levantó de la mesa y dio gracias a Maya por la comida, debía darse prisa.

Se metió a su habitación y se arregló su cabello, acto seguido se puso algo de maquillaje sencillo y unas sandalias de Tacón en sus pies.

- Mi niña - La llamó Maya desde la cocina - haz dejado el jugo de naranja.

Elisabeth necesitaba la vitamina C para soportar la mañana que le esperaba, así que se tomó el jugo y justo en el último sorbo, derramó algunas gotas sobre la camisa blanca que vestía.

"Todo lo que va a salir mal, saldrá mal" se dijo mientras se quitaba la camisa e iba nuevamente a su habitación a cambiarse.

A Elisabeth no le gusto la idea de tener que cambiarse de ropa, pero no podía ir con la camisa sucia a su trabajo, menos ahora, que estaba a punto de ser ascendida.

No Tan Inocente - +18 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora