Capítulo #2

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Meses más tarde, Elisabeth ya se había convertido en una  nena diabólica amante del sexo. Al principio había dolido, eso solo las primeras veces, ahora, aprovechaba cada momento para tener sexo desenfrenado con su novio, en cada rincón de la casa.

Su padre, o bueno, su padrastro, era quien se hacía cargo de ella. Por suerte, nunca estaba en casa así que aprovechaban cada rato libre que tenían.

Desde su primera vez, habían transcurrido un par de meses, así que cualquier lugar de la casa podía ser un buen lugar para terminar entre penetraciones y gemidos.

A Elisabeth le encantaba, pues gracias a que su padrastro nunca estaba, ella tenía  toda la libertad de hacer lo que se le viniese en gana. Aún así, siempre se controlaba, iba a todas las actividades extracurriculares en las que debía estar, sabía varios idiomas, era buena estudiante y tenía siempre listas sus comidas al día. La soledad la había convertido en una nena diligente.

Sin embargo, desde que se había acostado con Angelo, ni siquiera ella misma se reconocía, quería acostarse con él a toda hora, en todos los lugares, experimentarlo todo, deseaba experimentar placer con cada fibra de su ser.

- Eres una niña mala - murmuró Angelo con una sonrisa mientras se le acercaba por la espalda.

La rubia estaba en la cocina preparando la cena en una tierna bata de seda rosa que generalmente marcaba todo lo que llevara por debajo pero en esta ocasión, no marcaba nada.

Angelo metió las manos por debajo de la bata para tocarla.

- Ya estas tan caliente - se relamió los labios mientras se acercó para apoyar su miembro en las nalgas de su novia - me encanta que seas tan atrevida solo para mí. Te amo tanto.

Elisabeth apagó la estufa y arqueó su espalda, levantando ligeramente su cadera para sentir a Angelo aún más.

Soltó un gemido cuando la erección de su novio se abrió paso entre sus nalgas.

Pero se reincorporó de inmediato.

- Vincent - susurró

- ¿Que? - Angelo parecía confundido ¿Acababa de llamarlo con el nombre de otro?

- No no, Vincent, mi padre, la cochera - pasó un segundo para que ambos palidecieran al darse cuenta que un vehículo se estaba estacionando - ¡Corre!.

Angelo, que no sabía que hacer corrió escaleras arriba, hacia la habitación de Elisabeth, tomó sus cosas y logró vestirse mientras veía por el ventanal cómo se estacionaba un auto en la cochera.

Del auto salió un hombre bien bronceado, alto y corpulento al que no estaba dispuesto a enfrentar. Cuando este se encaminó a la entrada, Angelo abrió la puerta del balcón y con ayuda de uno de los muros aterrizó en el pasto.

Estaba aterrado, sintió deseos de devolverse y rescatar a su novia, pero Elisabeth era la chica más inteligente que él conocía, seguramente podría resolverlo con facilidad, ya lo hablarían luego.

Elisabeth por su parte, había escuchado a Angelo correr escaleras arriba, lo que le preocupaba era ¿Por donde iba a salir?Sintió un impulso de estupidez de correr detrás de su novio pero lo mejor que podía hacer era quedarse allí abajo y entretener a su querido padre.

Cuando la puerta de la sala se abrió ella casi sintió un fuerte nudo en la boca del estómago.

Un hombre imponente de 1.89 apareció ante sus ojos, con la piel algo bronceada y el cabello negro como la noche.

- Papi - le saludó desde la puerta de la cocina.

- Mi pequeña rubia - le devolvió el saludo y se encaminó a la cocina - algo huele bien ¿Qué estás preparando?

No Tan Inocente - +18 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora