Capítulo #8

16.5K 359 17
                                    

El lunes Elisabeth se despertó muy temprano para ir a la escuela. Pensó que se trataba de un mal sueño pero no tardó en confirmar que estaba sola. Vincent se había marchado tal y cómo se lo había dicho. La pequeña rubia sintió una leve punzada en el estómago una sensación de vacío completamente nueva para ella. Estaba frustrada, con ganas y muy enojada.

Se había metido a la habitación de Vincent con la esperanza de encontrarlo allí, tendido en la cama como de costumbre. Pero no fue así, al entrar en la habitación principal solo encontró un cuarto vacío.

Cuando se habían quedado solos, tras la partida de Lisa, ella tenía pesadillas constantemente, así que solía ir al cuarto de Vincent y meterse en su cama, él le brindaba cierta sensación de protección, siempre se despertaba envuelta en sus brazos, protegida; nunca imaginó que terminaría deseándolo o que el terminaría inclinandola sobre una mesa para tocarla hasta el orgasmo.

Elisabeth se metió bajo el edredón azul noche que adornaba la cama de su papi, respiró su aroma, la cama olía a él, a su perfume, a su sudor. Sintió deseos de tocarse cuando la recorrió un ligero escalofrío. La calentaba imaginarse allí, en la misma cama donde había dormido de niña, pero ahora desnuda, con las piernas abiertas y con Vincent encima embistiendola hasta enloquecerla.

La punzada se hizo más aguda así que Elisabeth salió de las sábanas y corrió fuera de la habitación, sentía deseos de gritar pero ya tendría tiempo, por el momento debía vestir su uniforme e irse a clases.

Al entrar en la cocina la pequeña rubia notó que Vincent no mentía, Helena, que antes había sido su nana, ahora le hacia compañía nuevamente.

- ¡Helena! - Corrió hacia ella y le abrazó.

La mujer de 1.70 de estatura, contextura delgada y conservada para su edad, de cabello ya canoso se giro hacia ella y se le iluminó el rostro.

- Mi niña - le saludo mientras recibía su abrazo - ¿Que has hecho para que el Señor V. haya decidido traerme de nuevo?

Elisabeth bajó la cabeza, ella sabía que eran solo celos de Vincent, sabía que él solo quería controlarla, más personas era sinónimo de más ojos, ojos que él podía usar a su antojo.

- Nada - suspiró - se ha vuelto más estricto, es un ogro.

La pequeña rubia intentó cambiar el tema en búsqueda de conversación con Helena. La mujer había dejado de cuidarla hacía ya dos años, al principio porque uno de sus hijos había enfermado y luego porque Vincent estaba interesado en inculcar responsabilidades en Elisabeth dejándola sola en casa.

Elisabeth tomó rápidamente el desayuno y se encaminó hacia la puerta principal, allí se encontró con André y lo que se supone había sido su regalo de cumpleaños. Un flamante auto deportivo azul noche.

Elisabeth suspiró, ahora sería más difícil venir a casa con Angelo.

¡ANGELO!

Lo había olvidado por completo, su novio tenía tres días sin saber de ella, estaría preocupado o quizás molesto. Pero lo mejor era hablar con él en persona, sería bueno aclararle la situación y todo lo concerniente a su castigo y su nueva agenda completamente ocupada.

Elisabeth llegó al instituto católico y supo que al bajarse de su nuevo automóvil estaba atrayendo todas las miradas. Josephine se acercó a ella, una pelirroja de ojos miel y unos cuantos centímetros más alta que la rubia.

- Pero que bombón te ha traído nena - le Dio un abrazo y un casto beso en los labios como era costumbre entre ellas - esta guapísimo, y es todo un caballero, se ha bajado y te ha abierto la puerta. Está buenísimo...

No Tan Inocente - +18 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora