Capítulo #56

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Elisabeth despertó 48 horas después, al parecer tanto su mente como su cuerpo habían estado sometidos a tal nivel de estrés que simplemente habían decidido darle un descanso.

La pequeña rubia se removió en su camilla y abrió los ojos, al principio no sabia donde estaba, pero al darse cuenta que se encontraba en el hospital, la realidad le golpeó fuertemente como una ola. Quería hacerse bola y llorar, lo último que habían visto sus ojos era al amor de su vida y a su hermana, muertos. Aquello era un recuerdo que no salía de su cabeza.

- ¿Estás despierta? - escuchó claramente la voz de Vincent y Elisabeth se giró para mirarlo. Vincent estaba sentado en un pequeño sofá qué había en la habitación y Lisa dormía profundamente con la cabeza apoyada en sus piernas - hola

Le saludó sin poder moverse y Elisabeth admiró la imagen que le hubiese llenado de ternura si su corazón no estuviese tan lleno de tristeza en ese momento. Inevitablemente sus ojos se llenaron de lágrimas.

- Josie... Angelo... - Logró articular - ¿Están...?

Lisa se removió y abrió los ojos, se sentó sobresaltada y vio a su hija llorando, se puso de pie y se acercó a ella para abrazarla.

- Mi amor - abrazó a Lizzie y la recostó contra su pecho - pensábamos que no despertarías a tiempo.

Elisabeth quiso llorar desconsoladamente en brazos de su madre, pues después de tanto tiempo, por fin volvía a tenerla para ser su apoyo. Pero las palabras de Lisa se lo impidieron.

- ¿A tiempo para que? - preguntó Elisabeth sollozando e intentando secar sus ojos.

Lisa y Vincent se miraron, como si evaluaran las posibilidades de contar o no lo que estaba sucediendo.

- El sepelio - murmuró Lisa y Elisabeth se separó de ella para mirarla.

La realidad volvió a golpearla con fuerza, el funeral tenía lugar ese día y ella acababa de despertar para entrar a esa pesadilla. Deseó volver a dormir y despertar cuando todo hubiese terminado, pero tampoco podía no dar un último adiós a las personas que amaba.

- Te traeré algo de ropa para el funeral - ofreció Vincent.

Elisabeth asintió ligeramente mientras mantenía la mirada hacia el piso, no quería pensar en lo que realmente sucedía, le dolía, sentía que su corazón se partía en mil pedazos de solo pensar que parte de aquello era su culpa.

- Voy a tramitar el alta - esta vez fue Lisa quien le habló - el medico solo esperaba que despertases para enviarte a casa - aguardó esperando respuesta de Elisabeth - ¿Estarás bien un momento?

Elisabeth asintió ligeramente, era evidente que ella no estaría bien, solo quería hacerse bolita y llorar, había perdido a su novio, a su amiga y al bebé de su amiga al mismo tiempo. La vida podía ser muy cruel y ella era la muestra de ello. Parecía que el destino se había ensañado en su contra desde su nacimiento, parecía que su destino estaba escrito para perder a todas las personas que amaba. Aquello dolía tanto que podía sentír como un gran nudo se formaba en su garganta y cómo su pecho comenzaba a doler, su corazón se sentía en una prisión, como si tuviese cadenas al rededor y fuese imposible latir con normalidad.

Elisabeth tomó aire e intentó guardar la calma, necesitaba salir del hospital, se sentía presa y solo quería salir de allí.
Se bajó de su cama y caminó hacia una de las ventanas, se dio cuenta que estaba en un cuarto o quinto piso, porque estaban bien lejos del suelo. Y de repente un pensamiento automático cruzó por su cabeza: ¿Que pasaría si ella abriese la ventana y saltase de allí?

Se detuvo antes de deslizar la ventana y la idea se esfumó tan rápido como llegó, ella no podía acabar con su vida pero al mismo tiempo se sentía tan culpable, que no sabía como mitigar el dolor que aprisionaba su pecho. Se llevó su mano hacia su corazón, como en un intento de calmarlo. Pero no era muy efectivo, tomó dos respiraciones profundas con los ojos cerrados y al abrir los ojos miró al cielo, las nubes grises comenzaban a reunirse, llovería.

No Tan Inocente - +18 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora