Capítulo #7

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El fin de semana se había hecho largo, tan largo que Elisabeth estaba al borde de un colapso nervioso. Ella estaba acostumbrada al encierro, incluso aún teniendo novio, vivía para estudiar y estar en casa, sin embargo aquel castigo de Vincent había ido demasiado lejos.

La hora dorada hacía que la cabaña se viera abrumadoramente acogedora. Elisabeth, que no dejaba de mirar por la ventana en espera de que algún vehículo apareciera en su rescate, desechó el pensamiento lindo cuando recordó que estaba sola.

Hubiese sido mil veces mejor estar allí con Angelo, o con Vincent... Haría el amor con cualquiera de los dos por todos los rincones de esa casa.

La pequeña rubia se movía de un lado a otro mientras la ansiedad se la estaba carcomiendo, lo único que había hecho durante todo el fin de semana había sido dormir, comer y estar en pijama. Pero por muy bueno que fuese aquello, tenía responsabilidades, mucha tarea y un novio que probablemente estaría reventandole el celular a llamadas, mensajes y demás.

Se dejó caer en el sofá, el domingo se estaba acabando y ella aún seguía presa allí. Sin embargo el ruido de unos neumáticos frenando lentamente sobre la tierra árida en las adyacencias de la cabaña, la sacaron de su ensimismamiento.

- ¡Por fin! - dijo mientras se ponía de pie junto a la puerta.

Un hombre hizo su entrada, llevaba un traje gris plomo a juego con una corbata y lentes oscuros.

- ¿Señorita Elisabeth? - interrogó al observar a la pequeña rubia.

Elisabeth se quedó perpleja, esperaba a Vincent pero en su lugar acababa de aparecer un completo desconocido.

- Mi nombre es André, soy su chófer a partir de ahora, el Señor Vincent me ha encomendado su seguridad al trasladarla - hizo una pausa - por favor tome sus cosas, es hora de irnos.

Elisabeth no sabía que Vincent tenía empleados. Ella no sabía nada de Vincent en realidad, ni de su empleo ni de sus compañeros. No tenían una relación muy cercana, es más, ni siquiera tenían una relación. Ella se limitaba a ir a clases y él a darle dinero, aunque ella siempre lo vio como a un padre, conversaban poco.

Ella simplemente no se metía en su vida y a decir verdad, él tampoco se había metido en la suya. Eran como dos extraños habitando el mismo espacio, aunque no siempre había sido así.

Vincent siempre fue muy estricto, no dudaba en regañar a Elisabeth cuando tenía bajas notas. Por eso ella siempre había seguido las normas, estar temprano en casa, sacar buenas calificaciones, no salir sin notificarlo. Se lo debía, él se había hecho cargo de ella tras el abandono de su madre, aunque siendo honestos, ella ni tenía ni una pizca de su sangre, era la hijastra de la mujer que lo había abandonado por otro.

Quizás por eso no pasaba tiempo en casa, pero ya las cosas habían cambiado. Había sido fácil obedecerlo, ella no tenía esa vena rebelde o bueno, ella siempre pensó que no la tenía.

A partir de ahora las cosas cambiarían, se lo había repetido un millón de veces durante todo aquel fatídico fin de semana.

Sin embargo, ahora, frente a un desconocido, Elisabeth estaba pasmada, ni siquiera se inmutó cuando el hombre le dijo que fuera por sus cosas. Al cabo de unos segundos reaccionó.

¿Que cosas? Pensó.

Lo único que la acompañaba allí aparte de la ropa y la comida, era su uniforme escolar y el calzado que usaba para la escuela, su celular, su bolso y demás cosas estaban en el automóvil de Vincent.

La nena se encogió de hombros y caminó hacia la habitación, tomó su uniforme, zapatos, medias y se encaminó a la puerta donde aún estaba el joven.

No Tan Inocente - +18 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora