Capítulo 5

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Dejar de ayudar al maestro encargado del gimnasio, era algo que Jimin no podía dejar de hacer pues se sentiría mal y culpable por solo ayudarlo un tiempo por conveniencia y después ya no ir.

Es por eso que ese día había decidido ir a ayudarle, prometiendose que ignoraria el entrenamiento del equipo de basquetbol y solo ayudaría y se iría.

No había visto a Yoongi desde hace unos días, así que eso lo ayudo mucho para calmar sus ideas y comportarse con la cabeza y no dejarse guiar por sus pecaminosos pensamientos.

Y ahí estaba Jimin, en la oficina de materiales de deportes juntó con el maestro encargado del lugar.

– Solo pones las raquetas acá y los guantes de box por allá. Los balones los acomode hace un rato. Tengo una junta así que por hoy te dejare solo, si alguien viene a buscar algo, simplemente se lo das y que firmen la hoja de devolución, si es un maestro solo apunta lo que se llevó dónde dice su nombre. – explicaba el maestro a Jimin quien solo asentía con la cabeza – Regreso en media hora o en una hora así que no te vayas.

– Estaré aquí, hyung-nim.

Jimin vió al maestro irse y solo pudo ponerse un poco nervioso de estar ahí solo, ya que no sabía que esperar de aquel pálido que solo lo estaba viendo desde la lejanía en ratos desde que llegó.

Comenzó acomodando lo que se le pidió y dando algunas cosas a las personas que venían a pedir material. Había estado ocupado recogiendo y escuchando música para no quedarse viendo al equipo de basquetbol, acción que le ayudo pues estuvo concentrado durante veinte minutos sin prestar atención a lo que sucedía fuera de aquella oficina.

Sin duda la oficina era un lugar pequeño donde desde dentro se podía ver el gimnasio, solo había  poco material como raquetas y un escritorio donde el encargado administraba todo. Un poco más adentro había una puerta que guiaba a un cuarto grande donde se guardaba todo el material necesario para todos los deportes que se impartían, era el área de suministros y dónde había estanterías con cosas, balones, cuerdas y demás. Desde ahí no se podía ver el gimnasio, pero sí escuchar todo los ruidos de afuera.

Así que cuando entro a esa área de suministros, agradeció en su interior porque dejaría de ver la cancha del gimnasio donde entrenaba el equipo de basquetbol.

Jimin camino dentro hasta llegar al área de balones y pelotas para algunos deportes, se subió a una pequeña escalera para poder alcanzar la última parte de una estantería, ya que ahí estaban las pelotas de tennis, que era las que él buscaba y sabía el entrenador de tenis llegaría en diez minutos pidiéndole varias. Algo que pasaba todos los jueves sin falta.

Tomando dos pelotas en su mano decidió que bajaría de dos en dos para no caerse, y su plan hubiera funcionado de no ser porque sintió dos manos en sus caderas que lo hicieron confundirse y voltear su rostro con rapidez hacia un lado para ver el causante de aquello.

– No querrás caerte, lindura. – la grave voz lo hizo fruncir el ceño y simplemente apretar los labios un tanto descolocado por la repentina presencia del pálido.

Quitando los audífonos de sus oídos para escuchar mejor, supo que su corazón se había alborotado sin querer.

– Más le vale soltarme sino quiere terminar con una pelota de tennis en su rostro. – mencionó con molestia y sin tutearlo queriendo quitar una de las manos contrarias de su cadera, pero siendo imposible ya que él tenía más fuerza.

– No entiendo porqué me odias y me tratas así cuando solo busco ser amable contigo, creí que habíamos solucionado las cosas hace unos días. Además estuve pensando en lo que me dijiste.

Deseo prohibido [YM] [BP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora