Alicia y Sergio en el establo, ¿qué hubiera pasado si ella no vacía el arma del profesor, o, si el profesor la revisa, se da cuenta y entonces la carga?
- Hay gente que sueña con hacer puenting, y yo no me iba a morir sin robar el banco de España.
- Jodido narcisista egocéntrico hijo de puta, como me gusta tener razón.
- Si no bajas el arma voy a disparar.
- No va a disparar - el profesor quita el seguro a su pistola y sigue apuntándola.
- Baja... el arma - le aconsejó con toda la calma del mundo.
- No... vas... a... disparar, no vas a disparar.
El profesor, con total decisión y en un movimiento rápido, apuntó a la pierna de la ex inspectora, no quería matarla, pero sí herirla, para que deje de tocarle los cojones. El ruido del disparo se escuchó en todo el establo. El caballo que había justo detrás de la pelirroja comenzó a relinchar y moverse desesperado ante tal sonido que lo ensordeció. Y, al mismo tiempo, Alicia caía al suelo, sin soltar su pistola. La bala había ido directa a su muslo derecho, un par de centímetros más arriba de su rodilla.
- ¡Aaahh hijo de puta! Y yo que pensaba que no te atreverías, de verdad eres un hijo de puta, con todas las letras. ¡No te acerques, o dispararé! - dijo apuntándolo desde el suelo - de hecho, voy a disparar.
- Creo que usted tiene todas las de perder ahora mismo - el profesor seguía apuntándola - con un disparo en la pierna, una pistola apuntándola, y lo más importante, su hija.
- La niña - contestó susurrando - no me voy a rendir tan fácilmente profesor, está loco si piensa eso - la ex inspectora seguía apuntándolo con su mano izquierda, mientras que con su derecha tapaba el orificio de entrada en su pierna derecha.
- Tire el arma, por última vez, o la que sufrirá en todo esto será su hija, no se lo vuelvo a repetir.
- Cabrón - expresó con rabia, su cara lo decía todo, y su mano temblaba - está disfrutando, eh, profesor, pero le aseguro que sólo ha ganado esta batalla, lo voy a joder vivo.
- ¡Tire... el arma! O la próxima vez será otro disparo.
- ¡Joder! - Alicia, tras mucho pensarlo, tiró su pistola cerca del profesor, en esos momentos no podía odiarlo más.
- Así me gusta, inspectora, que obedezca.
Sergio cogió la reglamentaria de su rival, le puso el seguro y se la guardó en el bolsillo trasero de su pantalón. Echó un vistazo a ese lugar, mientras la ex inspectora se retorcía de dolor en el suelo.
- ¡La niña, joder! ¡Vaya a buscarla, está lloviendo! Por favor, está en el coche - suplicaba desesperada.
- No haga tonterías, la estoy observando.
Y, dicho esto, salió del establo y se dirigió al vehículo donde la pelirroja había dejado a su hija. Cogió la silla con el bebé y volvió a entrar a aquella cuadra casi abandonada. Alicia, desde el suelo, lo miraba con rabia. Como todo el mundo sabía, a la ex inspectora no le gustaba perder ni al parchís, por eso se sentía tan impotente, pero cuando vio acercarse esa sillita con su hija, sintió alivio. La niña estaba llorando, así que el profesor la dejó a su lado y se separó un poco. En la otra mano traía consigo un botiquín, de los que se llevan en el maletero del coche para emergencias, y lo dejó en el suelo. La pelirroja cogió a su hija para intentar calmarla, pero de momento no funcionaba.
- Mientras usted atiende al bebé, yo curaré su herida - dijo el profesor con total decisión abriendo ya el maletín, pero la risa de su enemiga hizo que levantara la vista hacia ella.
- Es usted la hostia, profesor, o sea que me pega un tiro y ahora va a hacer de cirujano, así, sin más.
- Si no lo hago, se va a desangrar, y no quiere que Victoria se quede huérfana ¿no? - respondió el profesor subiéndose las gafas con sus dedos índice y pulgar.
- Profesor, si antes me caía mal, ahora me cae peor, de verdad que lo odio - la niña seguía llorando.
- Debe tener hambre, lleva mucho tiempo sin comer.
- Espero que sepa lo que hace, porque como me pase algo, usted se queda con la niña, gilipollas.
Alicia sentía demasiado dolor, así que dejó a la niña, ya un poco más calmada, en su sillita, porque lo que necesitaba en ese momento era agarrar algo fuerte para así intentar soportar mejor la "operación" sin anestesia, sino, iba a destrozar a su propia hija.
- Necesito algo - el profesor la miró - ¡necesito algo para agarrar, joder! ¡Si va a meterme esas pinzas ahí, sin anestesia ni nada, deme algo para no reventarle la cabeza en cuanto me toque!
- Claro - el profesor miró a su alrededor, sólo encontró un puñado de paja, la juntó y se la acercó.
- ¡¿Me está vacilando, profesor?! - dijo furiosa - ¡¿Qué hago yo con esto?! - le tiró esa paja a la cabeza - rompa ese trozo de madera haga el favor, me servirá mejor que un puñado de paja - la pelirroja puso su mano derecha en su herida - ¡Aah! ¡No puedo más, es usted un inútil! - añadió con una cara del dolor que ya no soportaba.
- Inspectora, no voy a darle nada con lo que pueda utilizar más adelante en mi contra, así que agárrese a la sillita de su hija y quédese lo más quieta posible.
La pelirroja lo miró con una rabia que empezaba a no controlar, puesto que odiaba que le dieran órdenes. Después de unos segundos de miradas amenazantes entre los dos, la mujer hizo lo que ordenó su enemigo, y se agarró al reposabrazos de la sillita de su hija. Con esta acción, Sergio supo que ya podía comenzar.
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Entretenidos Relatos <Alicia Sierra>
FanfictionLa cosa es que imagino escenas que nunca se vieron en LCDP, sobretodo de Alicia Sierra, y las escribo. ¡Pasen y lean! ¡Espero que les guste! 😊