Amores Que Matan

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¡Hola a tod@s! Antes de leer el capítulo, os explico que esta es una historia que escribí para un concurso, con otros nombres y varias cosas diferentes, pero pensé que si lo adaptaba a "Alicia y Raquel" para uno de mis fan fics, quedaría bien, editando y cambiando algunas cosas 😋

Como dato, nunca había pensado en escribir sobre ellas dos así, pero pensé que no estaría mal publicarlo.

Sin nada más que añadir, espero que os guste y os entretenga tanto como a mí, mi imaginación aquí voló alto 😇
Os leo...


Son las tres de la tarde cuando Raquel sale de la comisaría a paso ligero, como si tuviera prisa. De un momento a otro, escucha un silbido a lo lejos; sabe de sobras de quien se trata, pero decide ignorarlo y seguir su camino.

- ¡Eh! ¡Raquel! ¡Para un momento! - grita Alicia, corriendo para llegar al lado de su compañera de trabajo.

- ¡Uy! No te había escuchado, lo siento.

- Sí, ya, claro, no es por nada, pero mi silbido se escucha hasta la otra punta del pueblo, y, a no ser que lleves auriculares - aparta un poco su pelo para ver su oreja - que ya veo que no, me tienes que haber oído ¿o me equivoco?

- Lo siento, iba distraída.

- ¿Estás bien?

- Sí, claro que estoy bien ¿por qué lo preguntas?

- Pues llevas todo el día como ausente, y te vi entrar varias veces al baño, y quedarte ahí un buen rato.

- ¿Me estás espiando?

- ¡Claro que no! ¡Pero me preocupo por ti, somos amigas desde hace mucho tiempo y sé que algo te pasa!

- No me pasa nada, de verdad.

- Pues dime por qué has estado llorando.

- ¿Qué? Yo no he llorado, yo sólo... Tengo alergia ¿vale?

- Muy bien - rueda los ojos resignándose, soltando un largo suspiro - ¿Cómo te va con Alberto?

- Bien, me va muy bien - responde la morena, evitando su mirada y mordiendo su labio inferior.

- ¿Sí? Pues me alegro mucho - contesta Alicia con cierta ironía - ¿Y se puede saber cómo te has hecho esto?

- ¿Esto? - levanta su mano temblorosa acariciando su ceja izquierda, y la herida que intentó ocultar con maquillaje - No es nada, me di contra el armario del cuarto de baño.

- Tú te crees que yo soy idiota ¿a que sí? Mira, podrás engañar a los demás, pero a mí no. Sé que algo no anda bien.

- Te juro que me di con...

- A mí no tienes que jurarme nada.

- ¿Has acabado con el interrogatorio? Parece que sigues en el trabajo, no soy uno de tus detenidos, así que déjalo ya.

Raquel se gira y comienza a caminar, pero su amiga enseguida la alcanza, agarra su brazo y le da la vuelta, pero este gesto hace que la morena suelte un gemido, tocándose la zona donde puso la mano su compañera, con dolor; la pelirroja, que es muy observadora, se percata de esa reacción, pero no quiere tirar más leña al fuego.

- Te escuché, esta mañana, gritándole por teléfono, pero luego estás cagada de miedo, mírate ¿por qué no lo dejas?

- Él no es lo que parece, de verdad me quiere.

- Típica frase de mujer maltratada, los que aman de verdad no pegan a sus mujeres, te lo he dicho millones de veces, Raquel, te salvé en el instituto de aquel malnacido, y ahora estás repitiendo el patrón con este... - pero su compañera no la deja terminar.

Entretenidos Relatos <Alicia Sierra> Donde viven las historias. Descúbrelo ahora