La Infancia De Alicia

257 12 10
                                    

35 AÑOS ANTES

Primer día de clase, allá iba una niña con pecas pellirroja de seis años, con su cola de caballo, un mono tejano de pantalón largo, una camiseta blanca de manga larga debajo y unas bambas del mismo color, era su primer día, y su madre la había dejado allí, sintiéndose abandonada, no quería ir a un colegio nuevo, pero, aun así, sus padres no la quisieron escuchar.

Alicia odiaba ser “la nueva” en cualquier sitio, siempre la miraban raro “¿sería el color de pelo? ¿O quizás las pecas?” pensaba ella, solía ser la única con el cabello anaranjado, y sentía siempre sus miradas en ella.

En el patio del colegio los niños corrían a sus respectivas clases, ella se quedó allí, en medio, observando todo, pero ni siquiera caminaba. Se escuchó el timbre que significaba que todos ya debían estar en clase. Una señora de unos sesenta años se aproximó mirándola extrañada.

- ¿Qué haces aquí sola, cariño? ¿No sabes dónde está tu clase?

- Yo… - la pequeña subió la mirada hacia la mujer, asomando unas lágrimas ya en sus ojos – no quiero ir a este colegio, no quiero ir a clase, mis padres me obligaron.

- Pero este es muy buen colegio, y si tus papás te trajeron aquí, sería por algo bueno ¿no?

- Se mudaron, por eso estoy aquí – sus lágrimas caían ya con rabia.

- A ver, bonita, está claro que a clase tienes que ir, te irá bien, además, estoy segura que eres muy buena estudiante, se ve en tu cara, y si alguien te molesta, puedes decírmelo – la pequeña la miraba casi convencida – Me llamo Rosa, y soy la conserje, siempre me verás en la puerta, y si no, pregunta por mí ¿te parece?

- Está bien – hizo una pausa observándola – Me llamo Alicia.

- Bonito nombre, igual que tus ojos, y tu pelo, me encantan. Vamos, te acompaño a clase, espero que tú sepas cuál es.

- 1º A. Tengo seis años.

- Muy bien ¿vamos? – la mujer extendió su mano derecha para darle un poco de confianza a esa pequeña que le causaba tanta ternura, acto seguido, la niña se la agarró y comenzaron a caminar.

Llegaron a la clase, pasaban cinco minutos de las nueve, y Rosa, de la mano de Alicia, picó a la puerta, abriéndola después.

- Buenos días, perdón la interrupción, pero me encontré a esta pequeña que es nueva y no sabía dónde era su clase.

- Tranquila, puede pasar, gracias Rosa.

- De nada – la mujer mayor, antes de abandonar la clase, le guiñó un ojo a la pelirroja, a lo que ella le sonrió.

- ¿Cómo te llamas, preciosa?

- Alicia – respondió con una tímida voz.

- Bienvenida, Alicia, te puedes sentar aquí – la profesora le mostró un sitio que había en primera fila, y la pequeña se sentó allí.

Una semana después, Alicia ya tenía una amiga, se llamaba Alba, morena, con el pelo igual de largo que ella. El primer día se le acercó, y desde entonces los recreos los pasan siempre juntas. Estaban sentadas bajo las escaleras comiendo cada una su bocadillo. La pelirroja llevaba un vestido negro estampado de manga larga, unos leggins de color granate, a juego con una parte de su vestido, y unas botas negras; su cabello estaba suelto, le llegaba casi a la cintura, con un pasador a cada lado de su cabeza. 

- Ali, creo que le gustas a uno de nuestra clase.

- Eso es mentira, no inventes.

- No invento, te mira con la boca abierta, y cuando pasas cerca suyo se pone nerviosito, y colorado.

Entretenidos Relatos <Alicia Sierra> Donde viven las historias. Descúbrelo ahora