Segundas oportunidades y limpiezas espirituales

275 7 8
                                    

Aprovechando que hemos estado en fechas de Halloween y ese rollo, he escrito un capítulo relacionado a ello. Entes, espíritus y demás.
Si tenéis curiosidad, adelante, leedlo.
Espero que os guste, os leo ☺️♥️


Tres años habían pasado desde que Alicia y Victoria abandonaron su país después del atraco al banco de España con sus respectivas reparticiones del oro. Decidieron viajar a Bali, Indonesia, uno de los lugares del mundo en el cual la ex inspectora estaba segura que no la reconocerían, ya que tenían una policía poco eficaz y, a la vez, sobornable.

Habían conseguido allí una casa enorme, casi demasiado para ellas dos solas, aun así les gustaba, sobre todo a la más pequeña, que se pasaba el día recorriéndola, subiendo y bajando escaleras sin parar, su madre no entendía cómo mantenía tanta energía.

Vivían en una zona situada al principio de un bosque, rodeada de árboles, naturaleza, una piscina natural que había mandado construir al menos de cinco metros, y unas casitas, separadas entre sí, donde vivían algunos vecinos.

Eran las tres de la tarde, la pelirroja estaba sentada en uno de los sillones, demasiado atenta a su teléfono, y la niña estaba jugando en el jardín, hasta que entró.

- ¡Mami! ¿Qué haces?

- Estaba mirando unas cosas aquí, nada importante.

- Entonces ven a jugar conmigo, sola es un rollo.

- Dame un minuto y vamos ¿vale?

- Vaaaaaaaaale.

Victoria se resignó y esperó a que su madre terminara lo que fuera que estuviera haciendo.

- Ya está. A ver ¿a qué estabas jugando? - preguntó, cogiéndola en brazos y besando su mejilla.

- Pues estaba saltando a la comba, me cansé y quise hacer volar la cometa, pero se me cae todo el rato.

- Eso es que no hace aire, mi amor.

- ¿Sabes que tenemos una mascota?

- ¿A qué te refieres?

- Hay un erizo en el jardín.

- ¡No jodas! Digo... ¿de verdad?

- Te lo prometo, mira ven.

La pequeña hizo ademán de bajar de los brazos de su madre, ésta la soltó, y fue guiada de la mano corriendo fuera de la casa.

- ¡Mira! ¡Allí está!

- ¿Y cómo hacemos para cogerlo? ¿No te pincharás?

- Por debajo, tiene pelito, ahí no hace daño, mami.

- Pues tienes razón.

Victoria fue detrás del animal y lo sujetó como había dicho.

- ¿Podemos quedárnoslo? Porfa, mami, porfa.

- Se puede quedar, pero en el jardín, nada de entrarlo dentro de casa.

- Jo, pero...

- Nada de peros, si quieres le podemos hacer una casita aquí para que duerma ¿qué te parece?

- ¡Súper!

Madre e hija se pusieron manos a la obra, ya que no tenían nada más que hacer esa tarde. Cuando ya estaba lista, Alicia se sentó en el césped observando a su hija perseguir al pequeño mamífero, e inevitablemente, se le escaparon unas cuantas lágrimas; intentó que la niña no se diera cuenta, pero lo hizo.

- Mami ¿qué te pasa? ¿por qué lloras?

- No es nada, cariño - secó sus mejillas mientras Victoria se tiraba a sus brazos en un tierno abrazo.

Entretenidos Relatos <Alicia Sierra> Donde viven las historias. Descúbrelo ahora