¡Buenas! Para l@s que no entendieron muy bien el capítulo anterior, de cómo Owen pasa a ser Germán, he escrito este capítulo como un extra, para dejarlo explicado todo mejor, espero que se entienda. Gracias por vuestros comentarios, espero que os guste 😊❤️
El tercer día de vacaciones, Owen se presentó en casa de sus vecinas favoritas para ofrecerles un plan. Llamó al timbre y espero unos segundos. Al rato abrió la puerta Alicia, que iba vestida todavía con camisón de tirantes de color blanco, y el pelo suelto, alborotado, todavía sin peinar.
- Buenos días, vecino.
- Buenos días vecina - le echó una mirada rápida de los pies a la cabeza, pensando en lo increíblemente guapa que se veía así, tal cual - perdón ¿creo que vengo muy temprano? ¿Os he despertado?
- Para nada, de hecho, íbamos a desayunar ¿quieres pasar? Te puedo preparar un café, si te apetece.
- No quiero molestar, sólo te quería proponer un plan.
- Pasa anda, que no molestas.
- De acuerdo, entonces un café está bien, gracias.
Owen pasó y, cuando Victoria lo vio acercarse a la cocina, la pequeña se levantó de su asiento corriendo y se lanzó a sus brazos, a lo que él correspondió alzándola en un abrazo.
- ¡Owen! ¿Vas a desayunar con nosotras?
- Eso parece, tu mamá me ha invitado, así que sí.
- ¿Café sólo? - preguntó la pelirroja.
- Sí, largo, por favor.
Mientras la ex inspectora estaba preparando el café, él se quedó unos segundos viendo su cuerpo, de arriba a abajo, boquiabierto, como si estuviera admirando una obra de arte, que es lo que le parecía aquella mujer desde el primer momento en que la vio. La niña se percató de la mirada de su vecino, y se acercó a su oído.
- Es guapa mi mami ¿eh? - levantando sus cejas divertida.
- ¿Qué? - respondió, sobresaltándose ligeramente.
- Que no dejas de mirarla, porque es muy guapa ¿a que sí?
- Eh, yo...
- No pasa nada, si quieres te guardo el secreto - añadió, guiñándole un ojo.
- ¿Qué susurráis si se puede saber?
- Nada mami, cosas nuestras, es un secreto y no te lo podemos contar.
- ¿De verdad no puedo saberlo? Pues vaya, no me gustan los secretos eh.
- Yo sólo le estaba diciendo...
- ¡Que le gusta mucho tu pelo! - se adelantó a decir la pequeña - dice que lo tienes muy largo y muy bonito - la pelirroja se puso colorada, no se esperaba esa confesión.
- Ah, pues gracias, aunque creo que ahora mismo no se puede apreciar bien, ni siquiera me he peinado todavía - expresó con algo de vergüenza.
- No te preocupes, no me voy a asustar por eso - los dos adultos sonrieron, mientras ya se sentaban a la mesa para desayunar - Bueno yo venía para ofreceros un plan, si no tenéis nada que hacer hoy.
- Aún no habíamos planeado nada, así que, si nos gusta tu idea, nos apuntamos.
- La cosa es que yo tengo una lancha alquilada, y me preguntaba si os gustaría ir.
- Nunca he subido a una, pero siempre hay una primera vez ¿no?
- ¿Puedo conducirla? - bromeó la niña.
- Sí, claro, tú quieres estrellarnos ¿no?
- ¿Entonces es un sí? - interrumpió Owen.
- Por supuesto, hay que probarlo todo en esta vida.
Y así planearon un divertido paseo en lancha. Madre e hija se pusieron el bikini y un vestido de tirantes de color verde pistacho, recogiendo su cabello en una cola de caballo. Su vecino las estaba esperando a fuera, con un bañador azul marino con dibujitos de anclas y una camiseta blanca de tirantes. Minutos después, las pelirrojas salieron de la casa para subir al coche de Owen, quien ya estaba preparado, e iniciaron la ruta.
Alrededor de unos cuarenta y cinco minutos, llegaron a su destino. Victoria se había dormido en la sillita del coche. Su madre se dirigió al asiento de atrás para despertarla.
- Mi amor - susurró, acariciándole la carita - ya hemos llegado, despierta.
- Mmmmmmm - se quejó la pequeña, sin abrir los ojos aún.
- Vamos, Victoria, que si no te vas a perder cómo saltan los delfines, tampoco podrás ver los peces, ni los pájaros... - la niña alargó sus bracitos hacia su madre, aún sin abrir los ojos, esperando a que la cogiera en brazos.
- Que perezosa estás hoy - la pelirroja desabrochó su cinturón y abrazó a su hija, alzándola en sus brazos, la cual dejó caer su cabecita en el hombro de su mamá para seguir descansando.
Caminaron hasta el pequeño comercio, hasta que les atendió un simpático muchacho. Arreglaron todo el papeleo del alquiler y uno de sus trabajadores les acompañó hasta la lancha. Una vez allí, escucharon con atención todas las normas que debían obedecer, y cuando estaban listos, se montaron a la lancha, se colocaron un calzado antideslizante, los chalecos salvavidas y dieron por comenzado su paseo, obviamente, con Owen al volante.
- Supongo que controlas esto, quiero decir ¿has llevado alguna vez una cosa de estas?
- Tranquila, pelirroja, que no es mi primera vez, está todo controlado. Tomad asiento y disfrutad.
Se acomodaron en los asientos y se dejaron llevar. Victoria miraba todo sonriente, más de una vez se quería poner de pie, pero su madre no se atrevía a dejarla por si se caía al agua. Es peligroso ir de pie, le decía, pero la emoción de la pequeña hacía que se levantara varias veces sin darse cuenta, cosa que la madre rápidamente evitaba.
- ¿Os parece parar aquí un ratito para darnos un baño? Hace mucho calor - comunicó Owen deteniendo la lancha en medio del mar.
- ¿Quieres bañarte, cariño? - observó a su hija esperando su respuesta.
- ¡Siii! ¿Me puedo tirar desde aquí arriba?
- Victoria, no, cálmate por favor, no seas loca, te puedes hacer daño ¿verdad, Owen?
- Ehh, sí claro, mejor nos tiramos por la parte baja, y evitamos daños innecesarios.
Al final Victoria se lanzó al agua, aunque desde la parte de más abajo. Su madre no quiso quitarle el chaleco salvavidas, por si acaso, a pesar de que la pequeña sabía nadar perfectamente, pero le daba miedo que cualquier cosa pudiera suceder. Los dos adultos sí nadaban solamente con el bañador. Estuvieron media hora en el agua aproximadamente, hasta que decidieron volver a montarse a la lancha. Owen hizo subir primero a sus dos compañeras de viaje, y, por último, lo hizo él. Se mantuvo unos segundos estático, observando como la pelirroja escurría su cabello, hasta que decidió moverse. No llegó a dar un par de pasos cuando se resbaló, cayendo su cuerpo hacia atrás golpeándose la cabeza desplomándose hacia el agua. Alicia, al escuchar el golpe, se giró y se acercó rápidamente al borde de la lancha, gritando su nombre, pero no lo veía, se había hundido.
- ¡Joder! Victoria, voy a buscar a Owen, tú sólo dale al botón de emergencia, es ese rojo de allí, lo aprietas y te quedas sentada, no se te ocurra moverte de aquí y mucho menos saltar al agua ¿me has entendido?
- Sí, mami.
Alicia se sumergió en el agua mientras su hija realizó lo que su madre le había ordenado. Por suerte, no se le hizo difícil encontrar a su vecino, pero estaba inconsciente. Lo acercó lo más que pudo a la lancha, ante la atenta mirada de Victoria. Ni siquiera ella misma supo cómo hizo para subir el peso muerto de su vecino, era exagerado lo que pesaba, y encima se resbalaba, pero lo consiguió. Lo tumbó boca arriba y observó si respiraba.
- Cariño ¿hiciste lo que te dije?
- Sí mami, le di al botón y salió un ruido enorme.
- Muy bien, mi amor, ahora hay que reanimar a Owen.
- ¿Se va a morir? - comenzaba a derramar unas pocas lágrimas.
- No, mi vida, porque lo vamos a salvar, y además ya están a punto de llegar los refuerzos.
La pelirroja dio unas cuantas palmadas en la cara de su vecino, acercó su oreja a su boca, pero no lo sentía respirar, así que dio inicio a la RCP. Colocó una mano sobre la frente y con la otra tiró del mentón hacia arriba, para evitar que la lengua impida el paso del aire a los pulmones. Comenzó con las treinta compresiones torácicas en el centro del pecho, cuando terminó, tapó su nariz y realizó dos insuflaciones uniendo bien sus labios con los de él para no dejar escapar el aire que ella le introducía. Seguía sin respirar, así que volvió con las treinta compresiones, y luego las dos insuflaciones. Así estuvo durante un minuto, o dos. Comenzaba a desesperarse, y en ese momento vio una lancha que se acercaba a toda velocidad hacia su posición. De repente, Owen, que su espíritu había volado libremente mientras estaba inconsciente quien sabe por dónde, ya no volvió a su cuerpo, pero éste sí despertó, echando toda el agua por la boca.
[GERMÁN: (Llevo cuidando a mi mujer y a mi hija durante cinco años, sin poder abrazarlas, sentirlas, tocarlas, sólo puedo observarlas y velar por su seguridad ¿por qué no aprovechar el momento?) Y dicho esto, el espíritu de Germán se metió en el cuerpo de Owen, no quería perder una oportunidad así]
- ¡Owen! Joder que susto me has dado ¿cómo te encuentras?
- ¿Dónde estoy? - respondió un poco desorientado mientras tosía y seguía echando agua por la boca.
- Tranquilo, ya vienen los servicios médicos.
La lancha que venía a toda velocidad, se detuvo al lado de la suya y un par de hombres saltaron a auxiliar al hombre que estaba tumbado en el suelo.
- ¿Qué ha pasado? - preguntó uno de los socorristas.
- Mi amigo cayó al agua, golpeándose la cabeza, salté a auxiliarlo y cuando conseguí subirlo aquí, no respiraba, estuve haciéndole la RCP, hasta que después de uno o dos minutos, no lo sé bien, despertó.
- Lo ha hecho perfecto, señorita, tendremos que llevárnoslo para mantenerlo en observación durante veinticuatro horas, y si todo está bien, podrá irse a casa - Owen agarró la mano de Alicia antes de que los socorristas hicieran cualquier movimiento.
- ¿Puedes venir conmigo? No quiero quedarme solo.
- Por supuesto, además, no tengo cómo salir de aquí, no sé conducir esta mierda, así que sí, vamos las dos.
Los paramédicos no pusieron resistencia, por lo que iniciaron el traslado de su paciente y madre e hija lo acompañaron al hospital más cercano. Allí le realizaron las pruebas pertinentes, le curaron la herida de la cabeza y lo dejaron en observación durante veinticuatro horas. Alicia y Victoria le hicieron compañía hasta que la pequeña se aburría, iban y volvían, así pasaron ese largo día, hasta que fue el doctor y le dio el alta al observar que estaba todo bien. Entonces recogieron sus cosas y se encaminaron a la parada de taxis.
- Tío, que susto me diste, te lo juro, no entiendo cómo pudiste caerte, si ya estabas arriba, joder, no sabes el esfuerzo que tuve que hacer para subirte a la lancha, fue horrible.
- Por suerte, pudiste hacerlo, cosa que te agradezco, sino no estaría aquí, así que gracias.
- De gracias nada, más te vale compensármelo, por el susto.
- Por supuesto que lo haré, si quieres podemos pasar por una tienda de chucherías y comprarte chicles, regalices y chupachups - la pelirroja lo miró sorprendida.
- ¿Tú cómo sabes que me gustan las chucherías? - Owen se quedó callado unos segundos, pero rápidamente respondió.
- Bueno, a quién no le gustan las chuches ¿no?
- Tienes razón. Pues ya sabes lo que tienes que hacer, un quilo de chuches para mí, y otro para mi niña.
- ¡Siii! - respondió emocionada la pequeña.
Y así llegaron a la parada de taxis, subieron y no tardaron más de quince minutos en llegar a casa. El taxista los despidió con un "adiós familia", comentario el cual ninguno de los dos adultos dijo nada, sólo se despidieron amablemente.
- Owen ¿vas a estar bien? Quiero decir, ya casi va a anochecer y pasarás la noche solo, no sé si te encuentras bien del todo o...
- ¿Por qué no te quedas a dormir con nosotras? - interrumpió la pequeña.
- Yo... no quiero molestar, estaré bien, no os preocupéis, y si necesito cualquier cosa, tengo tu número de teléfono, en cualquier caso, serás la primera a quien decida molestar - sonrió mirándola divertido.
- Está bien, pero no me parece tan mal plan lo que te ha ofrecido Victoria - acarició la cabeza de su hija, y, ante la mirada de las dos, tardó unos segundos en contestar.
- No os preocupéis, de verdad, voy a estar bien.
- Al menos quédate a cenar, y luego ya te vas.
- Está bien ¿cómo negarme a eso?
Entraron los tres en casa. Pasaron un par de horas muy amenas hasta que Owen decidió que era la hora de irse.
- Bueno, creo que ya me voy a ir.
- Porque quieres, ya sabes que aquí no te echamos.
- Lo sé, pero voy a descansar ya ¿nos vemos mañana?
- Claro, cuando quieras te vienes y planeamos algo, que no sea peligroso como lo de ayer, por favor.
- Tranquila. Buenas noches, chicas - Victoria alargó sus bracitos para que él la alzara, cosa que no dudó en hacer, y ella le dio unos cuantos besos en la cara.
- Buenas noches, Owen.
- ¡Victoria! ¿Desde cuándo tú tan cariñosa?
- Es que lo quiero mucho, mami, es muy bueno.
- Bueno ya está, con esas confianzas, deja al pobre vecino descansar - la pelirroja cogió a su hija de los brazos de Owen.
- Adiós Owen - se despidió con su manita.
- Hasta mañana.
Segundos después, se quedaron solas.
- ¿Tú qué?
- No he hecho nada malo, mami.
- Va, vamos a dormir, bicho, que eres un bicho.
Madre e hija se acostaron y enseguida se durmieron. Por su lado, Owen, en su casa, estaba feliz por lo que había conseguido, y ahora, con los progresos que estaba consiguiendo, lograría quedarse al lado de las dos personas que más amaba en el mundo, su mujer y su hija.
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Entretenidos Relatos <Alicia Sierra>
FanfictionLa cosa es que imagino escenas que nunca se vieron en LCDP, sobretodo de Alicia Sierra, y las escribo. ¡Pasen y lean! ¡Espero que les guste! 😊