Wanda.
Natasha caminaba de un lado a otro mientras yo bajaba las escaleras de casa.
—¿Y bien? ¿Qué opinas de las habitaciones?—Preguntó rápidamente acercándose a mí.
—Opino que... Tienes una gran habilidad para construir, eres muy talentosa y pensaste en todo.—Dije sonriente. Tomé su cuello y me puse de puntillas para poder besar su mentón.
—¿Y viste la zona de juguetes?—Preguntó. —No sé como les gustan, y tampoco sé si tiene juguetes, pero he enviado a Yelena a comprar juguetes de entre tres a doce años, y los separaré en edades, en las repisas.—Dijo emocionada.—Y...
—Amor... Está todo increíble. —Murmuré.—Eres asombrosa y sinceramente no creí que trabajarías tanto en esto.
—Dijimos que los haríamos sentir cómodos. Eso quiero. Ya instalé el estéreo. —Dijo enseñándome una aplicación en su móvil que controlaba la música en toda la casa.
De fondo comenzó algo de jazz. A Natasha le encantaba el jazz cuando la conocí, nuestra primera cita oficial fue en un club de jazz.
—Eres muy inteligente, amor. Me gusta como estás manejando todo. ¿Yelena ya sabe de los niños?—Pregunté y ella negó.
—Cree que estoy en un delirio de los cuarenta.—Admitió con una encantadora sonrisa y acomodó sus gafas. —No me interesa. Estoy genial.
—¿Te sientes emocionada?—Dudó antes de hacer una mueca.—Dijimos que siempre habría sinceridad en nuestros sentimientos. No tengas miedo de expresarte conmigo.
—Tal vez me emociona un poquito. Eso no significa que mi idea o nuestro acuerdo haya cambiado. Son tres niños, que probablemente no habría tenido ni habría querido tener de forma...—Movió sus manos y tocó mi abdomen.—Ya sabes, aquí.
Sonreí.
Volví a besarla cortamente en los labios. Es muy linda.
—Ya, entiendo, mi amor.
—Grandioso. Bien. ¿Cuándo los conocemos?—Preguntó y señalé el reloj.
—Cuando sean las...
—Wanda. Construyo casas, no soy una científica. No sé leer aquél reloj.—Dijo rápidamente. La miré extrañada.
—¿Y cómo podías darme la hora cuando te preguntaba y señalaba ese reloj?
—Decía lo que creía, no quería que me abandonaras por no saber leer la hora en el reloj con palitos y líneas.
—¡Palitos y líneas!—Repetí cubriendo mi rostro con mis manos.—¡Eso explica le por qué jamás llego a la hora a ningún lado, Natasha!—La regañé.
—¡Lo siento, bien!—Dijo ella rápidamente y me besó. Gruñí contra sus labios y ella volvió a repetir aquello. —Te amo.
—No confiaré más en ti.—Admití.
Ella giró los ojos.
—¡No es mi culpa! Ahora, ¿cuándo nos venden a los niños? En horario normal, por favor.
Es una...
—A las tres, ese horario dispuso Barnes.
—Okay. Sólo quedan... Veinte minutos.—Dijo mirando su móvil. —¡¿Veinte minutos?! ¡Oh, Dios!
—Natasha. Cálmate. —Dije viendo como comenzaba a caminar de un lado a otro en busca de sus cosas, las cuales ya traía encima.—Amor.
—¡No encuentro mi móvil!
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Juguetes rotos -Wandanat; scarletwidow.
FanfictionMax, Jake y Jean. Sólo tres nombres y una historia, recuérdalo antes de cometer un error.