7. Hey, niños.

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Natasha.

Me desperté envuelta en una capa de sudor. Observé la hora, cuatro y treinta de la mañana.

Wanda dormía placidamente a mi lado, mi estómago da retorcijones. Retorcijones dolorosos, estoy ansiosa.

Observé a mi esposa dormir en ropa interior a mi lado, tomé su cintura y me pegué a ella rápidamente. Me siento incómoda. Necesito una ducha. Solté su cintura y ella se dio media vuelta, me observó fijamente. Bostezó y me detuvo tomando mi rostro.

—¿Qué sucede?—Preguntó y me encogí de hombros.—¿Pesadillas?—Asentí lentamente. Esta vez fueron distintas.—¿Vas a la ducha?—Preguntó y asentí.—¿Qué cambió?

—Estábamos tú y yo.—Murmuré.—Soñé algo horrible.

Recuerdo mis gritos suplicando por Wanda, y como ella no estaba en ningún lado. Negué apartando aquellos pensamientos. Mi corazón aún está acelerado.

—¿Qué pasaba?—Preguntó acariciando mi mejilla. Me acerqué más a ella escondiendo mi rostro entre el valle de sus senos, buscando un refugio momentáneo hasta que lograra acallar mis latidos desesperados.—Amor, estoy aquí.

—No te encontraba, y tuve muchísimo miedo, Wanda. Tal vez es mi ansiedad por los niños.—Confesé.

Tengo la valentía y la confianza de decirle a Wanda como me siento y que siento. Valoro muchísimo eso en la relación que tenemos.

Puedo ser siempre transparente con ella, incluso si temo sacar afuera algunas cosas. Ella asintió lentamente.

—¿No crees que estemos preparadas, no?—Preguntó y suspiré.—Aún no he enviado papeles que hablen de que los tendremos aquí mientras consigamos una familia que anhele tres niños de acogida. Puedo dejarlos ir al orfanato.—Dijo nuevamente. Negué.—No puedes forzarte, Natasha.

—Sólo quiero ayudarlos.—Dije yo desesperada de ni siquiera yo misma entender las sensaciones que me daba mi cuerpo. —Pero me aterra, porque es algo... Extraño, y nuevo y...

—Natasha. Se sincera conmigo.—Dijo ella.—Nunca mencionamos el por que no queremos ser madres, sólo se dio en una charla, y se mantuvo por diez años, quiero que me digas la razón. ¿No te ves capaz de tener hijos?

Negué rapidamente.

—No, nunca me he planteado eso. Sólo que yo jamás tuve una familia y no creí que tendría ganas de tener hijos, porque...

—¿Por qué?—Insistió y dejé ir un suspiro pesado. No quiero decepcionarla.—Natasha. Soy tu esposa. Nada de lo que me digas va a espantarme. Somos una pareja y somos las mejores amigas del mundo antes que todo.

—No lo sé, pensaba que quizá si mi madre no fue capaz de amarme, yo no sería capaz de amar a un niño y de criarlo con amor y la cercanía necesaria.

Wanda asintió y se sentó en la cama. Me acerqué a su lado y ambas nos apoyamos en el respaldo mientras nos abrazábamos.

—No necesitaste a tu madre. Eres una adulta independiente y trabajadora, haz hecho un increíble trabajo en todo lo que te haz propuesto, y lo haz hecho tú sola y por ti misma. Natasha, si tú no te sientes capaz de que tomemos esta decisión, es totalmente respetable. Te apoyaré en lo que decidas.

Vi un amago de decepción en su rostro. ¿Qué me pasa? Son solo tres niños y ya. Tal vez la charla con Yelena me ha desanimado, pero incluso si no tengo aquél sentimiento de necesitar criar como el que Clint sentía, sé que quiero ayudar a Wanda. Ella necesita encontrarle un hogar a esos niños, yo quiero ayudar a alguien con las mismas necesidades que yo tuve y ellos necesitan una familia temporal, Wanda no tiene problemas en ser parte de esa familia temporal y yo no tengo problemas siempre y cuando sea con ella.

Juguetes rotos -Wandanat; scarletwidow.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora