Natasha.
—¿Y qué tal todo con tu hija?—Pregunté a Ikaris mientras descorchabamos unas cervezas heladas. Hank se sentó a unos metros de nosotros y comenzó a leer algo.
Siempre está leyendo.
—Bien. Es grande y está muy sana. Gracias por dejarme ir antes aquél día, jefa. Realmente lo aprecio.
—La familia va primero, Ikaris. Si yo tuviese hijos, también los priorizaría.
—No quiero entrometerme, pero oí de Druig que pensaba adoptar niños.
—¿Cómo supo Druig eso?—Pregunté rápidamente.
—Makkari, su novia. Trabaja con su esposa.—Dijo Ikaris.—Sersi y yo cenamos con ellos hace unas semanas, ellos lo comentaron.
—Ya veo. De hecho, sí. Adoptamos como familia de acogida, es temporal mientras conseguimos otros padres para ellos, de momento todo va bien, aunque yo no soy mucho de niños, ha resultado de buena forma.—Murmuré. —Mi esposa tiene una hermana menor y viene de una familia grande, ella sabe más sobre ésto, se adapta mejor.
—Ya veo. ¿Cómo se llama el niño?
—Son tres. Hermanos. Max, Jack y Jean.
—Tres niños. Grandioso.
Negué rapidamente. ¿Por qué deciden ponerle un género a los nombres? Que tontería. Yo no me llamaría Natasho si fuese niño, incluso Nat suena increíble para un varón. Bah.
—Dos niñas, Max y Jean. Jack es el niño.—Murmuré.
—Oh, lo siento, sólo asumí.
—No te preocupes.—Dije y le di un largo trago a mi cerveza. El líquido amargo y algo espumoso recorrió mi garganta dejando la sed en el pasado. Simplemente necesitaba una cerveza.—Oh, Dios. Que gran bendición es ésta.—Dije besando la botella de cristal de un color oscuro.—Que gran creación. Dios bendiga a quien creó la cerveza y a sus hermanos, los demás alcoholes.—Exageré e Ikaris sonrió.—Llevaba días, semanas sin dar un sólo trago de cerveza a mi organismo. ¿Cómo sobreviviré a no poder beber en casa?—Pregunté de forma retórica, sin embargo Hank respondió.
—Eso significa que podría tener dependecia al alcohol, lo cual no es realmente un buen signo de sanidad.—Murmuró. Levanté la mirada y lo observé.—Oh, yo... Lo siento. He estado estudiando, regresé a la escuela. Como me dijo, señora Romanoff.—Sonrió tras sus gafas y no pude evitar una sensación de orgullo crecer dentro de mí.—Seguí su consejo.
—Eso me pone muy feliz, Hank. ¿Necesitarás horarios flexibles? Podríamos hablarlo en mi casa. Pásate cerca de las siete. Quédate a cenar.—Murmuré y él asintió lentamente con una sonrisa.
—Gracias, señora. Me pasaré. Sólo debo entregar unos cuantos papeles antes de eso. Gracias, de verdad.
Le guiñé un ojo y seguí bebiendo de mi cerveza. Al acabarla, Ikaris y yo observamos el minibar.
—¿Tres rondas y nuevamente al trabajo?—Pregunté.
—Usted es la jefa.—Dijo sonriente. Tomé dos cervezas más y las descorché rápidamente. Una cerveza más, una menos. Extrañaba ese sabor y sé que Wanda no está de acuerdo en que yo beba delante de los niños, y considero que tiene toda la razón.
No es un ambiente para dos pequeños y una adolescente que necesita buenos ejemplos.
Recibí un mensaje de texto de Yelena, lo cual me hizo preocuparme un poco.
Lena. He estado leyendo sobre mi padre. Su información no es verídica, y la casa en la que vivo, pertenece a la familia Vostokoff. Son rusos.
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Juguetes rotos -Wandanat; scarletwidow.
FanfictionMax, Jake y Jean. Sólo tres nombres y una historia, recuérdalo antes de cometer un error.