34. Juguetes. [Epílogo]

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—Alice, ven aquí...—Llamó Max a su pequeña hermana quien lentamente avanzaba hacía ella. La muchacha de dieciocho años sonrió atrapándola en sus brazos.—¡Eh, mamá que ha venido!

Wanda Romanoff quien acariciaba el cabello del pequeño Jack de trece años, sonrió al ver a su pequeña hija comenzar a dar sus primeros pasos en brazos de su amada hermana mayor.

La castaña sentía que absolutamente toda su vida había esperado por algo así, sin siquiera saberlo, estaba cumpliendo el sueño de su vida, tener una familia tan linda como la que alguna vez tuvo de pequeña.

—¡En casa!

El grito de la mayor del hogar acababa de alertarlos a todos. Natasha Romanoff con el cabello un poco más largo apareció delante de su familia acompañada de Jean. La pequeña de ocho años volvía de la escuela se ballet.

—Adivina a quien han elegido para hacer un solo....—Mencionó la orgullosa madre pelirroja señalando a su pequeña quien se sonrojaba al oír a mamá hablar de ella.—¡Ésta hermosura!

Tomó a su hija de ocho años besándole el cabello y dando vueltas con ella en el aire. La pequeña castaña comenzó a reír emocionada de tanto amor que recibía, aunque acostumbrada a ser siempre blanco de besos de sus dos madres.

—¡Mi bebé!—Dijo la castaña conocida como corazón mamá quien se acercó para besar a su pequeña quien no dejaba de crecer a pesar de las quejas de la castaña.—Felicidades, mi amor. Estaremos muy felices de ir a verte, será increíble. Hay que llamar al abuelo.

—¿Vendrá la tía Yelena?—Preguntó la castaña menor sabiendo que hace poco su tía había tenido a su primo pequeñito con su adorada tía Kate. El pequeño Caleb de tan sólo un año.—¡Quiero que venga con Caleb!

—Vale, vale. La llamaré si me besas un poco.—Dijo Natasha quien extendía su rostro para que su hija le besara de forma melosa la mejilla.

Mientras la familia se reunía para felicitar a la penúltima de sus hijas ante los ojos de la pequeña Alice ocurría un gran acto.

Ella con sus tres años a punto de cumplirse, observaba a su familia amarse. No imaginaba todo lo que habrían tenido que batallar para que sus hermanos a día de hoy fuesen sus hermanos, tantos temores, dolores y errores que fueron cometidos antes de que siquiera su concepción fuese pensada y el útero de su madre castaña se convirtiera en su hogar por ocho meses y medio.

Sonreí mientras su hermano, el que sabía le besaba la pancita constantemente y le invitaba a ver libros aburridos donde ella sólo veía pequeños dibujos sin color y que no parecían tener sentido, la tomaba en brazos. Ella le abrazó por el cuello y vio a su familia avanzar hasta la cocina en silencio, donde la dejarían en su trona.

Ante sus ojos ocurría uno de los misterios más raros que podrían ocurrir en la vida de un bebé de dos años. Casi tres, no lo olvidemos.

Su familia.

¿Qué es una familia?

Podría ser la brújula de mamá Natasha, quien necesitaba de su esposa e hijos para enfocarse siempre en lo importante, podría ser el perdón y amor que tiene por su hermana, cuñada u sobrino, podría  sino ser la paz que descubrió mamá Wanda teniendo cuatro hijos a los que ama con cada partícula de su ser, niños que la hacen vibrar tras cada te amo, tras cada beso o abrazo que le propinan, o quizá un hogar como el que Max, Jack y Jean encontraron.

No es algo en lo que un bebé deba pensar demasiado, sin embargo... Sabía que eran su familia.

Lo sabía cuando los veía reír y ella también reía aunque no entendía por qué, sabía que eran su familia cuando dormía tomando con sus manos los senos de mamá mientras su mami casi se caía de la cama al tener que compartir con tantos niños, sabía que eran su familia cuando su hermana Max la ayudaba a ponerse en pie sabiendo que ella aún no caminaba completamente erguida, sabía que eran su familia cuando Jack le besaba el abdomen y cuando Jean jugaba con ella en la cabaña que aparentemente era de ellos.

Incluso sabía que todo lo que ocurría no era más que un acto de amor completamente puro y dulce, conocido como el arte de tener una familia unida, que no es fácil, eh. Tener tantas personalidades conviviendo en paz y armonía era algo que quizá podría haberle tomado años a los Romanoff Maximoff de no ser... Porque eran un equipo, un gran equipo que amaba compartir las batallas más duras y las glorias más sabrosas, triunfos, llantos, risas, gritos de dolor, de amor, y de lo que fuese. Ellos siempre estarían unidos.

Son un equipo.

Definitivamente son un gran equipo.

Nota de autor:

Queda lo último de todo.

¡Muchas gracias a quienes bancaron éste fanfic cortito hasta el final! No me canso de agradecer todo lo lindo que es poder escribir para ustedes, son lo mass <3

Codi.

Juguetes rotos -Wandanat; scarletwidow.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora