15. Vuelta de tuerca.

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Wanda.

—Ella lo dijo como si nada. Como si realmente no valiese nada. Me sentí... ¡Frustrada! No pude decir absolutamente nada.—Se quejó mi esposa quitándose la camiseta y entrando al baño. Salió mientras cepillaba sus dientes. —¿Sabes que creo? Que es absurdo como ella piensa que no nos importa, porque es más grande. ¿Qué tiene que ver? Es parte de lo que decidimos. Es sólo que no quiere integrarse. Ella no quiere. No es que...—Volvió a entrar al baño y al salir con su rostro empapado, me observó.—¿O no hemos sido suficientemente buenas con ella? ¿Es eso? Quizá nos hizo falta, ya sabes, algo de... Introducirnos en ella y su mundo, nos hizo falta ser más amorosas y menos centradas en los pequeños.—Se quedó en silencio. La observé unos segundos, dejé ir un suspiro.

—Hay algo que debo decirte respecto a Max. Estuve... Intentando ver como contarte.—Balbuceé.—No quiero que te alteres ni te sobreexijas al respecto, lo digo, porque te conozco, ¿bien?

Ella asintió acelerada. Es que si no le digo ahora, no le diré nunca, y claramente ella necesita saber que es lo que sucede con Maxinne. Somos un equipo. Tomamos esta decisión como equipo y debemos solucionarla como tal.

—Maxinne... Esconde sustancias en su habitación, no he registrado aún más. Quiero darle una oportunidad de abrirse con nosotras, porque sabemos por Yelena... A que sitio van los adolescentes con adicciones. —Dije mientras dejaba mis gafas de lectura a un lado junto a mi laptop. Avancé la mayor cantidad de trabajo que he podido, ya que no me he presentado en la oficina desde que adoptamos a los pequeños y presenté una licencia a medias, papeleo burocrático absurdo para poder ausentarme mientras los niños se adaptaban a éste lugar y nosotras. Tonterías, básicamente.

Natasha quien se veía bastante turbada, decidió hablar.

—¿Qué clase de sustancias? ¿Alcohol o cigarrillos? Porque... No lo justifico, pero a los quince años, la realidad triste de muchos jóvenes vulnerados o que simplemente no son vigilados de forma correcta, es la de comenzar a explorar aquél mundo. Además de que creen tener el mundo entre sus manos, y creen que pueden comérselo de un mordisco. Las adicciones se dan casi a la luz del día.

Noté la forma en que su voz sonaba desanimada, incluso si intentaba darme una vista diferente. Ella no quería que yo lo notara, pero claramente, le afectó.

—Nat, somos un equipo. No necesito que me hagas pensar que no te duele. Estoy aquí para cuidarte...—Murmuré y ella hizo un puchero antes de correr a esconderse en mi regazo. Sentí sus lágrimas empapar mis muslos mientra acariciaba su cabello.

—No es justo que se rodeen de eso. Los ayudamos para evitarselo. ¿Acaso no puedo?—Preguntó molesta.—No pude evitarselo a Yelena, y tampoco pude con ellos.

—Cielo, no es un fracaso absoluto. Podemos evitarselo. Tú puedes. Charlaste con ella, es un gran paso, considero que... Toda situación puede mejorar si nos esforzamos en ello.

Ella negó. Dejé ir un suspiro. Está cegada, y es terca. La tristeza siempre colapsa a mi esposa, no la juzgo, y su terapeuta me mencionó una vez... Que Natasha no controla las medidas de su tristeza y es bastante pasional, porque de pequeña no se permitió sentirla, ya que no tenía momentos ni espacios para ser o estar triste.

Mientras yo tuve una vida llena de comodidades y amor, Natasha debía preparar cócteles para que ni ella ni su mejor amigo o hermana fuesen elegidos para ser parte de un juego sucio y criminal dentro de las instalaciones. Es... Horrible.

—Amor, míralo de la siguiente forma.—Dije tomando su mentón para obligarla a mirarme. —Pasaste por mucho, y sigues siendo un ángel de persona. ¿No crees que eso es maravilloso? Eres buena hermana, esposa, cuñada, nuera.... Todo. Todos deberían tener una Natasha. Yo tengo una Natasha y me siento la mujer más afortunada del mundo.

Juguetes rotos -Wandanat; scarletwidow.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora