Capítulo 7

688 85 5
                                    

—¿Esto no se es un delito? Me estás arrastrando en contra de mi voluntad, así que técnicamente es un secuestro –dramatizó Hatsu, mientras Akane evitaba en todo momento decirle la realidad del porqué se dirigían a aquella cafetería, aún sabiendo que en poco tiempo se daría cuenta.

—Deja de quejarte, ¿cuántas veces hice la semana pasada de mal tercio contigo y con Jay? –cuestionó su mejor amiga, observándola con una ceja alzada. Iwazaki terminó suspirando y yendo hacia el lugar rendida.

Cuándo llegaron frente al lugar, lo primero que hizo Hatsu fue hacer una mueca de desagrado con su rostro.

—No me gustan los lugares tan adorables, soy hard stan –buscó de nuevo otra excusa para no entrar.

—Pero a mí sí me gustan, y me vas a acompañar –tiró de ella hacia el interior, dónde la joven hizo un gesto de que iba a vomitar al sentir aquel olor a piruleta y galletas recién horneadas.

Akane miró atentamente todos los rincones del lugar, buscando la conocida cabellera rosa, y en cuánto la divisó, llegó a la barra para poder sentarse junto a su amiga.

—¿Qué vas a pedir? –preguntó desinteresadamente, rezando porque ella no hubiera captado la mirada que colocó al ver a Sunoo.

—Creo que voy a pedir el... ¿quién es ese chico? –preguntó amenazante, y Ozawa suspiró sabiendo que había sido atrapada.

—Kim Sunoo, trabaja en esta cafetería.

—Demasiado menor para ti.

—¡Sólo es un año! ¡Es el amor de mi vida! –exclamó dramatizando, pero se quedó helada cuándo giró su cabeza, encontrándose a un sonriente Sunoo observándola, y soltando una pequeña risa.

El color que podía quedar en su cara fue rápidamente disipado, sintiendo incluso cómo el aire salía de sis pulmones por culpa de la vergüenza, ¿hasta dónde habría oído?

—Hola, Akane –saludó cómo si nada–. Jungwon me contó que viniste el otro día, dice que eres muy amable –alagó mientras la japonesa pasaba de no tener una pizca de color en su cara a tener las mejillas algo rojas, y obviamente, Hatsu reía por esto.

—Es verdad que decidí venir el otro día, es un sitio muy agradable –admitió intentando disimular sus nervios–. Por eso he venido hoy con mi amiga, ella es Iwazaki Hatsu –presentó rápidamente.

—Yo soy Kim Sunoo, un placer Hatsu –se presentaba con amabilidad, le tendió la mano y ella la aceptó, con una sonrisa demasiado agradable.

Akane ya se olía que su mejor amiga iba a hacer algo raro, debido a que Hatsu nunca podría ser totalmente normal. Supo de que se trataba cuándo vio a Sunoo comenzar a hacer una mueca con su rostro, debido a la fuerza que ella estaba poniendo al apretón de manos.

—¿Eres totalmente coreano? ¿Cuál es tu dirección? ¿Promedio de calificaciones? ¿En que colegio estudias? –comenzó a preguntar velozmente con una amenazante sonrisa.

—Ni siquiera conoces los colegios de Seúl, Hatsu –indicó Ozawa en un intento de salvar al chico, tiró del brazo de su amiga con fuerza y por fin decidió soltarlo.

Akane ya estaba viendo la historia de amor que había hecho en su mente totalmente destruida, pero se sorprendió al oír a Sunoo reír, algo avergonzado también.

—Soy totalmente coreano, vivo en este barrio y tengo buenas notas –informó rápidamente–. Aún así trabajo aquí para poder pagarme los estudios universitarios –explicó, mientras Hatsu asentía.

—Eres buen chico, ya he hablado suficiente contigo, ¡adiós! –se despidió saliendo por la puerta, dejando a los dos algo extrañados.

—Discúlpala, es algo...

—¿Hiperactiva?

—Yo diría que rara, pero supongo que hiperactiva también podría ser –dijo Akane riendo levemente–. Perdón de todas formas.

—No me molesta –le quitó importancia mientras corría por la barra hasta llegar a la zona dónde preparaba los batidos–. ¿De qué vas a pedirlo hoy?

Ozawa se quedó pensando aquello durante un tiempo, estaba algo insegura por el tema de tomarse algo con tanto azúcar cómo un batido, realmente quería adelgazar. Sunoo la observó unos momentos, fijándose en cómo desviaba la mirada a su cuerpo, luego de nuevo al apartado de batidos, y de nuevo a su cuerpo.

—¿Prefieres un pastel sin azúcar añadido? –preguntó dándole una de esas adorables sonrisas, Akane levantó la vista mientras asentía fervientemente.

—Sería perfecto, gracias.

Sunoo suspiró mirándola de reojo, no iba a mentir diciendo que ella no le había llamado la atención, y a su misma vez, tenía aquella idea de que Akane sentía lo mismo, por lo tanto, no podía evitar preocuparse por ella.

No iba a dejar que nadie más sufriera lo que él tuvo que sufrir hace algunos años.

ᴋᴏɪ ɴᴏ ʏᴏᴋᴀɴ (ᴋɪᴍ ꜱᴜɴᴏᴏ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora