Hubo un pequeño festejo cuándo el tenedor de Akane por fin entró en el vaso que estaba entre los dos.
Habían salido a cenar y para conocerse mejor habían hecho un pequeño juego. Un vaso estaría frente a ellos dos, y quién encestase antes el tenedor tenía derecho a una pregunta. Sunoo ya había tenido tres preguntas seguidas antes que ella, había optado por tocar temas superficiales para comenzar, siendo poco a poco un pelín más profundo.
Su primera pregunta consistió en que miembros formaba su familia, dónde Akane respondió que era hija única aunque en su casa también residían sus abuelos, poco después Kim también respondió a su propia pregunta. La siguiente fue sobre por qué eligió su carrera, a lo que ella explicó que se le daba bien y le causaba mucho interés aprender idiomas nuevos, ya que lo veía muy útil. La última pregunta consistía en desde cuándo conocía a Hatsu y cómo se hicieron amigas, y Akane respondió que no podía recordar un momento ya que siempre fueron amigas.
Ahora, la joven podía preguntar lo que quisiera, así que decidió también seguir esa dinámica y no empezar por algo demasiado fuerte.
—¿Por qué trabajas en la cafetería? –cuestionó, probablemente le hubiese hecho ya esa pregunta, pero si era así, no lo recordaba. Pensó que era sencilla, pero Sunoo bajó la mirada sin querer responderla, alertando los sentidos de la mayor.
—¿Puede ser otra pregunta, por favor? –pidió y ella rápidamente buscó en su mente otra cosa, diciendo lo primero que se le vino a la cabeza.
—¿Leer mentes o poder hacerte invisible? –cuestionó y el de pelo rosa soltó una carcajada, sabiendo que esa pregunta era bastante básica.
—Decididamente poder leer mentes, así sabrías que piensan todos de ti.
—Pero cuándo le cayeses mal a alguien estarías todo el tiempo pensando en que has hecho mal.
—Sería una forma de crecer por ti mismo, ¿no? No le caes mal a nadie sin algún motivo, y si simplemente le caes mal porque sí, esa persona no vale la pena.
El debate no tardó en hacerse presente, olvidando por completo el vaso y los tenedores y sacando ellos mismos un tema distinto cada vez que lo veían oportuno.
—¿Has tenido tu primer amor? –preguntó el menor luego de un tiempo, ella asintió.
Quizás era una pregunta simple, tenían 17 y 18 años, a esas edad era raro encontrar a alguien que no se hubiera enamorado. Aún así, ambos sabían que era una pregunta para comenzar una larga charla.
—Tu también, ¿verdad? –preguntó, Kim asintió y ella volvió a hacer otra pregunta–. ¿Qué ocurrió?
—Nunca ocurrió nada –murmuró él, pareciendo algo desganado al contarlo–. En mi colegio tengo la fama de un chico... raro. Actualmente sólo me junto con Jungwon, quién me conoce perfectamente. En esos momentos comenzaba a haber rumores de que yo era gay, y muchas chicas querían ser mis amigas por ese motivo. No las culpo, tengo entendido que veis muchas series adolescentes y os hace ilusión tener un mejor amigo gay.
Akane no pudo recriminar aquello, aunque ahora no le parecía nada del otro mundo tener amigos homosexuales, hubo algún momento, sobretodo a sus 14 años más o menos, dónde pensaba que amistades así tenían increíble dinámica, cómo si fuera la amistad soñada. Probablemente todo esto inculcado por esa mentira de "la amistad entre el hombre y la mujer no existe".
—Un grupo de chicas se me acercó, en ese momento todavía me juntaba con mucha gente. Varias de ellas querían salir con mis amigos, otras de ellas simplemente ir de compras conmigo o algo así. Jiyu no fue la excepción de la regla –comentó, soltando un suspiro, parecía que llevaba mucho tiempo sin pronunciar ese nombre–. La diferencia es que ella era mucho más introvertida, era una persona... deprimida. Aún así me enamoré de ella, quizás era una estúpida necesidad de ayudarla lo que me hizo eso, pero no podía olvidarla. Pero ella seguía pensando que a mi no me interesaban las chicas, y no quería arruinar todo.
Se quedó en silencio, con la japonesa expectante al mismo tiempo que cohibida por la situación, su pecho se comprimía levemente al pensar en cómo se debió sentir Sunoo durante ese tiempo.
—¿Y qué pasó?
—La besé –habló con vergüenza, cómo si hubiese sido un acto horrible–. Ella me dijo que cómo podía haber hecho eso, yo le mentí y le dije que sólo era para probar mi sexualidad y me creyó. También me dijo que le gustaba un amigo mío, y aunque supe que nunca tendría oportunidades seguí ahí. ¿Conoces esa historia de una persona brillante y extrovertida junto a otra apagada? Siempre se dice que quién esta deprimido no es capaz de brillar por sí mismo, y le roba la luz a la otra persona. Jiyu me quitó mi luz, sin importarle lo que me costó recuperar la mía –terminó de contar, con la mirada levemente perdida–. Llevo meses sin saber de ella, y creo que es lo mejor. Sólo sé que va a la misma universidad que tú, pero no estudiáis la misma carrera.
—Yo... lo siento –fue lo único capaz de decir, él sacudió su cabeza y volvió a tener esa actitud alegre.
—No importa, ya estoy bien. Es el momento de que tú me cuentes que ocurrió con tu primer amor.
—Eh... lo conocí hace mucho tiempo. Las cosas fueron rápidas, demasiado. No nos conocíamos pero ya estábamos juntos, quizás por eso no funcionó. Yo también soy una... persona sin luz, en cambio, él siempre tuvo esa luz, aunque no tan llamativa cómo otras. Creo que... intentó que brillase por mí misma, pero vio que sin su luz yo no era capaz, y se cansó de mí –intentó relatar, Sunoo parecía entenderlo perfectamente–. De todas formas, creo que no todo fue mi culpa en general. No nos conocimos lo suficiente, nos dejamos llevar por las emociones del momento, era de esperar que saliese mal. No hice el esfuerzo de olvidarme de él hasta hace poco, pero creo que está funcionando.
Entre palabras reconfortantes y risas, tuvieron que aceptar la dura realidad de que al día siguiente tenían instituto y universidad y que, por consecuencia, debían volver ya a sus respectivas habitaciones y descansar.
Sunoo insistió en acompañarla hasta las puertas de la residencia porque, aunque él era menor, había que admitir que no era muy seguro que una chica fuese sola a aquellas entradas horas de la noche.
En el camino a casa, el joven dijo algo que Akane no esperaba, ya que había llegado a la conclusión de que ese tema no sería tocado hasta más adelante.
—Cuándo me has preguntado sobre porqué trabajo en la cafetería... tenía miedo de decírtelo. No es un tema del que suela hablar, pero me siento cómo contigo, y quiero que lo sepas. Está relacionado con Jiyu, cómo te dije, ella me pegó sus propias inseguridades y acabé teniendo trastornos alimenticios y muchos problemas.
La chica se sintió mal de tan sólo oírlo, era cierto que aquellas cosas te arrastraban hacia serios problemas. Ahora entendía también la insistencia del chico de pelo rosa porque comiese.
—No sabía que hacer porque ella se alejó y bueno, la única forma de solucionar aquello por mi mismo fie desahogándome. Comencé a bailar, no era algo que hiciese mucho anteriormente, pero encontré un lugar seguro ahí. Tanto que hasta el día de hoy me quiero dedicar a ello –admitió–. Cuándo se lo dije a mis padres me dijeron que no pensaban costear los estudios de algo que no tenía futuro, y que si iba a estudiar eso debía estar ahorrando para poder irme de casa.
Una pequeña lágrima se escapó de su ojo, deteniendo su caminar por culpa de sus sentimientos. La joven también se sintió mal de tan sólo imaginar el cómo su familia lo repudiaba por seguir sus sueños, mucho más sabiendo que eso fue lo único que consiguió devolverle la alegría.
Aunque era algo más baja que él, Akane acunó el rostro del chico en sus manos y él pasó sus brazos por la cintura de la joven.
—No llores... me tienes a mi. No voy a dejar que te pase nada, Sunoo –lo intentó tranquilizar.
—C-Creo que me gustas, Akane –susurró deteniendo su llanto, la mejillas de ella se enrojecieron de nuevo.
—Creo que tú también me gustas, Sunoo –murmuró cerca suyo.
El joven no quiso esperar, acercándola levemente a él. Con nervios, la japonesa bajó sus manos, y fue el turno de Kim de tomar sus mejillas y dejar un dulce beso, aunque levemente salado por el rastro de sus lágrimas.
Decididamente, había sido una noche perfecta.
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ᴋᴏɪ ɴᴏ ʏᴏᴋᴀɴ (ᴋɪᴍ ꜱᴜɴᴏᴏ)
Hayran Kurguᵏᵒⁱ ⁿᵒ ʸᵒᵏᵃⁿ || 𝐐𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐚𝐩𝐫𝐞𝐧𝐝𝐞𝐫 𝐚 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐫 𝐢𝐫, 𝐲 𝐭𝐮́ 𝐜𝐚𝐩𝐭𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐦𝐢 𝐦𝐢𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐞𝐥 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫 𝐝𝐢𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐯𝐢. 𝗞𝗼𝗶 𝗻𝗼 𝗬𝗼𝗸𝗮𝗻 (恋の予感): 𝗲𝘀 𝗹𝗮 𝘀𝗲𝗻𝘀𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗾𝘂𝗲 𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲𝗻 𝗱𝗼...