Cruzando el mar.

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El viaje había llegado más rápido de lo esperado, le daba un poco de pesar en su corazón dejar a Benedict, las últimas semanas habían sido como estar en el cielo. Tan juntos, tan asfixiante, tan seductor, tan intimo, tan de ellos. 

Las demostraciones públicas ya eran más constantes y menos avergonzadas, la necesidad de ambos de estar juntos era más grande. Los hombres del instituto no tomaban mayor importancia, conocían el carácter de Victoria y sabían que no tenían que opinar sobre la hija del director y dueño. Además siendo completamente sinceros, no les importaba, la mayoría de esos hombres eran infieles y aunque, sus familias los esperaban en casa, estar aquí era como tener una segunda vida. Nadie opinaba nada y básicamente todos se tapaban las cosas que habían hecho. 

Benedict, se sentía tan orgulloso de Victoria, era increíble lo que estaba logrando. Muchos pensarían que podría llegar a sentirse celoso porque una mujer lo superara pero al joven Bridgerton le parecía de lo más excitante y seductor el saber que estaba con una mujer tan talentosa. 

Victoria fue despedida por su padre en el muelle, Benedict no la acompañó porque su hermano mayor y Colin menor vendrían a verlo. 

El señor Wembley había sido muy generoso con la joven, su boleto era para clase privilegiada por lo tanto, tendría un cuarto privado en el cual podría dormir si así lo deseaba. Además también tenía derecho a pedir lo que quisiera de comer y podría pedir la ayuda de algún trabajador en caso de necesitarlo. 

Entregó su boleto al morocho que estaba frente a la escalera, no tardó en revisarlo y llamó a otro joven que le ayudará con su equipaje y la guiara. 

-Muchas gracias, pero no es necesario, yo puedo llevarla.-Habló Lamprou para el joven de uniforme azul.

-Es mi trabajo señorita.-Pauso para mirarla.-Déjeme hacer mi trabajo. 

Victoria no respondió, pero soltó la valija, lo siguió de mala gana. Ella no era de querer ser servida, ella tenía manos y podía hacerlo. 

-Este es su habitación, dentro de ella encontrará una campana que puede sonar cada que lo desee en caso de requerir algo y alguna de las jóvenes de servicio vendrá.-El hombre soltó la maleta en la entrada y se fue. 

Victoria suspiró antes de abrir la puerta. 

La cama era muy grande y abarcaba casi todo el cuarto, que si bien era pequeño, a leguas se notaba que era refinado.

Acomodó sus cosas arriba de la cama y se tiró en la misma. 

El pequeño barco salió una hora después de que ella llegara. 

Victoria se quedó dormida y no despertó hasta que tocaron su puerta. 

-Buenas noches, señorita Lamprou.-Una morena le habló.- Aquí le dejo su cena. 

Una cajita color café le extendía, Victoria la tomó y agradeció.

Cuando volvió a donde se encontraba hace algunos minutos fue consciente y tuvo miedo, estaba saliendo del país sola y sin tener idea de nada. Claro, toda la semana estuvo por ahí sintiéndose tan confiada, mostrándose tan fuerte frente su padre, que en repetidas ocasiones le pregunto si quería que la acompañara y claramente negó. 

Empezó a imaginar los peores escenarios, todo lo malo que podría pasar, ¿Y si por alguna razón no  pudiera volver? 

Después llegó a su mente Benedict, ¿Qué estaría haciendo? Sus pensamientos la abrumaron de nueva cuenta, ¿Y si conocía a una chica más buena que ella?, con más modales y más femenina.

Victoria también pensó en que pasaría si no fuera suficiente para realizar la escultura, si perdía el poco reconocimiento que tenía y si dejaba de recibir pedidos por malas recomendaciones.  

Las lágrimas no tardaron en abrazar su rostro. Ahí en medio del mar, Victoria Lamprou se sintió chiquita, se sintió poco suficiente. 

Tocó la campana que estaba en la pared cercana cuando sintió que le faltaba el aire y la opresión en el pecho era tanta que sentía que su corazón se le saldría. 

El sonar de la puerta siendo tocada no tardó mucho en aparecer. 

Las piernas le temblaban, su pulso estaba tan acelerado que había comenzado a sudar. Sentía que no llegaría a la puerta, que se caería en cualquier momento. 

Se sentó en el suelo y tomando las últimas pizcas de fuerza que le salían de la piel, llegó al pomo y lo abrió. 

La misma morena estaba frente a la joven, la comida ya estaba fría aún en la cama y el sol se sentía cercano a salir. 

-¿Jovencita, Lamprou?-habló asustada la muchacha.-¿Se siente bien?, ¿Necesita un doctor?

Victoria, negó. Seguramente eso tendría un costo caro. 

-Cierra la puerta, se siente muy frío.-Habló Victoria con un atisbo de voz secosa. 

Sus ojos se cerraron y terminó de derrumbarse al suelo. 

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La ansiedad es algo muy serio, que afecta a más del 39% de la población en mi país (México), además se dice que al menos todas las personas pasaran por un ataque o algún síntoma de  ansiedad, es por ello que decidí añadir el tema a mi historia.

Así que sí, Victoria tendrá ansiedad. Investigué y dicha "enfermedad" se descubrió en 1866 y suponiendo que estamos lejos de esos años, será interesante llevarlo mientras tanto. 

Si tú o alguien que conoces la padece, quiero decirte que no están solos, que la fortaleza está en uno mismo y que es bueno pedir ayuda. 

La terapia psicológica es buena, los medicamentos recetados por un psiquiatra también, la meditación también es de gran ayuda. 

No soy una experta en este tema pero he vivido ataques de pánico muy fuertes y tengo una persona cercana a mí muy importante que lo padece y a la cual he ayudado tan solo acompañarla. Estando presente. 

Si estás pasando por algo díficil y no tienes con quien hablar, mis mensajes siempre estarán abiertos. Les escucharé. 

Te abrazo, todo estará bien. 

I'm truly yours. - Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora