adiós.

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Victoria seguía molesta y no buscó a Benedict durante la hora del almuerzo, él tampoco lo hizo por el resto del día y eso solo la hizo sentir peor.

En cambio su padre, sí se había dado una vuelta en el salón donde su hija trabajaba en sus esculturas pero esta no soltó ni una palabra y fingió qué nadie estaba con ella. Así que su padre simplemente se retiró.

El caracter de la joven era fuerte y aunque podría ser inmaduro, no sé sentía con ganas de hablar con ninguno de los dos, la habían hecho a un lado de una conversación solo por ser mujer.

Aún así, su corazón anhelaba a Bridgerton más que a nada así que espero a que fuera de madrugada y caminó hacía la recámara de este.

Abrió con la llave que tenía y entró sigilosa, cerró detrás de sí y se desprendio de sus atuendos y tomó una camisa suelta de Benedict qué estaba en el suelo para dormir con ella, estaba muy cansada como para ponerse a cerrar los botones de su camisón para dormir.

Una pequeña lámpara de aceite estaba prendida, Bridgerton la había dejado encendida por si Victoria venía para que no entrará al cuarto en penumbras.

Una vez cerca de la cama, la chica miró a Benedict, estaba dormido y por sus labios salían pequeños ronquidos, se veía relajado y tenía el cabello alborotado, aún con la molestia no pudo evitar sentir su corazón enternecer, el joven se había quedándo de un solo lado de la cama, guardo el lugar de su amada y eso la hizo sentirse incluida, Benedict era un desastre al dormir y nuchas veces se adueñaba de todo el espacio dejandola en rinconcitos pequeños de la cama.

Movió la ropa de cama y entró a su lado, sonrió al verlo y se sintió afortunada aunque ese sentimiento no duró tanto al recordar que él no la había buscado. Sintió su garganta picar indicando las irremediables ganas de llorar qué tenía y se sintió tonta al estar ahí.

Antes de empezar a sollozar, decidió irse. Si él no la buscó seguro no quería verla y era torpe que ella estuviera aquí.

-No te vayas.-Escuchó decir a Benedict.

Se giró para miralo pero aún tenía los ojos cerrados y no había señal de que estuviera despierto.

-No me dejes, Victoria.-Murmuró soltando un quejido y arrugando la nariz.

Victoria se volvió a acostar, y se acercó más al joven Bridgerton.

-Aquí estoy, mi sol.-Habló la joven siendo consciente de que él no la escucharía porque estaba dormido.-Aquí estoy.-Repitió afirmando para después besar la mejilla del ojiverde.

Victoria no durmió, se quedó a verla el sueño del dueño de su corazón, le acarició el brazo toda la noche y cuido qué estuviera cómodo. Su voz, su tacto, su aroma o su presencia habían funcionado puesto que el hombre no se había vuelto a quejar entre sueños y más bien, siguió durmiendo aferrado a la joven.

Las pisadas y el característico bullicio del instituto, anuncio la mañana para la joven.

Miró a Benedict justo en el momento en que lo vió abrir los ojos, suspiró y se pegó aún más a él.

-Victoria.-Susurró, mientras la examinanba.-¿Cuándo entraste? No te sentí.

-A media noche, no quería estar lejos de ti.-Confesó mientras le daba un fugaz beso en los labios.-¿Con que soñaste? Te quejaste en un momento de la noche.-Preguntó curiosa mientras se sentaba en la cama.

-No tengo idea.-Habló el morocho pero claro que sí sabía, en sueño, Victoria lo había dejado por culpa de sus hermanos y había encontrado a otro hombre uno que no tenía miedo a los prejuicios de la sociedad y que la amaba plenamente.

-Llamabas mi nombre.-Agregó la joven buscando verdad en su mirada.

Realmente no compartieron más palabras y Benedict salió para tomar sus clases, más rápido que de costumbre y la verdad era que la cosa aún se sentía rara entre ambos, por un lado Victoria quería saber que habían hablado y quería que su amado no volviera a excluirla jamás por ningún motivo. Bridgerton por su parte, quería disculparse con ella por no haber dicho nada y a su vez, se sentía tan inseguro de todo y por todo, su hermano Anthony tenía un gran poder en su vida, prácticamente él había sido una especie de figura paterna para los  hermanos en casa cuando faltó Edmundo y no quería estar en una riña con él y menos cuando sabía que el pagaba la estancia en el instituto, en cualquier momento, su hermano podría enfadar y llevarlo de vuelta a casa, eso lo alejaría de Victoria y por otro lado, la condición de quedarse  en el instituto era dejarla, en cualquier caso la perdía y eso le había carcomido las ideas, era un cobarde.

Victoria se quedó ordenando el cuarto, ciertamente era un desastre. Comenzó a quitar el polvo y acomodando las cosas que estaban en los muebles, después se dispuso a acomodar la ropa limpia que no estaba bien guardada y a separar la otra que llevaría a que lavaran.

Las cartas que le habían llegado al joven Bridgerton vieron la luz, mientras la joven revisaba los bolsillos para que no tuvieran nada importante, en el pantalón encontró tres cartas, una de Anthony, una de Colin y una de Eloise.

Las dos de los hermanos varones estaban abiertas y la de la jovencita Bridgerton estaba cerrada.

Victoria no quería entrometerce pero tampoco quería quedarse con la duda y decidió leerlas. Lo dicho era sencillo, su familia ya sabía que estaban juntos y a su parecer, demasiado para ser solo una aventura, y, como la familia de buena clase qué eran, según decía Anthony, Benedict no tenía porque estar con una señorita tan poco favorable y de mala familia, era sencillo, tenía que dejarla si o si. La carta de Collin apoyaba la idea de Anthony pero también le mencionaba qué siguiera su corazón, que no se dejara por las palabras de Anthony si creía que ella era la correcta, además mencionaba qué su hermano mayor estaba con aquellos humores porque su madre le había programado una serie de citas con chaperonas y jovencitas presentables, educadas y de familias honorables, que no disfrutaba en lo absoluto.

Victoria se sintió decepcionada con los Bridgerton. Su sol, Benedict, siempre le contaba de lo mucho que su madre creía en el amor verdadero y lo mucho que quería que ellos fueran libres de decidir a quien amar pero esas cartas con palabras tan firmes demostraban lo contrario.

Ella era consciente de que no podía interferir en su futuro y que Benedict tenía que estar bien con su familia porque sabía cuanto los amaba, además, no podría ser ella quién cortara las alas del que ella creía, sería un gran artista.

Su curiosidad le ganó y terminó abriendo la carta de Eloise, su letra era un desorden absoluto y se notaba que sus ideas y palabras eran más veloces que sus manos. En ella ponía a su hermano mayor al tanto de todas las novedades, al parecer su hermana Daphne se casaría pronto, con un príncipe o algo parecido mencionaba, eso solo la hizo sentir ingenua por creer que algún día podrían tener una familia, que algún día, ella también sería una parte de los Bridgerton.

Sintió lágrimas recorrer sus mejillas y se sorprendío llorando, jamás ningún hombre le había calado tan fuerte, nunca se había enamorado tan fuertemente como lo estaba del ojiverde.

Secó sus lágrimas y tomó el cesto de la ropa sucia, la llevó al cuarto de lavado y se dispuso a volver al cuarto por las cosas que tenía ahí, estaba decidido, dejaría a Benedict Bridgerton.

I'm truly yours. - Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora