Theo.

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A la mañana siguiente, Victoria fue despertada por una jovencita que le sugirió bajar pronto porque la señora esperaba por ella. 

El segundo día en Irlanda, se sentía irrea. Victoria no pudo siquiera dormir de pasar la noche caminando en el jardín de los Wembley, las flores eran diferentes e incluso el aire se sentía irreal.

Se apresuró a ponerse un vestido rosado que la esposa de un pintor de la academia le había regalado en su cumpleaños. Era bonito y tenía unas cuantas decoraciones en el busto y la joven Lamprou agradecía que tuviera una cinturilla sencilla de amarrar. 

Los nervios la invadieron y sintió que ya no quería bajar pero, recordó que era su trabajo y después respiró varias veces tal y como Zulú la había enseñado. 

Cuando bajo, el camino hacia el comedor era sencillo, el día de ayer se había encargado de visitar y recorrer hasta el último cuarto de aquella casona.

Una mujer en batón rojo carmesí con negro estaba sentada en la cabeza de la grande mesa, se veía tan imponente con su cabello largo y negro, que la había parecer más blanca de lo que era. 

Sus ojos verdes recorrieron a la joven que en ese momento se sintió cohibida por la mirada de aquella imponente mujer.

-Victoria, no muerdo.-Soltó una carcajada.-Siéntate a tomar el desayuno.  

La mujer le parecía fascinante, después de tantos bocadillos de jamón y de hablar por mucho tiempo, admiraba lo obstinada que era.

Gynnie Wembley, era una mujer relativamente joven e inteligente, con una belleza que imponía y con una presencia única.

-Era una convenencia para ambos.-Habló mientras bajaba la taza de café.-Él quería una mujer joven, como yo. Yo quería comodidades y un buen apellido. Fácil y sencillo, su única condición fue un hijo, el cual ya tiene.

Victoria se sintió asombrada por sus palabras, era increíble como aquella mujer podría ser tan fuerte con sus palabras y sobre todo tan sincera.

Se pensó en el lugar de la mujer y se imagino incapaz, el dinero no era su objetivo de vida y no porque fuera millonaria, al contrario, tenía una vida modesta y algunas deudas de materiales con su padre pero jamás podría condicionar a su corazón a un hombre solo por su dinero.

-Querida, te ves asustada.-Habló divertida.-No soy una villana, claro que amo a mi esposo.-Aclaró.-Nuestro comienzo fue un contrato pero el amor surgió, que de eso no te quepa duda.

Victoria asintió mientras tomaba una galleta de nuez.

Pensó en Benedict y se imaginó casada con él, seguramente sería una buena vida porque él era un buen hombre pero después eliminó esa idea de su mente, ni siquiera sabía si el la veía como algo serio, más allá de besos en las madrugadas.

Su padre siempre le había dicho que era una soñadora nata y claramente tenía razón.

Después de desayunar, tomo las medidas de la señora de la casa. Sus medidas la sorprendieron, tenía un gran busto y una muy cintura pequeña. Además que todo su cuerpo era muy firme, con una piel hermosa.

Era inevitable no compararse, la joven Lamprou no tenía una cintura tan pequeña y su busto era muy pequeño.

Estar lejos de casa, de Benedict, le estaba afectando y se dió cuenta cuando comenzó a pensar en el joven Bridgerton con una mujer así de bella, con alguien más guapa que ella.

De pronto se sintió tan mal que su garganta se cerró y sus ojos picaron. Ni siquiera tenía sentido. Desde su ataque ansioso de pánico en el barco no se sentía bien, era como si un interruptor de miedo e incertidumbre se hubiera activado en ella. Ella no lo sabía pero la verdad el problema estaba en su cercania con su padre y la repentina salida de su zona de confort.

Sus pensamientos la abrumaron, corriendo a toda velocidad y en todas las direcciones, ¿qué pasaría cuando Benedict se fuera del instituto?, ¿qué tal si en estos momentos estuviera con alguna de las jóvenes de compañía del lugar? Aún peor, ¿qué tal qué existía algún arreglo entre familias y ya tenía una esposa?

-Mi niña, te ves muy pálida, ¿quisieras descansar?-Soltó la mujer mientras tocaba sus mejillas.

Negó pero era claro que había empezado a hiperventilar.

-Theo.-Gritó la mujer.

Un joven apareció en la escena, alto y de buen porte.

-¿Pasa algo tía?-Preguntó amable acercandose a ellas.

-Lleva a la joven Victoria al jardín o a conocer la ciudad, necesita aire fresco y despejarse.-Le ordenó claramente.

Victoria se sintió avergonzada pero tampoco podía controlar lo que sentía, siempre había sido muy apasionada, experimentaba sus emociones al límite, muchas veces era algo que no le gustaba pero el señor Lamprou solía recordarle qué eso era bueno porque la hacía humana.

El joven la llevó al jardín de la casa, quería asegurarse qué estuviera bien. El cabello corto y negro de la joven le llamaba la atención, no era común ver a jovencitas con el cabello de esa forma.

Victoria respiraba profundo mientras veía las flores que yacian ahí. Poco a poco volvió a estar en su centro y dejó todas las emociones negativas fuera.

Theo estuvo a su lado y espero a que estuviera lista para hablar o para salir.

I'm truly yours. - Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora