I'm yours.

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Después de que Benedict tomara sus últimas clases del día, se encaminó al cuarto de Victoria, cuando almorzaron habían acordado reencontrarse en el cuarto de la joven.

Ella había tomado el día libre, para descansar del ajetreado viaje. Su papá insistió y su mejor amiga, apoyó la decision porque quería saber todo sobre el aviaje. Así que toda el día estuvo relajada, platicando con las chicas.

La joven lo recibió con un abrazo, recargando su cabeza en su pecho, buscando encontrar los latidos de su corazón. En Irlanda habían muchos libros que hablan de ello, eran de los Wembley, los habia leído por las noches cuando estaba sola, claro que no terminó ninguno.

-Tu corazón se escucha calmado y sano.-Habló la joven mientras seguía abrazando al Bridgerton.-Se escucha bien.

Benedict rió un poco, jamás le habían dicho eso y menos una chica. Era la forma menos convencional de decir algo romántico, al menos así lo había sentido.

-Es tuyo.-Suspiró, se alejó de la joven un poco, lo suficiente para poder besarla.

Era una declaración agradable para los oídos de ella, una felicidad abrumadora llegó a Victoria y rápidamente sintió su corazón acelerarse. Era la primera vez que un hombre le decía ser suyo y se sentía increíblemente bien.

-Solo late por ti.-Añadió el Bridgerton, mientras besaba su frente, se alejó y tomó su mano.-Mi alma es tuya, Victoria.-Finalizó mientras besaba el dorso de su mano.-Soy completamente tuyo.

Victoria se paró de puntitas para acortar la altura que los separaba y poder tomarlo por los hombros más cómodamente. Volvió a besarlo de manera suave, disfrutando de la intimidad del momento.

-Mi corazón es tuyo, Benedict.-Declaró la pelinegra, de manera pausada y casi en un susurro mientras lo miraba a los ojos.

Sus cuerpos se reclamaron, así lo habían sentido, en el momento en que ambos se acercaron con ferieza, besándose de manera profunda y desesperada.

Suspiros profundos abandonaban a Victoria, las manos de Benedict se aferraban a las caderas de la joven.

Existía un magnetismo entre ambos, una conexión increíble, que salió a flote una vez que ambos comenzaron a besarse desesperadamente.

Victoria se aferraba a los hombros de Benedict como si su vida dependiera de ello, soltaba suspiros entre cortados. El joven bridgerton llevaba un camino de besos por su cuello, mientras le susurraba toda clase de frases románticas y picantes.
El tiempo no se perdió en lo absoluto y para cuando sus mentes fueron un poco más claras se dieron cuenta que ambos estaban desnudos, mirándose, admirandose.

Lamprou, volvió a tomar a Benedict por los hombros pero esta vez para someterlo y hacer que se sentara en la cama, agilidosamente se acomodó sobre él. Victoria no era inexperta en el tema, tampoco era una mujer con una gran lista de amantes pero sabía lo que le gustaba y planeaba satisfacerse después de tanto tiempo alejada de aquellos placeres.

El pelinegro no dudó en sostenerla por la cintura, brindandole un agarre firme al rededor. La ojinegra no tardó en guiarlo a su entrada y lejos de lo que Benedict pensaba pasaría, introdujo su miembro de manera profunda y rápida, casi desesperada.

La joven no tardó en tomar un ritmo que fue sumamente agradable para Bridgerton.

Los suspiros y gemidos de la joven, lo hacían perder el aire. Se sentía cercano al cielo, después de haber deseado su afectos, los tenia y Dios sabía que no mentía cuando podría jurar que estaba siendo mejor de lo que jamás había imaginado, la inicitiativa de Lamprou le agrada bastante.

Sus manos que parecian haber tomado vida propia se habían dirigido a sus glúteos de la joven, amasando a diestra y siniestra. Sin duda alguna una de sus partes favoritas de la joven.

-Victoria.-Gritó el joven abrumado por todo el placer que sentía, besando los pechos de la joven.

Aunque ser manejado por ella no le daba problema alguno y a decir verdad le habia parecido sumamente atractivo, Benedict decidió tomar la iniciativa y de manera abilidosa ponerla debajo de él, siendo ahora él quien controlaba las embestidas.

-Benedict.-Gimió la joven y eso no hizo más que motivarlo a aumentar el ritmo.

Con su pulgar izquierdo comenzó a tocar a la joven, estimulandola.

Victoria podría jurar que jamás se había sentido tan excitada con un hombre, la mirada de Benedict era única, mirándola tan concentrado en ella, quería que siempre se viera así, una mirada tan vivida y complaciente.

La descarga del joven Bridgerton no demoró en llegar, acompañada de los espasmos de la joven.

-Ahora soy enteramente tuya.-Susurró con los ojos cerrados la pelinegra.

Benedict sintió que ahí era donde quería estar con ella, siempre con ella. Se levantó un poco y la atrajo a su pecho, acostandola sobre él. Los minutos pasaron mientras recobraban el aliento.

-Te traje algo.-Habló la joven mientras se levantaba de su lado.
El ojiverde no se limitó y contempló el cuerpo de la joven mientras abría un cajón, era la perfección ante sus ojos.

Victoria no demoró en regresar a su lado y extenderle cinco pinceles de madera carmesí.

-Los vi en una tienda de arte en Irlanda y me fue imposible no traerselos a él mejor pintor del mundo.-Beso los labios del joven.

Benedict le agradeció más de lo que debía, saberse importante y especial para la joven lo hacía sentirse pleno. Aún más cuando ella confiaba en él y en su capacidad de explotar sus talentos y sus respectivas abilidades y sueños.

-Eres la mujer de mis sueños.-Soltó Benedict mientras ambos se miraron a los ojos, tan llenos de una devoción perpetua.

I'm truly yours. - Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora