Ojos azules.

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Victoria.

El rubio le había parecido muy agradable, había sido muy respetuoso y caballeroso con ella mientras paseaban por la ciudad.

El clima de Irlanda era muy frío, se sentía diferente y aunque había momentos en los que sentía difícil respirar, le gustaba la sensación.

Theo la había llevado a una cafetería muy acogedora a resguardarse un poco.

El acento de los Irlandeses no era complejo de entender, le gustaba incluso como entonaban las palabras. Habían bromeado un poco ambos mientras la joven lo imitaba.

Theo era un gran guía, la había llevado a recorrer lugares concurridos y turísticos, así como los más locales y acogedores tal y como el lugar en el que se encontraban.

Sorpresivamente para la joven Lamprou los ataques habían cesado, se sentía tranquila cuando estaba con el sobrino de los Wembley.

Suspiró mientras probaba el delicioso panque de frutos rojos con glaceado.

-Esto es estupendo.-Mencionó una vez que había pasado el bocado.
-Te lo dije, el mejor de todos.-Soltó orgulloso de su recomendación.

Los ojos azules de Theo le parecía sumamente atractivos, no eran comunes, eran vibrates y eso le gustaba.

-Quiero hacerte una pintura.-Soltó la joven.-Quiero trabajar el azul de tus ojos.

El rubio se sintió sorprendido, se sintió apenado pero también se sintió complacido. Era indudable la belleza de la joven, que destacaba entre las mujeres que el conocía. Una joven fuerte, talentosa y amable. Le emocionó el simple hecho de pensar en que también era atractivo para ella, que equivocado estaba, para Victoria Lamprou solo había un espacio en su corazón y sin duda era de Benedict Bridgerton. Tenía ojos, no era ciega, sabía admirar la belleza y reconocía la de Theo Wembley. Su petición la hacía en el mero sentido artístico de la propuesta.

-En ese caso, deberíamos buscar los materiales.-Respondió complacido y emocionado.

Victoria le sonrió amable mientras bebía su chocolate. Siguieron platicando.

No demoraron tanto en ir a la tienda de pintura de la ciudad, Victoria se sentía emocionada al ver todos los colores azules que habían.

-Podría darme uno de cada uno de los azules.-Habló el rubio hacía el señor que atendia la tienda asumiendo.

-No tienes que hacerlo.-Habló abrupta la joven.-Yo escogeré y yo pago.-Sentenció.

-Que dices, ya trabajarás en la pintura, yo pago.-Agregó amable Theo.-Ahora bien, entonces escoge los que necesites.

Una leve sonrisa hacía el rubio y la joven Lamprou se dispuso a escoger sus materiales.

El resto de la tarde la pasaron en el gran salón de la casona, junto al fuego de la chimenea que los abrazó ante aquel frío que calaba los huesos, tomando chocolate caliente y trabajando en la pintura de los ojos azules.

I'm truly yours. - Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora