Conexión.

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Benedict salió del cuarto de Victoria por la mañana, muy temprano para que nadie lo viera y empezara un chisme. 

Victoria se quedó en el mismo con una sonrisa que no le borraría nadie, estaba sumamente contenta de que los sentimientos crecientes en sus corazones eran mutuos.

El tiempo que habían compartido ambos se sintió sagrado, personal, único, ese clase de momentos que te acompañan toda la vida.

 No había duda que la joven Lamprou se siente casi tocando el cielo y aún cuando solo fue un beso seguido de un abrazo que los cobijo toda la noche, Victoria sentía que ahí es donde pertenecía su ser. 

Para el almuerzo, la joven solía quedarse en la cocina con las chicas y comer ahí, no era muy dada a ir con los hombres al comedor, pero hoy sus ganas insaciables de ver al joven Bridgerton la arrastraron hacía su mesa de una manera casi abrumadora. 

--¡Buen día, Bridgerton!--Habló con un tono radiante en felicidad la chica mientras se acomodaba al lado de Benedict. 

El simple hecho de sentir ese tono radiante en la voz de su amada, lo hizo sentirse satisfecho y no tardó en responder el tan caluroso saludo. 

Se sentaron más juntos de lo que deberían, más juntos que como lo harían dos amigos. Casi tan juntos como el día de la vieja banca. 

Cuando sus manos estuvieron desocupadas y fuera de la vista pública, Benedict tomó la mano de la joven y rozó con su pulgar y de manera delicada la mano de Victoria. 

Después del desayuno se separaron, tenían que trabajar en sus proyectos. 

Un señor ricachón le había hecho un encargo a Victoria, era una escultura de su nueva esposa, le había dado varias  dibujos de ella pero también le pagaría un viaje a ver a la mujer y tomar sus medidas, convivir con ella y pues básicamente reconocer cada detalle de la mujer para plasmarlo. 

Ese viaje le parecía una locura, iría hasta Irlanda solo para ir a ver a la esposa del señor, le parecía increíble que alguien de un lugar fuera del Reino Unido supiera de ella. 

Victoria tenía la teoría de que el hombre sólo la había buscado porque seguramente un trabajo de la joven sería muchísimo más barato que de un artista reconocido pero no le importó si esa fuera la razón. ¡Conocería Irlanda! saldría del Reino Unido por primera vez. El hombre le pagaría el viaje por tres días y su padre, el señor Lamprou pagaría una semana más para que la joven disfrutara y conociera. 

El mármol tenía un forma algo rara pero al menos no era el rectángulo que llegó al principió y ese pequeño avance la tenía sumamente entusiasmada. Además que era la señal de que su viaje estaba más cerca. 

Cuando se cansó de regreso a la cocina y se sirvió agua. Se sentó en un banquito y se quedó pesando en lo afortunada que era.

 No tenía que seguir normas de etiqueta, ni usar vestidos pomposos, podía trabajar y ganar dinero que era solo suyo,  gracias a su padre había tenido una educación basta y conocía de muchos temas que no eran comunes para una mujer, no estaba educada para encontrar un marido, su cabello podía estar corto y alborotado, era capaz de hablar con su padre de cualquier tema personal, solía visitar granjas y ensuciarse, tenía amigas por el hecho de la amistad sin buscar o pretender un estatus, su apellido solo acompañaba su nombre y no era más que eso, podía ir a las reuniones con más hombres y usar la ropa que ella quería. Podía ser ella simplemente.

Se miró sumamente afortunada y se sintió marear con el simpe hecho de pensar en ser como las jovencitas casaderas de renombre.

El día pasó rápido y cuando menos lo espero ya se encontraba en su cuarto cepillando su cabellera.

Bridgerton no tardó en llegar a su cuarto, como la noche anterior. 

--Aquí esta.--Habló Victoria mientras lo tenía abrazado por la cintura, justo detrás de la puerta que acababan de cerrar.

--Si.--Recargó su cabeza en la joven y suspiro.--Victoria.--Llamó y la joven lo miro.--No te parece que deberíamos dejar las formalidades. 

Victoria pensó un momento y se acerco al rostro del joven mientras se paraba de puntitas. 

--Sí, Benedict.--Hizo énfasis en el nombre y terminó por besas sus labios. 

Bridgerton se sintió encender, comenzó a besarla con mayor intensidad mientras masajeaba su cintura, era adictiva. Claramente detuvo su intensidad cuando se dio cuenta que debía detenerse. No quería correr cuando recién empezaba a caminar.

Victoria sentía que volaba, estaba claro que Benedict no era el primer muchacho que besaba, pero, también era obvio que nunca había sentido algo tan intenso.

Él la ponía nerviosa con solo mirarla y dale una de sus clásicas sonrisas que dejaban ver sus dientes. 

No había duda alguna ya, él podría hacer lo que le placiere y ella estaría más que feliz de 

I'm truly yours. - Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora