Capítulo 3 (Continuación) / Asesina parte 2 - Un asesino en Lakewood.

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De vuelta a The Presbyterian Hospital / Manhattan - noche del accidente.

Sintió una presión sobre su hombro, pero en su inconciencia se negaba a despertar, hasta que no pudo seguir ignorando el vaivén de su cuerpo, abrió los ojos y aún continuaba en la sala de espera, tardo unos pocos segundos en reconocer que aquellas últimas imágenes fueron, sin duda, un juego de su mente; deseaba con todas sus fuerzas que ese hombre estuviese bien, pero la realidad es que ni sus contactos pudieron romper el hermetismo que reinaba en el ala norte del centro hospitalario, aún no salía ni una sola enfermera a quien pueda interrogar.

La había despertado Owen su desordenado compañero, quien, habiendo culminado sus encargos, volvió con ella.

─ ¿Lograste averiguar que ha pasado con Graham? ─ la interpeló sin ningún disimulo

─Nada aún, entraron varios médicos, pero nadie ha salido de allí. ─contestó desperezándose. ─ pero no puedo esperar eternamente, por favor quédate atento, tengo que hacer una llamada.

Luego de recorrer cierta gran distancia en las afueras del hospital pudo divisar la cabina roja donde poder comunicarse telefónicamente con Williams Albert Ardlay; dio gracias a Alexander Graham Bell, por haber logrado tamaño invento y a la Ciudad de New York, por popularizarlo con sus más de 25000 ejemplares esparcidos por toda la ciudad.

Se adelantó a un hombre que se disponía a entrar antes que ella, con la moneda en la mano, se disculpó diciendo que era urgente y la verdad era así, debía averiguar si el guapo y rubio magnate estaba al tanto de lo que le hubo ocurrido a Terry.

─Si, bueno; comuníqueme por favor con la residencia Ardlay en Chicago, Illinois. ─Aguarde un momento, por favor.

Luego de unos tediosos segundos, lo escuchó

─Bueno.

─Sr. Ardlay, Soy Victoria.

─Que bueno escuchar su voz Señorita Anderson.

─Disculpe mi falta de tacto Albert, pero ha ocurrido algo espantoso, ¿está usted al tanto de que Grandchester...

─Sí Victoria, ya lo estoy; lamento no poder estar allí, sin embargo, mi personal me mantiene al tanto.

─ ¿Cuál es su estado? ─ pronunció sin poder contener más la pregunta.

─Sé que hablo con usted como la amiga, ¿cierto Victoria? ─ ella entendió de inmediato a lo que deseaba puntualizar Albert con aquella frase.

─Por supuesto Albert, no tenga dudas al respecto; ese es el motivo principal de esta llamada. ─con esta aseveración se comprometía a no utilizar, para fines periodísticos la información que Albert compartiera con ella, pero la realidad es que eso estaba en segundo plano ahora, la salud de Grandchester ciertamente la angustiaba.

─Pues debo decirle que, oficialmente esta estable, estará internado en el hospital bajo estrictas normas de vigilancia tanto médicas como de seguridad, emitiremos un comunicado de prensa para informar a la comunidad...

─Sabes que puedes contar conmigo en lo que pueda ayudarles Albert, si quieres puedo publicar el comunicado...─ofreció interrumpiendo a su amigo.

─No te preocupes por eso, es lo de menos, ya está cubierto; pero por favor déjame continuar, te decía todo lo anterior de forma oficial, sin embargo, extraoficialmente, Terry ya está preparando su viaje hasta Lakewood.

─ ¿Que? ¿Cómo puede viajar en esas condiciones?, ¿es prudente? ¿los médicos autorizan que lo trasladen así, sus heridas no son graves? dígame que está bien, mire que acabo de tener algo que sin duda muchos llamarían premonición y juro por mi padre que no creo en ello; pero sí usted me lo confirma, me volveré creyente de San Albert o cualquier cosa que se le parezca.

ASESINA (II) / UN ASESINO EN LAKEWOOD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora