Capítulo 14.-Asesina (parte 2) / Un asesino en Lakewood.

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El cerebro de Dorothy luchaba por procesar lo que acababa de descubrir, así que repetía aquella  frase al monstruo más terrible a quien alguna vez se enfrentó.

─ ¡Usted tiene el alma podrida!, ¡podrida! ¡Usted está podrida!, El señor Williams es el patriarca de los Ardlay! Y usted...

─ Silencio! No eres tan necesaria aquí, así que no abuses de tu buena fortuna muchacha. ─ sentenciaba la mujer, para luego dirigirse a sus secuaces ─ Caballeros al menor desatino, desháganse de ella. La idea es que atendiese a Elisa luego de sus terapias, no que causara problemas; así que tengan en cuenta que aquí nada más importan sus dos pacientes.

─ ¿Cómo pudo ordenar hacerle esto a Elisa, Es Elisa!!, ¿Qué clase de criminal le haría esto a su propia familia?, ¿Cómo puede llamar a esa tortura Tratamiento?, ¡Mire lo que le han hecho estos matasanos!! ─ Gritaba alterada la chica.

─ Insolente!, ¿Quién te crees para pedirme explicaciones?, eres una simple mucama sin importancia...Traigan a Williams y ¡no quiero más inconvenientes, les pedí discreción!! ─ esta vez se dirigía a sus secuaces.

Dorothy haciendo de tripas corazón, recuperó la entereza y volvió a erguirse con el macizo de madera, en posición de ataque.

─ ¡No se lo llevaran!, ¡no lo permitiré! ─ blandía su arma para que los hombres no se acercaran, aunque su lógica le decía que estaba en clara desventaja.

─ Me niego a ver este espectáculo, cumplan mis instrucciones ─ se daba media vuelta para desaparecer escaleras arriba.

Con un manotazo Boris, le quitó el mazo a la chica y lo arrojó lejos, para luego asestarle una sonora bofetada que la hacía caer al suelo; la fuerza de aquel gigantesco hombre era casi sobrehumana, intentó levantarse y el medicucho le recomendó permanecer en el suelo,

─No querrás que cumplamos las ultimas ordenes de madame.

Boris recogió del improvisado catre a Williams Albert, quien aún permanecía en su inconciencia, casi sin esfuerzo lo cargaba y se lo llevaba escaleras arriba. Al escuchar el seguro, la chica buscó consuelo en la única persona que le quedaba, su compañera de infortunio Elisa.

Se lazó a sus pies en la cama, porque no sabía hasta cuando su cuerpo y su mente soportarían tanta maldad.

─ ¿Usted sabía, todo este tiempo era ella, la que le ha estado haciendo esto? ─ preguntó entre lágrimas. ─Un asentimiento con la cabeza, acompañado de la más triste de las miradas fue su respuesta. ─ Es un monstruo!, ahora comprendo que lo es, y tengo mucho miedo señorita Elisa, tengo mucho miedo de lo que puedan estarle haciendo al señor Williams. Aquella declaración dejó a ambas con el corazón devastado y lleno de incertidumbre, por lo que se abrazaron llorando sin esperanza.

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Victoria corría a toda prisa debía buscar a los guardaespaldas, a Terry o al mismísimo Comandante Miller de ser necesario; su corazón latía cual cascos de caballos en plena carrera, su cuerpo invadido por la adrenalina de quizás haber encontrado el escondite de los delincuentes, a lo mejor Dorothy estuviese allí y Dios le hiciera el milagro de que Albert también.

Se prometió a sí misma, que si encontraba a Albert con vida le diría toda la verdad, le contaría por qué se alejó de él, porque lo rechazó aun amándole con todo su ser.

─ ¡Sí lo haré!, le diré todo y si me acepta entonces quizás tengamos una oportunidad de ser felices ambos, escaparemos, o renunciaré a mi empleo, no me importa nada, solo quiero estar a su lado, ¡por favor Dios, que esté bien, permítenos encontrarlo!

ASESINA (II) / UN ASESINO EN LAKEWOOD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora