Asesina (parte 2) / Un asesino en Lakewood. Capítulo 19.-

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─ ¡No puedo soportar esta espera, necesito saber que todos están bien! ─ se paseaba angustiada la castaña ante su hermana recién llegada.

─ Cálmate un poco Annie, todos estamos nerviosos, pero debemos confiar en ellos, están con los agentes de la policía y nuestro equipo de seguridad, así que, por favor, ve con la tía abuela y cuida de ella, debe de estar en peores condiciones que nosotras; yo aprovecharé de cambiar mis ropas, fue un largo viaje y quiero asearme un poco. ─ la convencía y le asignaba una labor para que se mantuviese ocupada y zafarse de su compañía para emprender sus acciones.

─ De acuerdo Candy, yo me ocupare de ella, le prepararé un té para llevarle. ─ aceptó obediente.

─ Annie, ¿Sabes dónde están los Leagan? ─ le consultó antes de que se encaminara a la cocina.

─ Deben de estar en los establos con Neil, allí lo mantienen detenido; pero por favor mantente alejada de ellos, es un mal momento para él y sus padres estaban muy emocionales, no quiero que vayan a descargar su enfado contra ti.

─ Entiendo, gracias, no te preocupes.

La rubia sabía que no debían exponerse, pero no había cruzado el océano completo para quedarse esperando a ver lo que ocurría, sobre todo cuando cada uno de los miembros de su familia continuaban en peligro inminente.

Ella nunca había sido una princesa en apuros; de niña sus mosqueteros, su príncipe de la colina y en la adolescencia su amado Terry, le habían intentado proteger y cuidar; sin embargo, ella siempre decidió, actuó y resolvió cada giro que su vida daba, y del siguiente giro dependería la resolución definitiva de sus problemas, ademas de la tranquilidad y seguridad que sus seres queridos merecían y necesitan de una vez por todas.

Convencida de lo anterior, marcó sus pasos rumbo a los establos donde, sin duda alguna, debía comenzar a enfrentar a sus enemigos.

Hacía mucho tiempo que no veía a Neil, tenerlo de frente, sentado, en malas condiciones, con esposas en sus muñecas y con tantas evidencias de violencia sobre su rostro, le causó una desagradable impresión; por lo que se anidó en su pecho una extraña sensación parecida a la culpa y al miedo; pero esta vez, se trataba de miedo a que toda esta tormentosa tragedia que se había desatado sobre su amada familia fuese solo un preámbulo a la venganza de esos seres sin escrúpulos ni almas a quienes se enfrentanban.

La imagen de Neil le hizo tomar una decisión, ¡no iban a acabar con su familia¡; y era ella quien debía terminar, de una vez por todas, con tanta maldad que se había arraigado en el propio seno de los Ardley, en su hogar, Lakewood.

Se acercó y acuclillándose a su altura, le miró de forma directa.

─ Lo que intentaste una vez conmigo, ahora lo vuelves a hacer con esa pobre chica.

─ Ya he dicho que no hice nada, ella es una mentirosa ─ intentaba zafarse el moreno, no sin mucho dolor por su inflamada boca. Sus palabras eran casi incomprensibles, pues la falta de dos dientes dejaba escapar a su lengua, por lo cual hacia enormes esfuerzos tratando de acostumbrarse a su ausencia.

─Basta Neil! ¡ya basta! ─ le advirtió con franco hastío ─ no dejaré que tú y tu hermana continúen haciendo daño a quienes amo; yo misma declararé ante la corte para que seas juzgado también, ten por seguro que no soy la huérfana a quien podían asechar y perjudicar, tampoco soy la joven a quien pudieron calumniar e inculpar... ustedes me han enseñado a defenderme y juro por Dios que lo haré con todo lo que tenga.

Aquellas palabras dichas lentamente, salían de su pecho con la convicción del que se sabe justo y poderoso. Sara Leagan que había permanecido en silencio, agazapada pero atenta a la conversación, abrió los ojos sorprendida, jamás hubiese pensado que la hospiciana cambiaría tanto; esa no era la misma Candy, ante ellos acababa de erguirse la mismísima heredera de Williams Albert Adrley y su amenaza, más parecida a una sentencia, venía respaldada por todo el poderío de una Duquesa.

ASESINA (II) / UN ASESINO EN LAKEWOOD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora