El Lamento del Infierno Libro II - La Profecía Viviente

Capítulo 22 - Renacimiento

(Uno o dos capítulos por semana)  

Había llegado el momento. Jake mandó a reconstruir la casa de los Warren en tiempo récord, Katherina le había contado que siempre quiso casarse en el patio de la casa, ya que tenía una hermosa vista hacia el bosque y hacia la nevada y gigante Black Mountain; aquella montaña que su madre transformó en un cuento de hadas cuando era una niña, todas las noches en su habitación; misma montaña donde tiempo atrás Raphael invocó a los Dioses Aztecas.

Melany se había recuperado, se veía radiante y llena de luz. Había ido con Amanda por un café matutino antes de la boda. Aunque Jake había pedido que la casa quedara exactamente igual a como era antes, el dormitorio principal había sido ampliado para Aren y Katherina.

La novia se asomó por la ventana de la habitación principal, abrigando su pecho con la tela delgada de su bata celeste, viendo la decoración del patio. Se quedó analizando las caminatas exacerbadas de Jake por todo el pastó dando instrucciones en el banquete, el pastel de los novios era tan enorme como Katherina ya intuía; soltó un suspiro de resignación cerrando sus ojos por un segundo.

Amanda y Melany entraron al cuarto, con una tiara hecha de jade y piedra cristal. Amanda tomó la mano de Katherina para llevarla a sentarse frente al tocador a un costado de la cama, sin embargo, cuando se observó ahí sentada a través del espejo, se impresionó al ver que la tiara ya estaba sobre su cabeza, en una cascada ligera y elegante, caían las piedras cristal por su frente, para unirse a un diamante de color azul zafiro en su entrecejo.

Lo segundo que notó fue que estaba sola en la habitación y el silencio era perfecto; no podía escuchar nada de ninguna parte, iniciando una pequeña chispa de preocupación. Se levantó de la silla y el silencio continuaba; se acercó a la ventana nuevamente y esta vez no había nada, ni nadie afuera. Se giró con rapidez hacia el cuarto y se topó de frente con una radiante luz blanca; una fisura larga, del porte de un jugador de basquetbol, de la que Katherina no quitaba la mirada. Se acercó lentamente manteniendo la distancia y permaneció.

—Estás buscando respuestas, y tu primer pensamiento fue buscarme —habló la voz del Arcángel Gabriel—. Mas he decidido venir a ti.

—¿Es cierto? —preguntó ella dando otro paso hacia la llama blanca del Arcángel— Me tengo que comprometer con Aren.

—No es compromiso, tampoco una alianza eterna. Pero depende de ti como lo observes —aclaró el ser de luz.

—¿A qué te refieres?

—Puedes verlo como un amarre o la unión de dos fuerzas para crear algo más poderoso divinamente. ¿Por qué amarrar a dos almas por la eternidad, si ambas son la misma?

Katherina continuaba escuchando atentamente.

—¿Te refieres a que el matrimonio es...un amarre? —inquirió ella.

—Preguntas porque sigues en tu mente, Katherina. No hay nada que pensar, no hay nada que entender; no existe nada que debas creer. Sal de tu mente.

—Es que...no puedo pararla —aclaró ella con tristeza en su mirada, evidenciando frustración al dejar caer sus hombros con ligereza.

—No puedes callar a la mente. Eso es imposible, es parte de la naturaleza humana —el Arcángel mantuvo un segundo de silencio. Katherina por su parte, frustrada se dejó caer de rodillas; y segundo a segundo, se iba deformando; transformándose en un blanco hermoso y lleno de calma—. Debes ir a tu corazón; conocías las consecuencias de regresar a la tierra, olvidarías tu esencia, olvidarías tu origen y perderías el camino de regreso a tu corazón...a tu alma; al amor que radica en ti; recuerda. No pienses, no busques respuestas, solo dedícate... a sentir. ¿Debes casarte con Aren? ¿Para qué debo casarme con Aren? —La presencia del Arcángel Gabriel permaneció frente a ella y por todo el lugar— Recuerda. Siente en tu corazón, el único mecanismo que te conduce a él es la confianza y si no hay confianza en tus actos; si existen dudas, entonces no hay fe; y si no hay fe: continuas en tu mente; en tu ego y tu dolor.