Capítulo 7 - La elección de las almas

122 13 5
                                    

Inusualmente, Katherina comenzó a tener visiones, cada vez que salía del lugar dónde se refugiaba junto a Muerte. Él por su parte, siempre la seguía sin que ella pudiera notarlo. <<Hay algo que debo agregar antes de continuar, cuando te hablo de las dimensiones por las que Katherina ha transitado, estas, solo son artificios, lugares que no existen en tiempo y espacio; todo lo que ella ve y por donde ha pasado junto a su compañero, es adimensional; esto quiere decir que, en el universo no existe el tiempo, como lo conoces en la tierra; en el universo todo es eterno y transitorio al mismo tiempo, es perfecto y engañoso, sin embargo, todo lo que Katherina ha vivido y experimentado, equivale a mil años en la tierra.>>

Todos los días, se iba a un lugar nuevo, por el que solo podía transitar a través de un largo puente de color blanco, el que pareciera que estuviera colgando de la nada; espesas nubes adornaban a su alrededor, acumuladas al punto de no permitir ver lo que se escondía bajo ese puente. Así que, se sentaba siempre en el final y observaba las nubes pasar cerca de ella, algunas las podía tocar, pero en ese lugar, era el único punto energético donde podía ver las visiones.

―Estoy comenzando a comprender la razón del porqué te gusta estar aquí, cuando la vista que te entrega el castillo es mil veces mejor que esta ―habló el Jinete caminando hacia ella por el puente, observando la espalda de la chica.

―Me sorprende que tardaras tanto tiempo en entenderlo ―contestó ella.

―Llevamos mucho tiempo aquí, mi misión es cuidarte no espiarte.

―¿Y qué haces aquí entonces?

―A que me digas ahora que es lo que estás viendo, luego te diré la razón de mi pregunta.

Katherina se mantuvo en silencio. Acto seguido, se levantó y caminó con tranquilidad hacia Muerte y contestarle.

―No sé, si para ti significa algo, pero desde que apareció este lugar, comencé a tener visiones o sueños, no sé ni cómo llamarlo ―sacudió la cabeza con ligereza.

―Nada de lo que ves aquí es un sueño, y al mismo tiempo nada de lo que presencias aquí existe.

―Lo sé, pero esto se ve más real que tú y yo aquí ―agregó la pelirroja―, veo a Tyler, corriendo por el bosque, logro ver que lleva sangre en la cabeza, se ve desesperado, pero nunca puedo saber si, está escapando de algo o buscando algo.

El Jinete se mantuvo erguido y silencioso en su lugar, bajo ese traje oscuro que llevaba puesto.

―¿Quieres saber cómo entender esas visiones? ―le preguntó a la mujer.

―Tú sabes algo. ¿Verdad? ―inquirió ella viéndolo a los ojos, intentando llegar más allá.

―Si lo sé o no, no importa. Si lo supiera y te dijera lo que ocurre, te quitaría tu derecho a aprender ―contestó Muerte sin tapujo alguno―. Pero si hay algo que puedo enseñarte yo.

―¿Qué cosa? ―preguntó Katherina.

―Te puedo enseñar a soltar.

―Pero eso ya lo he hecho ―explicó frustrada―, he soltado todo. Y si hablas de mi hija, sabes que no lo haré; no puedo hacerlo.

―Katherina, tu hija es el motor que mantiene tu cordura, nada de lo que experimentes aquí o en cualquier otro mundo, hará despojarte de la conexión que ustedes tienen como almas.

―Entonces, ¿a qué te refieres con soltar?

―A soltar a Daniel McCall; a Christopher Warren y Charlotte Warren, incluso a Sophie y Vincent ―mencionó el Jinete a todos los caídos en manos de la maldad―, soltaste la ira, el rencor y al soltarlo aceptaste que compartes una conexión importante con Michael y Samuel Montgomery; soltaste a cada alma que residen en la carne todavía; pero hay algo que todavía no has experimentado si quieres llegar a tu meta. ―El jinete caminó hacia el borde del puente, llevando su mirada hacia el vacío oculto detrás de las espesas nubes― Y todavía hay algo peor que no has querido ni recordar, y es el alma que se llevó la vida de tu padre.

El Lamento del Infierno Libro II - La Profecía VivienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora