Romance o truco, truco o romance

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Keyban llevaba un traje bastante elegante que hacía resaltar aún más su armónica cara, y al parecer él lo sabía muy bien por la forma en la que me miraba, casi como esperando un lindo cumplido, aunque me le adelanté.

—Tú también luces bonita —dijo con media sonrisa y sin mirarme a los ojos—. Digo, ayer tu pelo era negro y traías una sudadera, hoy tu cabello es diferente y tu ropa es un adorable vestido, sería extraño si no te vieras... mejor.

—Si no sabes dar cumplidos entonces no los des, si vas por la vida diciéndole a una mujer que se ve más linda por no tener el cabello negro de seguro no lograrás procrearte.

—Los tuyos tampoco son muy lindos que digamos —agregó arqueando sus cejas insinuando lo que le había dicho con anterioridad.

—¿Y a dónde vas con esa apariencia tan elaborada? —pregunté—. Esto es mucho para ir a la librería.

—Vamos a una boda, y después a ver al mocoso en la biblioteca. Te vi así durante la mañana y pensé que el mundo tenía que verte, digo, para que cuando te vayas de aquí recuerdes la experiencia de ir a un lugar bonito lleno de gente, dudo que lo hagas en la tierra con esa actitud tan masculina —dijo agachando la cabeza y volviéndola a levantar con arrogancia.

—Ayer vi chicas en el centro comercial que iban con un estilo mucho más elegante que esto, es lo más simple de la bolsa, creo que demuestro aún menos edad, dame tiempo para ponerme otra cosa. 

En la mañana sentí que la temperatura era cálida, así que me puse un vestido naranja amarillento corto con vuelo en la cintura y unas sandalias delicadas a juego. Era un atuendo bastante simple y juvenil en comparación a los otros que parecían trajes de señora.

—No, no tenemos tiempo, además si te cambias no tendremos tiempo de pasar a ver a Vitris.

—De acuerdo tú ganas, pero si no me llevas con Vitris voy a destrozar tu vehículo, es algo que hacemos de dónde vengo cuando encontramos malos hombres —le advertí.

—Lo sé, lo sé, de donde vienes es un lugar salvaje y primitivo, lo has dicho de muchas maneras —dijo echándose a caminar.

—Espera.

—¿Qué?

—Tienes que darme un celular más tarde, quiero tomar fotos.

—Bueno, pero no lo puedes sacar de este planeta, si lo llevas contigo no podrás salir, la magia no estará de acuerdo —dijo él.

—Está bien, al menos para tomar fotos y seguir viendo cosas asombrosas cuando no pueda dormir, o para navegar en su red, o lo que sea, solo dame un celular a la vuelta, ¿okey?

—Otra cosa terrible que noté de tu planeta es que todos son adictos a los aparatos móviles, ¿eso les aporta en algo importante a su desarrollo?

—Claro que sí, de muchas maneras.

—Recuerdo que con uno de esos te incriminaron de algo que no hiciste —dijo saliendo al patio.

—Una cosa mala no anula todas las buenas —le dije yo siguiendo sus pasos—. Quizás me lastimaron a mí con eso, pero no quita que haya ayudado a muchas cosas como encontrar personas o comunicarte con tus amigos.

—Pero tú no tienes amigos —se subió al auto.

—Tengo a Florencia —me subí también.

—Pero no se alinea contigo, tienen metas de vida diferentes, estoy seguro de que a la primera separación después de titularse dejará de ser tu amiga.

—Pero...—seguí diciendo cuando echó a andar el vehículo—. Pero de todos modos la estimo, y me esfuerzo por cambiar mi percepción sobre ella porque realmente la aprecio, cuando das lo mejor que tienes incluso dentro de todo lo malo por otra persona es un claro grito de que ella te genera un sentimiento que no cualquiera puede, realmente la aprecio, así que sí es mi amiga.

Desertores del GehennaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora